¿Se ha convertido Europa en un museo de lo que fue? Tiranía y comercio con Libia, China, Rusia. ¿Se salvará Francia de veintitantos años de inmovilismos arcaizantes..? Hablo de esos y otros temas con Guy Sorman, al teléfono. Y nada me cuesta compartir bastantes de sus dudas.

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• Guy Sorman, Le futur, c’est tout de suite.

A su modo de ver, 2008 será el año de un gran “duelo” entre China y los EE.UU. en la escena planetaria, disputándose la influencia en la nueva geografía del poder mundial. En ese marco, ¿está condenada Europa a convertirse en un gran y melancólico museo, con un pasado glorioso y un declinante futuro?

-Temo que haya grandes posibilidades que Europa se esté convirtiendo en un museo con un pasado glorioso, como usted dice. Todo dependerá, en el futuro inmediato, de la relación de fuerzas entre dinámicos e inmovilistas. Inglaterra, Polonia, los países del Este y España, en bastante medida, son fuerzas dinámicas. En el bando opuesto, el bando inmovilista, se encuentran siempre Italia, Alemania y Francia. Del equilibrio o desequilibrio de esa relación de fuerzas dependerá el futuro de Europa.

Nicolas Sarkozy conquistó el poder prometiendo la ruptura con veintitantos años de inmovilismo socialista (Mitterrand) y conservador (Chirac). ¿Percibe usted síntomas de ruptura y salida del largo declive nacional..?

Los optimistas le dirán que todavía es pronto para sacar conclusiones, afirmando que las grandes reformas tardarán tiempo en ser realidad y dar sus frutos. Los pesimistas le dirán que Sarkozy lleva ya varios meses en el poder; y no son muy visibles los resultados. A título personal, me encuentro entre ambas posiciones. Es cierto que todavía es pronto para esperar grandes resultados concretos. Pero tampoco veo grandes cambios en el horizonte.

¿No ha ganado Sarkozy su primera batalla contra los sindicatos del transporte público y algunas empresas del sector público?

-Bueno… El presidente ha ganado, si es que la ha ganado, una batalla como usted dice que solo afecta a 200.000 empleados, en un país de 60 millones de habitantes. Y, la batalla en curso sobre la función pública solo afecta a un 5% escaso de la población. Demasiado poco para hablar de ruptura de ningún tipo. La gran reforma y la gran ruptura habría sido un cambio en profundidad del sistema nacional de pensiones y jubilaciones. Pero esa batalla ni siquiera se ha planteado. Me da la impresión que la tal batalla no ha terminado, si es que en verdad se trata de una batalla. Y el resultado todavía está en el aire.

La visita oficial Gadafi, recibido en el Elíseo, ha suscitado muchas polémicas. ¿Cuál es su opinión de las relaciones entre diplomacia y derechos humanos?

-Mi opinión personal es que la polémica, en ese terreno, tiene algo de ilusorio e hipócrita. Gadafi es un pequeño dictador de un pequeño país. El problema de fondo es este: ¿Cuáles son las relaciones posibles o imposibles entre la acción diplomática o la defensa de los derechos del hombre? En ese terreno, Sarkozy tampoco innova mucho. Sigue en la recta línea tradicional que ya practicaban De Gaulle, Giscard, Mitterrand o Chirac. Es decir: un realismo político absoluto. En el caso de la polémica en curso, hay algo, como le digo, de irrisorio. Gadafi, comparado con el presidente de China, que firma el fusilamiento de 10.000 disidentes, cada año, es un pequeño tirano, un dictador de segundo orden en un país finalmente muy pequeño. Los crímenes de Gadafi, por otra parte, quizá sean menos brutales que los crímenes del presidente de Túnez. Los crímenes del ejército ruso, en Chechenia, cumpliendo las órdenes de Putin, tienen muy otras proporciones. Sin embargo, nadie se indigna del trato con Putin, el presidente de China o el presidente de Túnez. En Europa, solo Angela Merkel es capaz de hablar con claridad y adoptar una postura firme y enérgica en materia de derechos del hombre, denunciando a Putin, denunciando a los tiranos asiáticos o africanos. En París, es muy fácil poner el grito en el cielo para denunciar a un “pequeño” tirano. Pero se callan ante los grandes dictadores.