Madrid, Villa y Corte, 2
Al anochecer, atravieso Madrid en taxi, de este a oeste, de Arturo Soria a Puerta de Hierro. El calor hace más presente la polución, cuando el automóvil atraviesa subterráneos y pasos elevados sobre una autopista inmensa por donde fluye una riada de automóviles que nosotros sorteamos circulando a través un dédalo de minúsculas callejas, con el fin de intentar escapar los atascos que se suceden haciendo más difícil la respiración. Desde los altos de la Dehesa de la Villa, las últimas luces del ocaso quedan eclipsadas por la caligrafía fluorescente de las urbanizaciones que prometen una vida de sueño.
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Comiendo, en un restaurante de cierto lujo, este medio día, tras abrazarnos, D*, catedrático en la Complutense, me dio la impresión de una desesperación contenida, atacando a un hombre que fue un brillante director general del primer Aznar:
“… los estudiantes, ni estudian ni leen; los editores publican miserias en cantidades industriales; la cultura está por los suelos, corrompida por la política. Y la política está pudriendo toda moral. Zapatero, un demagogo. Los del PP, descarrilan: los pierde la soberbia. Si Rajoy se obstina en seguir fotografiándose con Aceves y Zaplana van al hoyo negro de la derrota. A Gallardón no lo pueden ver. Y Zapatero, tras tirarse el pegote de encarcelar etarras, volverá a negociar con ellos. Miseria y compañía. ¿Recuerdas a Benjamín, cuando decía que no debemos mirar hacia el pasado porque solo nos queda un campo de ruinas..?”
Decido llamar a D*, pero su teléfono no contesta. ¿Habrá salido? ¿Con quien? Él, que tan amigo fue de C*, ahora la odia. ¿Por qué?
EM Parrilla says
Desde Murcia
«A Galdós me lo figuro dando vueltas y vueltas por Madrid, sin prisa, claro está, pero no a la manera del paseante o del ocioso, es decir, no con el placer del paseante ni el cinismo del ocioso, sino con ese paso de perro callejero que no es propiamente una lentitud, sino una sapiencia, porque eso que en los perros callejeros puede parecer vaguedad de objetivo no es más que sabiduría, sabiduría profunda, convencimiento de que no hay lugares absolutos a donde ir».
RG
Q,
Hay dos plazas en Madrid que a uno siempre le han descansado…Plaza del Conde de Barajas -ya sabes, la plaza donde vivieron los Zambrano, antes de partir para el exilio– y la Plaza Villa de París -y ya sabes por qué-…Así pues, cuando ya no puedas más…y Madrid, como toda Gran Ciudad, también tiene eso…ya sabes… uno cuando no podía más se recogía en aquellos círculos, bajo el cielo gris, azul o negro, a la espera de…
votre jeune ami,
Em