Madrid, Villa y Corte, 7
En apenas tres días cortos, he necesitado varias veces de los servicios de inmigrantes modestos, felices, integrados, navegando con pericia por las aguas de un océano metropolitano sin orillas conocidas.
Pertrechado de un gps de segunda mano, un taxista búlgaro me salvó en las estribaciones de Arturo Soria del ataque de angustia de los náufragos perdidos en una isla desierta, rodeada de tiburones automovilísticos.
Cené ayer con F* y L* en un restaurante chino de la Dehesa de la Villa, atendido por una señorita ¿china? ¿vietnamita? con un simpático acento castizo, sirviéndose con pericia del argot urbano, muy de Lavapiés, donde el hijo de C* compra cds de música mestiza, que dejan “totalmente claras” (¿?), me dice, las influencias del flamenco magrebí (¿?), el blues del Sur estadounidense y la cosa folklórica y suburbana madrileña, “tradicional” (¿?).
Corto. ¿Cuánto tardarán Madrid y Barcelona en lanzar una Cité Nationale de l’Histoire de l’Immigration? Un siècle d’immigration espagnole en France. Le Monde, 10/11 noviembre 2007, La population immigrée de 1850 à 1999.
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