Madrid, Villa y Corte, 2
Al anochecer, atravieso Madrid en taxi, de este a oeste, de Arturo Soria a Puerta de Hierro. El calor hace más presente la polución, cuando el automóvil atraviesa subterráneos y pasos elevados sobre una autopista inmensa por donde fluye una riada de automóviles que nosotros sorteamos circulando a través un dédalo de minúsculas callejas, con el fin de intentar escapar los atascos que se suceden haciendo más difícil la respiración. Desde los altos de la Dehesa de la Villa, las últimas luces del ocaso quedan eclipsadas por la caligrafía fluorescente de las urbanizaciones que prometen una vida de sueño.