Imprescindibles para sobrevivir
Estando la vida pública de Caína caída de hinojos en el pútrido lodazal de la ideología, se me antoja que los medios de incomunicación de masas nos convierten en víctimas del Terror ideológico. Me pregunto si la asombrosa cantidad de poetas de calidades más que notables, en varias lenguas españolas, no pudiera ser algo así como un intento individual de mucha gente de letras embarcada de buena fe y sin saberlo, en muchas ocasiones, en la desigual tarea de podar y limpiar las lenguas amenazadas, para devolver a las palabras de la tribu la limpieza de los cimientos de algo así como una “casa común”.
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Me asaltó tal idea cuando leía, en Madrid, días pasados, un libro que me regaló A*, Poesía española reciente (Cátedra), una antología y estudio del maestro Juan Cano Ballesta, cuya primera edición data del 2001 e incluye obra de Ana Rossetti, Javier Salvago, Jon Juaristi, Abelardo Linares, Andrés Trapiello, Juan Manuel Bonet, Justo Navarro, Miguel Casado, José Gutierrez, Julio Martínez Mesanza, Juan Carlos Suñen, Juan Lamillar, Luis García Montero, Blanca Andreu, Álvaro Valverde, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Esperanza López Parada, Roger Wolfe, Leopoldo Alas, Aurora Luque, Jorge Riechmann, José Antonio Mesa Toré, Vicente Valero, Vicente Gallego, Almudena Guzmán, Álvaro García, Ada Salas, Luis Muñoz…
Ya sé que hay muchos otros poetas, vivos, y no digamos muertos. No sé si Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, tienen hoy tantos y tan buenos poetas. Me sorprende, en esta antología, la calidad literaria del conjunto, más allá de matices y sensibilidades. Y esa calidad me habla de una lengua culta, con muchos recursos expresivos, abierta a otros mundos, otras lenguas (incluso otras lenguas españolas), bebiendo siempre en sus raíces más hondas y no mancilladas por la ideología, justamente: la mitología clásica, el rescate de maestros condenados al ostracismo, etc. Esa y tan variada tarea tiene algo de roturación y siembra permanente de la tierra común de la lengua, cuando las tormentas de basura ideológica pudieran percibirse como una grave amenaza para la imaginaria “casa común”, en cuarentena.
Tengo a la mano dos ejemplos que me parecen reveladores. El de un poema de Gabriel Aresti, releído con mucho brío por Juaristi. El patriarca de la poesía vasca en euskera, dice así, traducido por Javier Atienza:
Defenderé
la casa de mi padre.
contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre…
me moriré
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
Por su parte, Roger Wolfe utiliza el legendario diálogo de Babieca y Rocinante [B. Metafísico estáis. R. Es que no como] para dar la vuelta al más famoso poema indisociable de la defunción de España, víctima de los españoles [Miré los muros de la patria mía, de Quevedo] y escribe:
METAFÍSICO ESTÁIS
El tipo dijo
con palabras elogiosas
que en el fondo
le agradezco:
“… he aquí el milagro
de una lírica
que se construye
en el vacío…”;
y miré los muros
de esta casa
que no es mía
y no hallé cosa
en que poner los ojos
que me ayudara
a pagar el alquiler.Y tuve que darle
la razón.
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Casi todo está dicho: de las amenazas que pesan sobre la “casa común” al épico combate de la palabra intentando escapar a la podredumbre endemoniada y carnívora de la ideología: “… discussions, analyses portant sur des abstractions sans rapport avec les faits et la réalité positive”.
- Ecología del espíritu: recursos para acelerar la desertización moral de un pueblo
- Rostropóvich: el arte nos hará libres…
Addenda et Corrigenda y El Llibreter me recuerdan el rostro negro de esta y otras historias: Frankfurt 07, la cultura catalana y los medios españoles: el fracaso de la fraternidad entre los pueblos de España y Tres punts i una targeta.
Ana A. says
Muy optimista te veo, Quiñonero, sobre la lengua de los poetas, que pueden y suelen ser tan navajeros como los colegas políticos y con el mismo deseo asesino, oye…
Ramón Machón says
Ana, has dado en el clavo. Pero no del todo. Esos poetas de los que hablas, incluso esos navajeros, pueden ejercer, con sus poemas y no con su vida «pública», a veces sin proponérselo, como purificadores de esa «casa común» de la que habla Quiñonero.
Cosas que tiene la escritura, que ahí queda, mientras los que la producen o perpetran van desapareciendo, para bien y para mal.
JP Quiñonero says
Ana, Ramón,
Me inclino por el «ecumenismo» de Ramón, creo.
Son ciertos los navajazos poéticos, que pueden tener mucho genio, sin son Góngora y Quevedo quienes se lanzan contra la yugular del adversario.
Pero, finalmente, el genio de la lengua me parece salvífico…
Q.-
PS. Escrito eso, me horrorizo de mi optimismo… recordando mi tesis de la destrucción de España víctima de una enfermedad del espíritu, propagada por la ética y la estética desalmada de la Picaresca más endemoniada.
maty says
Desertización moral y cultural de España y de Occidente (así cuelo la reseña 😛 )
Meneame -> Libreros La extinción del hombre culto.DORIS LESSING
Otro tanto puede decirse con los que reniegan y presumen de sus desconocimientos científicos y técnicos. La Cultura es una suma de ambos conocimientos, de ambos.