El andén de la estación de Casablanca, 10 julio 2007. Foto JPQ
Acompaño a PJ a la estación de Lyon, donde toma el tren que lo lleva a la Costa. Como libro de horas se lleva, entre otros, Juventud de Joseph Conrad. ¡Quien pudiera volver a descubrir el perfume marino de ese viaje!
Mientras nos despedimos, me recuerda nuestra primera lectura del poema If, de Kipling. Cuando el tren ya se aleja, vuelvo a la gran sala del Train Blue, que está vacía, en oscura penumbra, aunque yo no olvido a los comensales de una cena lejana, reunidos por última vez en la misma mesa. ¿Dónde estáis, tan presentes e invisibles para el resto de los mortales, que no sé si escuchan vuestras voces, como yo..?
De vuelta a casa recuerdo a Borges:
MANUSCRITO HALLADO EN UN LIBRO DE JOSEPH CONRAD
En las trémulas tierras que exhalan el verano,
El día es invisible de puro blanco. El día
Es una estría cruel en una celosía,
Un fulgor en las costas y una fiebre en el llano.Pero la antigua noche es honda como un jarro
De agua cóncava. El agua se abre a infinitas huellas,
Y en ociosas canoas, de cara a las estrellas,
El hombre mide el vago tiempo con el cigarro.El humo desdibuja gris las constelaciones
Remotas. Lo inmediato pierde prehistoria y nombre.
El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
El río, el primer río. El hombre, el primer hombre.
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