Imprescindibles para sobrevivir
Los libros nos cambian. Y nosotros descubrimos nuevos mundos que estaban ellos antes y después de nuestra lectura.
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¿Cuántas veces he leído las Fiestas galantes de Paul Verlaine..?
La primera fue en la biblioteca pública de Palma del Río, hace tantos años: una revelación. ¡Fantasías! ¡Sexo! ¡Mujeres! ¡Princesas! ¡Vicios! ¡Locuras! ¡Pasiones! Un encanto.
La última concluyó la madrugada pasada, maravillado por la traducción de don Manuel Machado. Un respeto. Admirado ante la pulcra erudición de Miguel d’Ors presentando su nueva edición (Ed. Renacimiento, col. Poesía universal, dirigida por Manuel Aragón), que recupera los antiguos prefacio y prólogo de François Copée y Enrique Gómez Carrillo. ¡Qué poeta tan enorme era Verlaine!
Me sorprende algo que había olvidado: la pasión parisina del poeta por las cosas españolas. ¡Compara a Calderón con Esquilo! Su evocación de la muerte de Felipe II es un poema de historia de una fuerza vertiginosa que recuerda las profecías líricas de Poe. Una cita:
Luego el estertor de la muerte ululó en el pecho ─ del augusto enfermo con locos sobresaltos: tal pasa el huracán por las ruinas.
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