Le Monde, 18 junio 2007. Nueva Asamblea Nacional
Francia inicia hoy un nuevo ciclo político. La segunda vuelta de las elecciones legislativas dio a Nicolas Sarkozy una sólida mayoría parlamentaria absoluta, para consumar la doble ruptura con el socialismo (Mitterrand) y el conservadurismo (Chirac). François Fillon, primer ministro, hizo este primer balance: “Los franceses han votado por el movimiento. Se acabó el tiempo de las elecciones. Ha llegado la hora de la acción”.
Sin embargo, la victoria de la nueva mayoría parlamentaria fue menos aplastante de lo previsto por los institutos de opinión.
La Unión por un Movimiento Popular (UMP) y el Nuevo Centro (NC) tendrán una sólida mayoría absoluta de 346 diputados, en una Asamblea Nacional con 577 escaños.
El centro del centro, el MoDem de François Bayrou, confirma el fracaso anunciado, con 4 diputados, instalándose en una insignificante posición grupuscular.
Las izquierdas tendrán 227 escaños, con ventaja abrumadora para el PS, con 205 diputados. Como previsto, el PCF no tendrá grupo parlamentario propio, con 18 diputados. Y los Verdes apenas tienen 4 diputados.
Por su parte, el Frente Nacional (FN) fue literalmente barrido. No tendrá diputados. Y Jean-Marie Le Pen anuncia el lanzamiento de una suscripción nacional, para pagar las deudas contraídas para financiar la última campaña.
DECEPCIÓN
Los institutos de opinión habían pronosticado una mayoría conservadora tan aplastante que, paradójicamente, una ventaja de más de un centenar de diputados es recibida con relativa “decepción”, cuando la oposición socialista está condenada a una travesía del desierto de cinco largos años.
François Fillon, primer ministro, hizo un balance mesurado y optimista: “Los franceses han dado al presidente de la República la mayoría parlamentaria necesaria para cumplir las promesas y cambios anunciados. Tras el tiempo de las elecciones llega el tiempo de la acción. No hay pueblo de derecha y pueblo de izquierdas. Solo hay un pueblo de Francia. Y Francia no puede seguir esperando, otros veintitantos años de inmovilismo”.
A la izquierda socialista, unos resultados más favorables de lo previsto, en la derrota, sin apelación, son recibidos con cierto alivio. Aunque, evitada la catástrofe, todos los grandes líderes socialistas, salvo Ségolène Royal, lanzan llamamientos al “realismo” y la “refundación”.
François Hollande, primer secretario del PS y compañero de Ségolène, se felicitó por la recuperación relativa de su partido, advirtiendo: “Soy lúcido sobre la realidad. Y debemos pensar en la refundación de las izquierdas”. Jack Lang, ex ministro de cultura, advertía: “El PS debe reflexionar seriamente y contemplar la cruda realidad”. Ségolène, por el contrario, ni siquiera reconocía que su partido ha conseguido más de un centenar de diputados menos que el partido de Sarkozy y se considera llamada a asumir el liderazgo del PS.
Las distintas familias socialistas están enfrentadas por el calendario de la imprescindible “refundación” de un PS condenado a repensar su ideario y buscar nuestras estrategias y alianzas.
PRIMEROS CAMBIOS
El nuevo equilibrio de fuerzas parlamentarias da al presidente de la República una mayoría muy holgada, para gobernar sin obstáculos. Siendo los grupos parlamentarios de la UMP y el NC menos abrumadores de lo previsto, la nueva Asamblea Nacional jugará un papel determinante en el proyecto personal de Nicolas Sarkozy de ruptura con el socialismo (Mitterrand) y el conservadurismo (Chirac), con un triple calendario, a corto, medio y largo plazo, indisociables.
Antes del fin de las próximas vacaciones veraniegas, Sarkozy espera conseguir el apoyo parlamentario para las reformas que necesitan de nuevos instrumentos legislativos, en forma de Leyes o decretos.
Para combatir los problemas de fondo de la inseguridad y la inmigración, está prevista una Ley contra la reincidencia, destinada a intentar yugular la violencia desde muy temprano: endurecer la legislación contra pequeños delincuentes y adolescentes violentos. A caballo entre los ministerios de la justicia, interior e inmigración, se endurecerán, igualmente, las condiciones de entrada en Francia de inmigrantes, exigiendo una cierta formación cultural, trabajo y recursos para aceptar el reagrupamiento familiar.
LOS PROYECTOS DE RUPTURA
Antes de abordar las reformas de fondo de los sistemas de seguridad social, el otoño que viene, Sarkozy ha previsto una Ley que regule un servicio público mínimo en los transportes. Se trata de privar a los sindicatos del sector público del arma estratégica de la parálisis de los transportes nacionales. Las reformas de fondo del invierno de 1995 fracasaron porque los sindicatos pudieron paralizar Francia, humillando al gobierno de la época. Antes de lanzar reformas de gran calado, Sarkozy desea imponer un servicio público mínimo, recortando la más temible arma de los sindicatos franceses, insignificantes en el sector privado, pero muy mayoritarios en el sector público.
Antes de lanzar una gran reforma del sistema educativo, a lo largo del próximo año, está prevista una Ley que asegure la autonomía de las universidades. Se trata, así mismo, de una reforma táctica: dar poder autónomo a las universidades, para evitar el chantaje disuasivo de los sindicatos de la enseñanza, tradicionalmente hostiles a la descentralización y la autonomía universitaria.
Antes de avanzar reformas de todo el sistema productivo, la más emblemática de las reformas se lanzará una Ley de “empleo, trabajo y poder adquisitivo”, que tendrá tres capítulos básicos: liberalizando el pago de las horas extraordinarias (sin nueva imposición) se espera enterrar los efectos perversos de la semana laboral de 35 horas (que seguirán en pié, pero vaciadas de contenido); bajando o anulando los derechos de sucesión, se espera favorecer la “liberación” de los patrimonios; permitiendo la deducción fiscal de los intereses de los préstamos inmobiliarios, se espera incrementar el poder adquisitivo de las familias endeudadas, dando un empujón al sector de la construcción y la vivienda.
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