Cuando miro las imágenes del Zoo de Richard Billingham, me asaltan las frases finales de Laura…
─¿Qué te reservará a ti la vida, pobre hijo mío? pensó Laura─. Ni tu padre ni tu madre te han podido dar mucha energía. No sé qué querría más, que fueras un bruto feliz o tuvieras como yo esta tristeza de sentirte siempre solo y sin consuelo.
Y al decir esto se le llenaba la cara de lágrimas. Lloraba como si hubiera fracasado completamente en la vida.
París, abril, 1939.