Román Gubern avanza razones muy pertinentes para responder a esta pregunta. “¿Por qué no gusta el cine español?” A título personal, tengo razones de otra índole para apreciar el más reciente cine norteamericano.
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Los tormentos éticos y morales de las sociedades española y norteamericana pueden tener algunos paralelismos. Pero los grandes maestros americanos los tratan con un rigor estético implacable, que les confiere una universalidad absoluta. Ya sea Sydney Lumet [“Mata a tu madre y corre..”], Woody Allen [El sueño de Casandra], Brian De Palma [La Dalia Negra y nosotros] o los hermanos Joel y Ethan Coen [Cannes, New Mexico, la Costa Azul y otros destierros].
La guerra civil sigue siendo un hondísimo tema por explorar. Hasta hoy, sin embargo, a pensar de honradas y buenísimas intenciones [Libertarias, etc.], la ideología, el sectarismo o la trivialidad (véase la penosa Vaquilla de Berlanga, autor de varias obras maestras indispensables) han causado estragos, dejando intacto y virgen, para mi sensibilidad, el drama al que seguimos encadenados. Por el contrario, Clint Eastwood explora con un aliento shakesperiano el tormento moral de una guerra mundial, indisociable de otras guerras mucho más próximas. [Clint Eastwood, en Iwo Jima, contra la guerra de Irak, Volverás a Iwo Jima, pero nunca llegarás a nada, Caína / Iwo Jima: distintas maneras de morir, El arte de vivir y morir como hombres].
La guerra de Irak ha desencadenado tormentas morales de insondable calado. Paul Haggis las trata con un escalpelo implacable que debiera sernos muy próximo [El valle de Elah y nosotros, El hombre libre, una especie amenazada]. Ese padre patriota que busca los restos de su hijo encuentra en un descampado los restos de un cadáver troceado con un cuchillo de carnicero, arrojado a los perros. Tema trágico por excelencia, tan próximo, políticamente, al tema de los terroristas liquidados a tiros en la nuca, enterrados en cal viva, para ocultar todo rastro político: Asesinatos, política, ETA, GAL y Una primavera atroz.
- Cine en este Infierno.
Borgia says
Esoy prudentemente de acuerdo en la valoración que te merece el reciente cine español. En cuanto a «LA vaquilla», me haces vacilar, porque guardo un buen recuerdo de aquella película que desnudaba la realidad española de esos años hasta mostrar su centro tragicómico. Eso me pareció, pero debería verla de nuevo: han pasado muchos, demasiados años y «ya no soy el que era». La comparativa con el cine norteamericano, sin embargo, no admite – a mi entender- dudas. En su mayor parte, los cineastas españoles no saben tomar lo real como materia misma del arte. Lo sensible se les escapa y tienden a sustituirlo por conceptos e ideas que dan a las películas un aire de impostada artificialidad. Una obra como «El padrino» es inconcebible por estas tierras: se convertiría en una suma de recetas morales, de denuncias, de apelaciones a los sentimientos más toscos. El cineasta español prefiere siempre remontar por encima de lo real y sensible para establecer el significado moral de lo que muestra. Debido a esta aversión por la complejidad casi todas las películas resultan aburridas y reiterativas. Detrás del autor se adivina el sermón, la catequesis (aunque en genral «progresista»), la voluntad de edificación e ilustración morales, lo que – aunque evidencia una cantidad tremenda de «buenas intenciones»- representa el ocaso del arte.
JP Quiñonero says
Borgia,
Por mi parte, no hay ninguna prudencia al decir que tu visión sobre la sermonería catequética me parece sencillamente exacta. Como no soy nada especialista y hay muchas películas guardo una cierta prudencia verbal. Pero el grifo de las lágrimas ideológicas me suele parecer de una obscenidad grosera o hipócrita, según los casos. Hay casos y casos, claro.
Con respecto a la vaguilla berlanguiana… salí del cine deprimido: ¡el hombre que había contado la historia de Bienvenido Mr Marshall caído de hinojos en una astracanada de esa especie..!
Q.-
PS. Ayer ví Charlie Wilson’s War, de Mike Michols… y, en su trivialidad aparente, ¡cuanto talento..! ¡Con que cruel delicadeza se describen personajes como un senador texano..! ¡Quién haría algo parecido con un director de la guardia civil que se enriquecía comprando comisiones por construir cuarteles! ¡O una banda de criminales filántropos que cobraban primas por matar..! ¡Como me gustaría ver una película contando las peripecias de un guardia civil español en Bagdad, hace apenas cuatro años..!
Borgia says
Tienes razón, hay casos y casos, y, afortunadamente, hay autores que se destacan sobre esa uniformidad asfixiante. Yo tampoco estoy al tanto de odas las películas, pero en mchas de las que he visto se percibe ese pringue moral pegajoso. Falta la pericia de contar historias sin extender sobre ellas un constante halo de falsedad y sentimentalismo. Ayer ví «Los crímenes de Oxford», que quizás está libre de tal moralismo; lo mejor de la película es el intento de considerar lo que pasa aparte de la obsesiva mirada moral del autor -que es lo que suelen hacer los españoles- pero la historia se va deshaciendo como un azucarillo a medida que avanza y, finalmente, pierde toda consistencia y empuje. Falta el hábito de narrar.
Es paradójico que los cienastas subvencionados, que sólo profieren insultos y anatemas contra el «imperialista» cine americano, estén dominados preciamente por el cine americano, pero en su peor acepción: el moralismo ñoño de tantas producciones de categoría dudosa. El artículo que mencionas, que también leí, no hacía más (si no recuerdo mal) que incidir en causas extrínsecas y apuntaba la tesis sabida de que la culpa es de los demás, en este caso del imperialismo cinematográfico. En ningún momento se aventuraba en serio a diseccionar la crisis profunda del cine español, sometido al corporativismo y la endogamia, a los dictados ideológicos y el servilismo. Así no se llega a ninguna parte, sólo a seguir exigiendo la intervención sempiterna del estado para mantener en vida artificial a algo que por sí mismo da muestras de agonía.
JP Quiñonero says
Borgia,
Creo que comparto todo eso que dices. Por mi parte, cada vez soy más sensible a la fuerza lírica de las imágenes, la fotografía… de una calidad excepcional entre los americanos buenos y de una modestia insignificante entre una mayoría de europeos… los franceses pueden alcanzar cotas importantes de «petardez» tediosa y pedante,
Q.-
maty says
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