St. Sulpice, 15 nov. 07. Foto JPQ
A* y M* me invitan a tomar café en la plaza de St. Sulpice: regresan a Madrid sin enterarse que París vivía jornadas de “caos”.
[ .. ]
¿Cómo va la huelga..?, me pregunta M*.
Creo que hoy hay menos huelguistas que ayer. Pero menos que mañana.
Hay que leer periódicos, se lamenta A*, temiendo regresar a Madrid sin haber visto ninguna jornada de “caos” y “revuelta sindical”, que siempre anima los recuerdos del turista moderno.
Durante dos días, A* y M* han gozado de una vida feliz: restaurantes, museos, etc. Se han movido en taxi, sin dificultades particulares. Incluso han alquilado dos bicicletas, durante un par de horas. Apenas, en una feria de venta de fotografía contemporánea, los marchantes lamentaban el retraso de la clientela británica, víctima del cacao ferroviario.
… Lejos de los atascos que tanto y de tan mala manera complican la vida de quienes viven en la periferia, lejos de los mortales condenados a utilizar metro y autobuses, A* y M* se llevan de París la imagen de una ciudad tranquila, soleada, donde es agradable caminar y montar en bicicleta.
¡Ah! Qué esquina. Qué deseo de entrar de nuevo en el templo, ver los Delacroix y la linea de bronce encastrada en el suelo y fuera, los árboles en la plaza con ese amarillo último. Y luego caminar hasta Beaux Arts para echarle un ojo a lo incomprable.
Así da gusto contemplar las huelgas, oiga.
Hablando de espacios públicos…
Juan Freire La ciudad y los espacios públicos: diseño útil o apropiación ciudadana
Miguel, Ana, Maty,
… creí haber hecho un comentario: pero he debido soñar o ha desaparecido. Vuelvo a la carta..
Miguel, también yo siento cariño por ese rincón…
Ana, bueno… me pareció que esa rincón de paz, tranquilidad, era, por una vez, mucho más real que la agitación que cuentan los periódicos, radio etc., que algo tiene de Irreal, por momento…
Maty… lo que dice Freire sobre la transformación del centro comercial en espacio de relación es bien cierto. Sin que tal espacio tenga el encanto de la vieja taberna, el viejo café, el viejo bailongo, etc., en vías de desaparición… lo que confirma el encanto de ese café de la plaza St. Sulpice…
Q.-
Un comentario pijotero/borde:
No sera «mas que manyana»? 😉
Que envidia me das, Quinyo. Yo tambien quisiera disfrutar de un cafe en companyia en un ricon parisino como ese (aunque casi me quedaria antes con el Marais…).
Desde el punto de vista de un humilde habitante de un pais infestado de malls (a.k.a. centros comerciales), me niego a asumir que pueden ocupar el espacio social de una plaza, una rambla, un parque, un paseo, un bar o, por que no, un campo de futbol de pueblo. La gente va al centro comercial a mirar tiendas, productos, precios… y a comer (comida rapida en el food court -una especie de galeria fastuosa de aceites recalentados-, en muchos casos).
Si queremos cambiar las tardes en un bar cualquiera en St. Sulpice por las rutas de tienda en tienda sin un bar o un banco donde sentarse a contemplar el mundo sin prisas, es que estamos copiando una de las peores cosas que encuentro en la sociedad estadounidense. Vivan las tardes de cortado en un bar! Horas y horas hablando de un tema cualquiera sin tener nada mas que mirar que la companyia que tiene un@.
Jordi,
La verdad sea dicha: yo soñaba con marcharme a… LA, California… pero me enviaron a París. Y aquí me quedé. No lo lamento.
Lo de los malls es una cuestión universal, Maresme incluido: ¡la de tardes/noches que he perdido ganado con mis hijos en Mataró Park!… terminando con la consiguiente e infecta hamburguesa… ¡allí ví One dollar million baby..!
Nobody’s perfect. Really,
Q.-
PS. Se me ocurren sitios neoyorquinos francamente potables.
No he estado aún en LA, pero mis fuentes, bien informadas, no me hablan especialmente bien de ella. En la costa este, yo recomiendo Boston y Chicago. Dos ciudades con mucho encanto y muy europeas, pero eclipsadas por la locura neoyorquina. Por supuesto, NYC tiene sitios la mar de potables. Y cuanto más lejos del Midtown, más potable se vuelve el entorno. Es una ciudad que tiene muchísimo encanto cuando uno se aleja de los rascacielos. El East Village es un «must» si uno quiere una zona con buena gastronomía y mucha vida.
Será universal, pero, al menos, en España la gente se encuentra en los bares y no delante de Sephora.
¡Ecs! Puedo contar con los dedos de una mano, y me sobran, las veces que he ido a un restaurante de comida rápida desde que vivo aquí. Y es que, en contra de lo que se vende, hay mucho más que eso por estas tierras.
Certainly not, dear Mr. Quiñonero!
Robert, Jordi…
Robert, hay gorilas y gorilas, claro.
Jordi,
LA NO es una ciudad en el sentido europeo del término. Las ciudades europeas comenzaron siendo aglomeraciones de casas en torno a una plaza, un mercado, una iglesia, un campanario, etc. Mientras que el downtown de LA como es algo muy parecido a una “tierra baldía”. A partir de ahí, queda una inmensa metrópoli creada en torno a una red de freeways y highways, una “selva” humana donde es posible encontrar pepitas de oro, si se llega a sobrevivir y encontrar “un lugar limpio y acogedor” (Hemingway sobre un desaparecido café parisino) …
Q.-
¿¿…acogedor ?? No soy traductor profesional, pero tengo dos centavos. Debe ser «un lugar limpio y bien iluminado», diría. La expresión «well-lighted» en el título tiene un cierto aspecto de miedo con respecto a sombras. La luz en el título representa algo más paranoico que acogedor.
Robert,
No tengo el texto a la mano. Es la traducción de Gabriel Ferrater de París era una fiesta (título que mejora el título original). Pero recuerdo con relativa precisión el acogedor. Quizá me equivoque. El «well lighted» no tiene el calor de acogedor, que no recuerdo si está en el texto inglés o es cosa de Ferrater.
Q.-
En el cuento de Hemingway, un viejo pensativo se sienta en un café limpio y bien iluminado para evitar el peligro de estar solo en su apartamento. Este viejo depresivo ha tratado de suicidarse, hace unas díaz, en las sombras de su apartamento.
En este café parisino no tenía ningun alcogedor. Los dos camareros impacientes le exigieron al depresivo de irse lo más pronto posible… el viejo suicidia no quería irse, para evitar el gran nada en su dormitorio. De ahí la tensión macabra en el cuento.
Robert,
Hablamos de historias distintas.
Yo hablo de las primeras páginas de París era una fiesta… cuando Hemingway habla de su juventud, y se recuerda sentado en un café del bulevar St. Michel (hoy convertido en pizzería), intentando escribir a la manera de los rusos. Pide un ron ¿negrita? e intenta “meter” en su relato algo vivo a la manera de los cazadores de Turgueniev. Y es en esas páginas donde el traductor (Gabriel Ferrater) habla de sitio limpio y acogedor. QUIZÁ ME EQUIVOQUE Y LA MEMORIA ME HAGA HABLAR CON INEXACTITUD… Pero si es cierto que hablamos de dos historias distintas, aunque complementarias. El sitio bien iluminado también aparece en otros relatos de Hemingway. El relato que tú citas también es muy bello, claro,
Q.-
PS. Se admiten precisiones, claro.
Yo pensaba de un otro cuento de Hemingway… y de los dos camareros parisinos requetesuficientes… :->
http://www.literatura.us/idiomas/eh_lugar.html
Aquí hay una versión en español del relato de Hemingway del cual hablabo. Este cuento se llama «Un lugar limpio y bien iluminado». No lo he leido jamas en español.
Robert,
Te respondo en
París, una fría noche de invierno.
Q.-