En otro tiempo, la gente joven denunciaba la ética del consumo, se proponía construir un mundo nuevo, salía al paso de las tentaciones totalitarias, etc.
Hoy, basta un cheque pagado con dinero público para convertirlos en pobres asistidos felices en un mundo feliz.
No imagino a Tom Sawyer, Huck Finn, Jim Hawkins o Guillermo Brown atados a la droga o dogal de la asistencia pública.
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