La diplomacia gubernamental ultima los detalles del próximo viaje del presidente del gobierno a Moscú, cuando la UE, Berlín, Londres y París subrayan sus diferencias, reservas e inquietud ante el comportamiento imprevisible y autoritario de Vladimir Putin.
Imposible el diálogo directo con Washington, aplazada la cumbre con Angela Merkel, relegado el diálogo con Londres y París a sus dimensiones estrictamente técnicas, Zapatero dialogará con Putin cuando la UE, Merkel, Brown y Sarkozy han insistido en su distanciamiento hacia el dirigente ruso.
La última cumbre UE / Rusia, el mes de mayo pasado, no consiguió disminuir las tensiones de fondo. Europa occidental teme mayoritariamente el chantaje energético. Europa oriental también teme el chantaje militar.
Merkel ha insistido en numerosas ocasiones en su preocupación por el autoritarismo de Putin. Sarkozy ha denunciado expresamente la brutalidad de los “métodos” rusos. Blair y Brown han sostenido con Putin tensas relaciones, como consecuencia de las graves sospechas que pesan sobre los métodos criminales del contra espionaje ruso.
Amnistía Internacional y numerosas organizaciones humanitarias tienen una visión mucho más negra del dirigente ruso. Son interminables, desde hace años, las acusaciones más graves: violencias genocidas del ejército ruso en Chechenia, intimidación policial contra las organizaciones humanitarias no gubernamentales, legislación autoritaria y liberticida, silenciosa complacencia hacia los crímenes racistas…
Washington sostiene con Moscú una dura gesticulación diplomática y militar. La UE no ha conseguido modificar ni influir seriamente ante las ambiciones de Moscú. ¿Qué argumentos y recursos de influencia podrá esgrimir Zapatero, ante Putin, para poder “pesar” en terrenos tan sensibles como el chantaje energético, el autoritarismo policial y el profundo desprecio hacia los derechos del hombre de un líder curtido en el universo concentracionario descrito en películas tan populares como La vida de los otros..? Putin tiene un alemán muy fluido: era el máximo representante del KGB, en la antigua RDA, por los años descritos con lírico idealismo en esa memorable película: Un arte de vivir y morir con gracia.
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