Hace siglos escribí que la obra última de Baroja, incluyendo los inéditos que continúan sin publicar, tantos años después de su muerte, dan al legado del más grande de los novelistas españoles del siglo XX turbadoras dimensiones inexploradas.
El nuevo libro de Miguel Sánchez-Ostiz, Tiempos de tormenta (Pío Baroja, 1936 – 1940) (Pamiela), confirma, para mi sensibilidad, al menos, tal convencimiento íntimo. Por muchas razones.
Sánchez-Ostiz ha explorado como nadie la vida y la obra de Baroja desde la inmediata preguerra, la guerra civil, el retorno a España y la muerte. Juan Benet dejó el testimonio canónico sobre la legendaria tertulia de don Pío. Miguel ha ido mucho mucho mucho más lejos. Su acarreo de materiales, sus revelaciones, su estudio comparado sobre lo que Baroja cuenta, lo que Baroja calla, lo que sabemos de Baroja, lo que los otros cuentan de Baroja y lo que sabemos por otras fuentes de las mismas historias barojianas, son sencillamente indispensables para intentar avanzar en un terreno selvático y mal explorado, cuando se trata de cuestiones capitales:
1. Los años más negros de la historia española del siglo XX (1936 – 1940), vistos y contados por el más grande de los novelistas españoles: la guerra civil, la encrucijada histórica de París, la intimidad de los distintos bandos en contienda.
2. La evolución del arte de escribir novelas, en lengua castellana, a la luz de tales experiencias…
Para seguir ahondando en ambos terrenos será indispensable volver, una y otra vez, a los trabajos de Sánchez-Ostiz. No comparto una cantidad importante de opiniones de Miguel sobre Baroja, su comportamiento y su obra. Poco importa. Su trabajo, sus revelaciones, su acarreo de materiales, su puesta en perspectiva, me parecen indispensables por estas razones:
A. El Hotel del Cisne y Miserias de la guerra [La Guerra civil, vista por Baroja] no son las mejores novelas de Baroja. Evidente. Si son dos novelas emblemáticas. ¡Un folletinista que desemboca en el sueño onírico..! ¡El primer novelista español haciendo una apología en regla de un general de la CNT / FAI (Cipriano Mera), convirtiendo en héroe absoluto a otro anarquista, el protagonista de su novela sobre la guerra civil! Se mire por donde se mire, se trata de significativos datos de primera importancia.
B. La percepción barojiana del exilio y el destierro español en París está llena de arbitrariedades. Pero, en lo esencial (la corrupción moral de todos los bandos, de Burgos a París), coincide con la de otros desterrados, como es el caso de Carles Fontserè [Carles Fontserè, in memoriam].
C. Al contrario de lo que se ha dicho y dejado decir, mi impresión personal es que Baroja no perdía la cabeza, en absoluto. Bien al contrario: su visión amarga, atroz, arbitraria, coincide plenamente con la Academia del desencanto descrita minuciosamente por Juan Benet. Pero su independencia de criterio ha chocado con el conservadurismo de sus herederos (ocultando e impidiendo la publicación de los inéditos, durante décadas), la miopía de los “barojianos” tradicionalistas (que son muchísimos; con raras excepciones, como la de Miguel y yo mismo, entre otros, igualmente divididos a la hora de sacar “conclusiones”, en la mejor tradición del individualismo barojiano).
Corto. Me llevaría muy lejos seguir por ese camino. Quizá sea indispensable subrayar, por último, un detalle esencial: En Tiempos de tormenta, MSO anuncia una docena de libros por escribir, quizá por el mismo. Una pista entre otras mil (y una): el encuentro y diálogos, en París, entre don Pío y Carl Einstein (sobrino de Albert) [wiki. es. wiki. fr. wiki in.], que trabajó con Bataille y Leiris en Documents, portavoz de la Columna Durruti, de quien hizo el elogio fúnebre el día de su entierro multitudinario, en Barcelona.
- Viejas historias. Baroja, surrealismo terror y transgresión.
- Biografía NO autorizada de CJC.
Emilià Páez Cervi says
Carl Einstein, aunque se cite a menudo, no fue sobrino de Albert Einstein.