¿Cuánto gana un alcalde en el País Vasco?
¿Vale la pena jugarse la vida para ser alcalde?
El Terror y la desertización moral…
● ETA y nuestra fragmentación moral.
● “Ponga a Caín en su mesa”.
● Guerra civil vasca.
Puntos de vista, desde París y Buenos Aires:
Le Monde, 18.06.07
A Lizartza, la droite défie les nationalistes
Cécile Chambraud
Contrairement aux autres communes basques, Lizartza n’a pas encore de maire. Pourtant, les six cents habitants du village connaissent déjà le nom de leur future édile. Regina Otaola, secrétaire générale du Parti populaire (PP), a relevé un défi risqué en se portant volontaire pour gouverner ce bourg nationaliste.
Lizartza était dirigée par le Parti nationaliste basque (PNV, centre droit), qui n’a pas présenté de candidats aux élections municipales du 27 mai. Les indépendantistes radicaux, eux, ont essayé, mais leur liste a été interdite. Le PP s’est retrouvé seul en lice. Avec 27 voix, sa liste l’a emporté face aux 186 votes nuls attribuables aux électeurs de Batasuna et aux 142 votes blancs émis par ceux du PNV.
Comme dans beaucoup de communes basques, le PP (droite) avait présenté des candidats vivant dans d’autres régions d’Espagne, faute de volontaires locaux disposés à assumer les risques qui vont avec l’étiquette PP. Après leur élection inattendue, ils ont démissionné et il a fallu trouver des volontaires pour assumer la charge à leur place. Mme Otaola est l’une d’entre eux. «Eux pensent que le village leur appartient. Mais ici, c’est aussi ma terre. Dans certaines communes il n’y a pas de démocratie. Je ne peux l’admettre», affirme cette femme de 55 ans. Pour des raisons de procédure, elle n’a pu prendre possession de sa charge samedi 16 juin. Elle le fera dès que possible. A l’entrée du village l’attendent deux banderoles : «Otaola, dehors», «Otaloa fasciste». Aux fenêtres de la mairie à colombages pendent les photos de cinq détenus de l’ETA. «Quand j’irai, nous enlèverons toutes les pancartes», assure-t-elle.
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La Nación, 18 de junio de 2007.
“Antes me perseguía Franco; ahora, ETA”.
Silvia Pisan
ANDOIAN, Guipúzcoa.- «A mí, antes me perseguía Franco. Ahora me persigue ETA.»
La frase, pronunciada con más dignidad que dramatismo, forma parte de lo que cuenta, al pasar, un concejal socialista a quien, en los últimos 10 años, los «radicales independentistas» -como se llama a los amigos de la banda terrorista- le han destruido dos veces la casa y quemado otras tantas el auto.
También quemaron el de su hija, y en estos días, por ejemplo, y para no darle respiro con la rutina de vivir con la soga al cuello, lo despiertan de noche para decirle «fascista».
Igual que el de miles de habitantes de poblados vascos, el nombre de Estanis Amuchástegui, de él se trata, no sale en los diarios porque no lo han matado, pero sabe del temor que se desprende de cada amenaza. Y sabe, sobre todo, lo que es el miedo absoluto, persistente, visceral, de que algo más le ocurra o, lo que es peor, a uno de los suyos.
«¿Cómo es vivir amenazado?», preguntó LA NACION en este pueblo guipuzcoano, que tiene paisaje de postal y un miedo de infierno. Es que aquí está caliente el asesinato de dos de los suyos: el periodista José Luis López de Lacalle y el policía Joseba Pagazaurtundua, una de las últimas víctimas mortales que produjo la banda antes de iniciar la tregua de la que acaba de salir.
La primera consigna es que en la amenaza no cuenta la ideología sino el «no estar con ellos, con quienes quieren imponerse por la violencia», dice Amuchástegui. Y cuenta su propia experiencia. «En los años 70, yo era un chaval y militaba en el sindicalismo, en Comisiones Obreras. La dictadura de Francisco Franco me perseguía y permanecí 15 días escondido en una casa. Ahora, desde hace años, los que me persiguen son los de ETA. Es lo mismo», dice.
La charla es en el rincón socialista del pueblo. «Espacio de libertad Joseba Pagaza», se llama el sitio. Pagaza, que ya no está, es el policía que pagó con su muerte. Cerca están los cuatro custodios con los que se mueve Amuchástegui. Y cerca, también, otros cuentan el extremo al que puede llegar no tener vida propia, vivir amenazado, sentir que todos los días le roban a uno la paz.
«Cuando nos casamos, hubo un coche estacionado frente al registro civil. Ellos estaban allí. No nos dejaron en paz ni ese día», cuenta una pareja. Ella quedó embarazada durante la tregua. Le duele, ahora, pensar que su hijo nacerá ya sin ese resquicio de esperanza. Otra, apenas unos años más grande, recuerda que el custodio la acompañó casi hasta la sala de partos.
Todos saben que «tomar medidas» no es hacerse un traje, sino otra cosa: cambiar de ruta, de horarios, no salir con los hijos, revisar debajo del auto. Y hay otras medidas que se explican en un «video instructivo de autoprotección» que muchos han visto y que parece de terror. Se instruye allí, por ejemplo: «No abra su casa; cuidado por dónde sale; cuidado a dónde va. Y, si está en la ciudad, no lleve el cinturón de seguridad puesto: es contraproducente para abandonar el auto en caso de que estalle «.
«No vivimos en libertad», dice Estanis, quien habla con afecto de la Argentina. «Yo tengo suerte porque llevo 34 años casado con la misma mujer, y me aguanta, me acompaña y es valiente. Eso es importante. Pero a veces siento que le pido demasiado», dice.
Se le ilumina el rostro cuando cuenta que los hijos ya no están en el pueblo. «Mi hija se casó y logró rehacer su vida fuera de aquí. Menos mal: a ella también le quemaron el auto», dice.
Dos veces le quemaron la casa; dos veces fueron los bomberos y dos veces quedó destruida. El pueblo chico es un infierno. «Un amigo, que está con ellos, me dijo que había hablado por mí, pero que no había nada que hacer. De modo que todo lo que me dijo fue: «Estanis, kontuz» [´cuidado con lo que haces ], de modo que casi me amenazó de nuevo. ¡Si hay que ser cínicos!», protesta.
–¿Qué pasó después que ETA rompió la tregua?
-La gente se asqueó. Está harta, cansada. Llevamos años soportando esto: acoso, amenaza, discriminación, persecución de amigos y de familiares, muerte. Esta vez llegamos a pensar que se había acabado. Y ahora vemos que seguimos jodidos.
–¿Hasta cuándo creyó usted en la tregua?
-Hasta que ellos anunciaron que la rompían. Yo mantuve la esperanza aun después del atentado de Barajas. Pero es que es imposible hablar con estos tipos. No son normales. No piensan en la vida. Piensan en la muerte, en matar. Es irracional. ¿No lo ves?
maty says
Lo dicho Juan Pedro, sólo cabe aplicar el Estado de Derecho con todo su peso, sin beneficio alguno, creando nuevos tipos delictivos, cambiar la ley electoral, recuperar el Estado central la Seguridad y la Educación (en todas las comunidades),… y que el PSOE de Zapatero pierda claramente las próximas elecciones generales.
Como lo último difícilmente sucederá -a día de hoy, sólo cabe el pesimismo, puesto que la mayoría de los españoles prefieren mirar para otro lado y no «tomar el toro por los cuernos», que hasta ahora no se ha hecho, ni tan siquiera el PP de Aznar.
JP Quiñonero says
Maty,
No lo veo yo tan claro. Pero bueno,
Q.-
maty says
Hace años yo tampoco pero, ahora, con más perspectiva, cada vez lo tengo más claro. ETA es el mal, y al mal se le combate, no se negocia. Otro tanto con quien le dé amparo. Por tanto hay que perseguir penalmente a todas las organizaciones, asociaciones, empresas… que colaboren de algún modo con los terroristas. Ese es el camino que empezó a seguir el gobierno del PP tras el fin de la tregua falsa, y fue efectiva, por lo que marca el camino a seguir, achicando espacios a los violentos.
Un ejemplo: aquellos que amenazan, incluso en campaña electoral, deben de sufrir pena de cárcel y cuantiosas multas. Por eso es necesario reformar el código penal. Y si hay que encarcelar a mil o más personas, se encarcelan, porque nadie debe estar por encima de la ley.
Ahora los políticos nacionalistas excluyentes vascos están comenzando a probar su medicina, como era previsible. En todos estos años muchos decían que en el País Vasco se vivía muy bien, que si… siendo indiferentes al sufrimiento ajeno. Esa tensión va a provocar un distanciamiento/ruptura entre el PNV y EA, al estar más próximos los segundos al entorno etarra.
Y ANV ha de ser ilegalizada. Y algunos ayuntamientos vascos han de ser suspendidos, siendo dirigidos desde las Diputaciones, al no estar garantizadas las libertades. No hay que tener miedo en hacer uso de todas las posibilidades que ofrece el Estado de Derecho para combatir, desde el respeto a la legalidad, al mal.
En su día muchos creyeron que era posible el acuerdo sin más con el nazismo y el estalinismo. Muchos todavía, de verse en la misma situación, optarían por ello, sin aprender de la historia.
Y, por supuesto, la Educación ha de ser intervenida por el Estado. Y el político que incumpla la ley, ha de ser encausado sin más, como el resto de funcionarios.
Como no se va a seguir esa política de acoso, el problema va a seguir enquistado, con PSOE o con PP, mientras no se reforme la ley electoral. Más aún, hay que refundar el Estado, vía reforma de la Constitución Española, acotando claramente qué competencias son del Estado, de las Autonomías y de los Ayuntamientos. El PSOE quería abrir el melón, pues ábrase de una vez. Yo estoy harto de que mis derechos constituciones sean papel mojado en Cataluña, así que poco tengo que perder ya.
La continua cesión ante los nacionalistas excluyentes está en la raíz del problema. No hay que tener miedo de que a uno lo tilden de fascista, de extrema derecha y demás lindezas propias de los nacionalistas y progres sectarios. Sin complejo alguno, hay que profundizar en el Estado de Derecho, mediante su aplicación estricta, sin que los políticos interfieran, tal como viene siendo habitual, de ahí su desprestigio.
Pero para todo ello es necesario antes un Pacto de Estado, para reformar primero la ley electoral. Mas no va a pasar, por lo que tendremos terrorismo por mucho tiempo todavía, me temo.
Félix says
¿Por qué tanto empeño en buscar soluciones simples para problemas complejos?
maty says
¿Por qué una respuesta tan corta para un comentario tan extenso y prolijo? Propongo medidas, a diferencia de tanto comentarista que se queda siempre en lo superficial, de tan habitual, manido.
¿Qué medidas crees incorrectas? ¿Qué otras propones? Tal vez los políticos españoles, tan mediocres ellos, tomen nota (vía asesores -los que les escriben los discursos, que son los que realmente visitan la blogosfera).
Jordi says
Maty, espero que no te moleste que te «interrogue», pero es que tengo unas poquillas preguntas sobre tu propuesta:
1) ¿te importaría profundizar en qué tipo de reforma de la ley electoral harías?
2)
¿Amenazas relacionadas con ETA o cualquier tipo de amenaza?
3)
¿Y si esa colaboración se hace mediante cesión a una extorsión o amenaza?
Para acabar, un comentario un poco polémico y que supongo que me va a valer un cachete virtual:
Por suerte o por desgracia, hace tiempo que dejé de creer en lo del bien y el mal. Que ETA es un enemigo de la libertad de muchas personas es impepinable. Que es el mal… eso dependerá de según para quién. Si existe, es porque hay gente que cree que es necesaria. Por lo tanto, para esa gente igual hasta es el bien.
Después de vivir casi dos años en Estados Unidos, estoy un poco cansado de que la justificación a las acciones de gobierno polémicas sea que se está luchando contra el mal.
Luis Rivera says
Pero Jordi,. si el mal no existe será una palabra y para ser una palabra solamente convendría borrarla del diccionario.
Pensar en términos relativistas tiene un problema, y es la imposibilidad de sujetar un concepto frente al que tomar una posición definida. Dicho de otra manera:
Panzi says
¿ Es comparable La francia de Vichy de Petain con el Pais Vasco Español Actual ?
Es decir Petain prefirio colaborar con el enemigo para vivir en un «estado de Paz «.
A De Gaulle como a muchos franceses no le cabían en la cabeza esta situación.Al final ya se sabe que idea triunfo con la ayuda de los aliados. Quizas el Pais Vasco Español necesite una persona con las mismas ideas de libertad que De Gaulle y no «collabo» como ZP o Ibaretxe.
Jordi says
Luis, yo no he dicho que el mal no exista o que la palabra deba ser eliminada del diccionario. He dicho que lo que engloba el concepto, nos guste o no, depende de la persona, y he dicho que no creo en los discursos políticos del bien y el mal, más que nada por el abuso que se hace. Lo de usar el bien contra el mal queda muy bonito en las fábulas de niños pequeños y en la fabulosa obra de Tolkien, pero intentar vender una decisión de cualquier tipo basada en que el otro es el mal me parece simplista y carente de argumentos.
Hay un abismo entre ese tipo de discurso y tu disertación sobre ETA, con la que estoy totalmente de acuerdo. Las cosas tienen matices, riquezas que hay que tener en cuenta cuando se abordan problemas, para evitar entrar como un elefante en una cacharrería. Lo primero que hay que dejar claro es que el asesinato o la destrucción de propiedades, con el objetivo que sea, está mal (yo también uso la palabra). Y no valen excusas. Hay que hacer entender que esa no es la vía para hacer las cosas. Hay que establecer unas reglas del juego que valgan para todos (ojo, que eso implica cuidarse de los abusos de poder contra «el mal») y que excluyan la violencia como medio para conseguir nada. ¿Es difícil? Pues, hoy por hoy, yo lo veo casi imposible.
A la gente que justifica esas acciones pero que no las llevan a cabo (es decir, los que creen que son el camino) hay que llevarla a ese terreno, al de que entiendan que no hay excusas para matar a nadie… y lo más importante, que no hay necesidad. Vender que son el mal, y pervertir el lenguaje para incluir a gente que explícitamente está en contra de la violencia sólo por defender ciertas ideas, es la perfecta forma de poner a mucha gente que, de otra forma, estaría en el mismo lado, a la defensiva. Nacionalistas periféricos, nacionalistas españoles, no-nacionalistas… todos deberían estar en el mismo lado mientras exista violencia. Pero unos y otros (algunos más que otros) parecen estar más interesados en despedazarse mutuamente, mientras ETA se aprovecha de la situación de indefinición para su beneficio.
ETA son asesinos. Y asesinar, según nuestras reglas del juego, está mal. Correcto. Pero extender esa etiqueta a gente que no ha matado a nadie es peligroso. Se puede incluir a gente que se ha visto obligada a entrar en ese juego (extorsiones, amenazas) y a gente que ha se ve en ese lado empujada por los que defienden la «constitucionalidad». ¿Son asesinos también? Mmmmm… pues llamadme relativista y crucificadme, pero tengo serios problemas para ponerles una etiqueta.
Lo primero que hay que hacer es intentar desnudar de legitimidad a los asesinos. Entender todos que una cosa es el conflicto político que pueda haber (que lo hay) y otra es que hay una panda de desalmados (entendido como «cruel, inhumano») que se dedican a matar a seres de su misma raza (la humana, en este caso) y cuán atroz es. Y tratar los dos problemas por separado porque uno es un problema de diálogo (uy, lo he dicho… ¡lagarto, lagarto!) y otro es, simplemente, de criminalidad.
Te lo extiendo más: si se asesina a un dictador, ¿está mal? Es más, si se asesina a un asesino, ¿está mal? Según mi forma de ver las cosas, todo está mal. TODO. Pero, ¿crees que todo el mundo lo ve igual, especialmente en según que situaciones? Sé que me voy a poner en una situación algo inverosímil y «exagerada», pero ¿qué harías con un hipotético asesino de Hitler? ¿Lo condenarías?
Luis Rivera says
Jordi: entiendo y estoy de acuerdo con tu comentario, en líneas generales. Matizaré dos cosas solamente a partir de una premisa:
«el territorio de la discusión está en el territorio de la democracia, no en otro modelo de estado o de administración».
A partir de esto:
Uno: A los ciudadanos que aceptan que, con su asentimiento, unos cuantos pueden usar de la violencia, no hay que conducirles a posiciones honradas, sino imponerles un comportamiento ciudadano y democrático. Un asesino tiene cómplices que no matan, de la misma manera que el dictador se rodea de colaboradores. Lo que me lleva al
Dos: En el nazismo, territorio legal no democrático y encarnación de lo que venimos llamando «el mal», como a Stalin en el comunismo soviético, se les debe combatir desde dentro o fuera con todas las armas posibles. El asesinato de Hitler o de Stalin no me quita el sueño ni me considero amoral o inmoral por comprenderlo, ya que se trata de una respuesta violenta a una violencia impuesta.
Jordi says
Como veo que confluimos hacia posturas cercanas, yo tampoco voy a añadir mucho. Como buen copión, sólo un par de comentarios:
Y entonces, (aclaración: yo estoy en contra del argumento que sigue) ¿qué hacemos con los ciudadanos que «aceptan que, con su asentimiento, unos cuantos pueden usar de la violencia» porque «se trata de una respuesta violenta a una violencia impuesta»? Porque esta es la justificación que se oye muchas veces en el entorno etarra. ¿Les imponemos el comportamiento democrático en la cárcel? ¿No intentamos la rehabilitación, como se hace, en teoría, con todo criminal de barrio? ¿Y con los ciudadanos que se ven obligados, mediante extorsiones o amenazas, a aceptar que «unos cuantos pueden usar de la violencia»? Los cómplices voluntarios está claro que son fáciles de condenar. Los involuntarios son los que me generan más problemas.
El problema de justificar respuestas violentas a violencias impuestas es que hay que ponerle coto porque es fastidiosamente fácil de estirar. Por ejemplo, volviendo a uno de tus puntos anteriores, alguien podría justificar el GAL como respuesta violenta a una violencia impuesta.
Lo reconozco, soy un puntilloso :-S
Luis Rivera says
Jordi: Si, eres un pun tilloso, pero puntillosos como tú obligan a pensar y matizar, que es una buena manera de progresar pensando.
Toda formulación de partida a temas como este que comentamos, al reducirse al territorio de la realidad civil, se enfrenta ante situaciones que son territorios de arenas movedizas, donde parece que la verdad es matizable. Pero aquí no se trata de verdades, que es territorio de la discusión entre individuos, sino de legalidades y legiotimidades.
Como Sócrates y como Cicerón, yo creo en la efectividad de la ley. Los ciudadanos son enteramente libres de pensar y de perseguir objetivos políticos asociándose, pero la ley establece «ausencia de violencia total entre ciudadanos, y por lo tanto entre Estado y ciudadanos, y aquellos que al sentirse a disgusto con una situación y justifiquen la violencia deberán no delinquir: pensar, lo que quieran; delinquir no, para eso está la ley. Pensar y asociarse es legal y legítimo; delinquir es radicalmente ilegal. Se trata de perseguir objetivos políticos dentro de la ley, no dando un rodeo. Y la formulación de democracia es clara y concreta, aunque en algunas posiciones (falta del derecho de autodeterminación, por ejemplo) alguien pueda pensar que la democracia no es completa y por lo tanto es legítimo (no legal) atacarla mediante la violencia.
Lo que atacan los ciudadanos que se enfrentan al estado (ETA y sus cómplices) no es a un Ente abstracto (el nacionalismo español imperialista) o a un Ente concreto (el Estado) sino una formulación legal y legítima, con vacíos probablemente en su ordenación jurídica, que es la democracia y la Constitución.
¿Qué hacer con ellos? Con los ciudadanos no hay que hacer nada; ellos son los que tienen que hacer. El Estado y los sucesivos gobiernos deberán avanzar por vías de legislación en afrontar problemas (soy catalán, así que puedo entender muchos de ellos; soy español, así que puedo comprender posiciones diversas), pero el ciudadano no puede reformular los contenidos de la democracia por sí mismo.
Esta respuesta es asimismo válida para la segunda parte de tu comentario. La probable respuesta a la violencia impuesta por un grupo terrorista avalado en su acción por el Estado.
La democracia no autoriza al Gobierno de la Nación al uso de medios ilegales, ni siquiera por muy legítimos que puedan parecer. Aquella frase de Felipe González sobre que se «combate muchas veces en las cloacas al terrorismo» es justamente la frase que un gobernante no se puede permitir. La simple sospecha de que en el Gobierno se actúe ilegalmente contra vidas de ciudadanos, invalida toda su ejecutoria.
En la Roma republicana había una institución y una ley que curiosamente explican copn claridad lo que trato de decir.
La Dictadura: en caso de excepción el Senado, con el acuerdo de los tribunos populares (es decir, la aristocracia y el pueblo) podían cesar a los cónsules (dos electos para equilibrar su poder durante el mandato de un año) y nombrar a un Dictador, que podía gobernar de manera autoritaria y personal durante un período máximo de 6 meses, sin posibilidad de extensión en tiempo. El Dictador a su vez debía nombrar a un Jefe de la Caballería, o mando del ejército (imperium) desligándose él del mando militar, cosa que los cónsules tenian arrogada como función legítima.
La otra es la ley de Senatus Consultum Ultimum, por la cual el consul que la solicita, con la autorización de la ley puede tomar decisiones personales en caso de excepción, para atajar una grave peligro para la República. Ahora bien, la actuación de un consul bajo esta ley estaba sujeta a examen posterior: de hecho, a Catilina, la ejecución de muerte de ciudadanos romanos sin juicio popular (claramente ilegal) bajo la Ley de Senatus Consultum Ultimum, le costó al año de su consulado el exilio y la pérdida de sus propiedades, porque un grupo de enemigos personales usaron de la ley para promover acciones legales contra él.
Perdona Jordi, el rollo extenso. Soy demasiado locuaz y abuso de las palabras.
Jordi says
Luis, lo primero, de «perdona» nada. Es un placer poder intercambiar opiniones con alguien de tu conocimiento. Lo segundo, qué gozada leerte hablando sobre los romanos. Sólo una pregunta: ¿cómo se definía el estado de excepción? Dado que parece que tienes cierto dominio del tema, y como asumo que lo has debido adquirir leyendo de algún sitio, voy a abusar de tu confianza otra vez: ¿me recomiendas algún libro sobre el tema? 😉 Los romanos y los griegos me fascinan desde que los estudié en la EGB y hace tiempo que no les dedico un poco de atención lectora.
Al respecto del tema que nos ocupa, poco me queda que añadir ya, creo. Parece que estamos de acuerdo en que, a la hora de buscar concordia entre nosotros, nos vemos muchas veces abocados a hablar de legalidad. Pero, como ya he dicho antes, esto requiere definir unas reglas del juego. Y aquí es donde yo veo las cosas más peliagudas.
Es que esto es impepinable, indiscutible. Pero lo complicado es definir qué es delinquir. Hay casos en los que está muy claro, pero las leyes son tan complicadas (por lo menos, para mí) precisamente porque no se puede generalizar y hay que mirar todos los casos. No es tanto que la verdad sea matizable. Es que hay muchos matices que definen la verdad. Y cortar a todo el mundo con el mismo patrón precocinado me parece un error de gravedad.
Y de forma grave, puesto que, guste o no, el Gobierno ha de ser un ejemplo para los ciudadanos. No se puede ser legislador y no cundir con ejemplo. No se puede ser padre y pedir al hijo cosas que uno mismo no hace. Y así en todas las posturas de «autoridad». Pero como bien dices:
Claro que no. Debe ser entre todos los ciudadanos. Por eso me pongo un poco nervioso cuando hay gente que, armada de la legalidad y la verdad absoluta, se dedica a excluir a otras personas del juego.
Por cierto, al hilo del discurso simplista sobre el bien y el mal del que me quejo:
Guerra Eterna: La batalla contra el Mal
En fin, Luis, que es un gustazo ¿debatir? ¿reflexionar? contigo y ver que, dentro de los matices de la verdad (je je), diría que estamos en la misma línea y creemos en los mismos mínimos. Es lo que echo de menos hoy en día. Gente con ganas de encontrar puntos en común y no sólo puntos de discrepancia.
Bona nit!
Luis Rivera says
Jordi: te contesto al primer párrafo, aunque con cierto retraso.
El estado de excepción es la situación en que quien tiene la responsabilidad de gobernar diagnostica que la situación necesita una ejecución de tipo inmediato no mediatizada por la cámara legislativa, y pide poderres para esta actuación. Si lo obtiene puede, de acuerdo a las garantías preestablecidas, gobernar por decreto (acción legislativa de orden inmediato) que acabado el estado de excepción pueden ser revisados.
Sobre lecturas romanas:
Mommsen y Gibbon son los dos grandes clásicos: Mommsen se deja llevar por simpatías y antipatias y Gibbon resulta un poco antiguo, pero apasionante.
Kovaliov tiene una Histroria de Roma muy interesante.
En España, un historiador José Manuel Roldán, ha publicado ya el primer tomo de su Historia, que abaeca desde la fundación hasta el final de la República y el principio de Augusto. Está muy bvien, es espléndido. Lo encontrarás en CATEDRA- El título es: LA REPÚBLICA ROMANA
Indro Montanelli tiene una divertida y amena Historia de Roma que es espléndido aperitivo.
Yo creo, que si te pones un poco al día con Roldán o con Montabnelli, que no es desdeñable, luego vale la pena saltar a leer directamente a Tito Livio, a Tácito, a Salustio (Los doce Césares), a Plutarco (Las Vidas), a Cicerón (Cartas y Discursos), a Pôlibio, Salustio, y a Cesar (Comentarios a las Guerras), etc.
Todo esto anda disperso por Cátedra, Austral, Alianza y Gredos. En Cátedra y Gredos, los p`reámbulos suelen ser muy interesantes porque te sitúan en el tiempo y el lugar.
Espero haberte sido útil.
Jordi says
Luis,
Con cierto retraso te contesto yo tambien porque acabo de ver la lista. Impresionante. MUCHISIMAS GRACIAS. Me voy a apuntar todos los nombres y voy a ver que puedo encontrar por estas tierras (dudo que el libro de Roldan sea factible…). Alguno caera en la siguiente compra, donde ya tengo uno en mente uno de Henry Kamen (del que he sabido gracias a esta bitacora) y el «Homenaje a Catalunya», de Orwell. La pena es que conseguir a Pla parece tarea complicada. Habra que seguir buscando.
Un placer conversar contigo.