A igualdad de «fe», “convencimiento íntimo”, “sectarismo”, “fanatismo” que los creyentes considerarán a todas luces injusto y blasfemo comparar, existen entre los obispos españoles y los ayatolás iraníes unas diferencias que afectan a los valores cívicos básicos donde se funda la libertad, estabilidad y cohesión social de las sociedades.
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En la cúpula suprema de un Estado de milenarias raíces, gran potencia petrolífera mundial, gran potencia diplomática y militar en Oriente Medio, los ayatolás iraníes consideran ilegítima y condenan a la persecución policial, militar, armada, cualquier disidencia contra su visión religiosa milenarista.
Los ayatolás iraníes financian grupos islamistas convencidos de lo bien fundado de la guerra religiosa revolucionaria, que en Europa suele calificarse como terrorismo.
Siguiendo la tradición bonapartista del ayatolá Jomeini, los ayatolás iraníes están convencidos de la vocación planetaria de un Islam chií, profético y armado.
A través de la Organización de la conferencia islámica (OCI), los ayatolás iraníes ocupan un puesto de influencia significativa en la escena diplomática mundial, que aspiran a incrementar dotando a su patria de un parque de artillería nuclear.
● Alfonso Guerra compara a los obispos con los ayatolás iraníes.
● Discrepancias en el PSOE sobre el concordato.
Juan says
Los que tenemos ya cierta edad y cierta «memoria histórica» (como ahora le llaman a abrir heridas cerradas), conocemos muy bien los desvarios políticos e ideólogicos de Alfonso Guerra.
Claro, desvaríos muy rentables, por cierto, desde los tiempos de guardaespaldas de su jefe Felipe.
Poca credibilidad damos muchos a su palabrería…
JP Quiñonero says
Juan,
Lo de guardaespaldas no está mal visto.
Me censuro lo que yo en verdad pienso de Alfonso. En algún libro me sirvo de su imagen deformada en un espejo cóncavo / esperpéntico parar decir algo mucho más negro sobre un personaje que viene de los Sueños de Quevedo y el Ruedo Ibérico, claro,
Q.-
Luis Rivera says
Y sin embargo, dejando a Guerra a un lado, que sus virtudes tenía y me niego al juego maniqueo de pintar de un color u otro al sujeto, si opino que toda ideología, y especialmente aquella cuya vocación es la salvación de las almas, tiende al irredentismo espiritual (apropiación de un territorio) aunque sea por la fuerza, y su única contención está en la sociedad civil.
No dudo de la actitud de la jerarquía católica, sustantivo y adjejtivo que de por sí ya me resultan complejos para el entendimiento: jerarquia en lo espiritual. No dudo de que su vocación está limitada por los valores que la Constitución ampara, y como la gelatina, busca los resquicios para ocupar más territorio.
Es de las pocas dudas que no suscribo. Yo creo que en el fondo, que no en la forma, ambos, ayatolás y obispos, aspiran al irredentismo total.