Me despierto sobresaltado a las cinco de la mañana. ¿Habrá comenzado el incendio de París..?
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A falta de incendios, Liberation prefiere abrir con las amenazas que pesan sobre la existencia misma del Estado belga. Mientras que LCI habla de noche tranquila.
A lo largo del día de ayer, recogió aquí y allá estos testimonios:
● Françoise E*, pre jubilada, no tiene ninguna confianza en la “escandalera” de periódicos, radio y tv: “Montan cuatro fotografías y esos niñatos se crecen. En mi barrio, violaron a una chica joven. La policía detuvo a ese mismo tipo de personajes. Y nadie puso el grito en el cielo. Desarmados, son unos cobardes asesinos. Les daba miedo que los fotografiasen”.
● Los jóvenes de Villiers-le-Bel, donde estallaron las primeras violencias, lo ven desde un muy otro ángulo. Rachid C* se dirige de este modo, a cara descubierta, ante un grupo de reporteros de radio y tv: “Los polis nos tratan como perros. Muchos colegas están hartos. La policía trata de otra manera a los niños bien, cuando se emborrachan en los barrios de ricos. Nosotros hemos crecido y nos hemos educado en la violencia callejera”.
● Un vigilante del supermercado Aldi, en la plaza del pueblo, que prefiere preservar su anonimato, habla de este modo: “Los conozco muy bien. Son unos cobardes. No tienen ni fe, ni familia, nada. Meten fuego por odio. ¿Contra quien? No sé si ellos lo saben. Se odian entre ellos. Y odian a quienes no son como ellos. Le meten fuego a una escuela, porque se aburren en clase. O le meten fuego a una delegación de Hacienda, porque dicen que así arderán las multas que no desean pagar. Apalean a un amigo, para robarle una gorra. Y son capaces de meter fuego a un edificio, para reírse”.
● Entre los comerciantes de la plaza Berlioz, Pierre B* confiesa su consternación: “Durante el día, a cara descubierta, parecen chicos normales. Vienen, piden, pagan, compran. Sin problemas. En cuanto se reúnen, se toman una copa o se fuman un porro, pierden los pedales, y descarrilan. El lunes metieron fuego a un supermercado de barrio, donde horas antes habían estado robando”.
● En un local de asistencia social, bautizado Salvador Allende (¿hace cuantos años?), en una ciudad próxima, en Sarcelles, un joven de origen marroquí, que se gana la vida dando cursos de actividades deportivas, teme lo peor: “Viven, vivimos, sin escucharnos los unos a los otros. Los más jóvenes no siempre conocen a su padre. Y han crecido educados en la violencia, en casa, en la escalera, en el barrio, en la escuela. ¿Qué quiere..?”
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Hace dos años, la crisis tenía más color: París: los androides ya copulan con ovejas eléctricas y meten fuego a las hamburgueserías cuando se aburren.
Mes compliments. Un periodisto espagnol que no anuncia el Apocalypsis. Siga, por favor.
Marie,
Gratitudes…
Q.-