Víctima yo mismo de las perniciosas infecciones de la Moda rostro saturnal de la Muerte, Baudelaire dixit, durante tantos años, temía haber escrito una necrológica pasablemente injusta de Alain Robbe-Grillet. A la luz de lo que hacen las gacetas de la mañana, temo haber sido muy benévolo.
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DE LA NUEVA NOVELA AL PORNO SOFT
El domingo murió en Caen (Calvados, al noroeste de Francia) Alain Robbe-Grillet (85 años), víctima de una crisis cardiaca. Fue durante los años 60 y primeros 70 del siglo pasado el patriarca, teórico y principal agitador de la “nueva novela”, finalmente abandonada por la “autobiografía fantasmática”, muy próxima al porno soft.
Sus novelas, minoritarias, poco reeditadas y finalmente caídas en un imprevisible purgatorio, Les Gommes (1953), Le Voyeur (1955), La Jalouisie (1957), seguidas de un perentorio ensayo titulado Por una nueva novela (1963), fueron presentadas en su día como algo “revolucionario”, “subversivo”, llamado a “derrocar” la “novela tradicional” (Balzac, etc.).
Aquella aventura, reciclada años más tarde por la revista Tel Quel, atizó una legendaria polémica, en la que participaron todas las eminencias difuntas de la Francia literaria de la época. Y un editor avispado se sirvió de la marca oficiosa “nueva novela” para vender con relativo éxito autores muy dispares, como Claude Simon, Nathalie Sarraute, Claude Ollier, incluso la primera Marguerite Duras. Robbe-Grillet ofició como “pontífice” de una secta con aspiraciones dogmáticas.
Con los años y el desinterés de la crítica y los lectores, Robbe-Grillet se pasó al cine, financiado por el ministerio de la cultura, para terminar escribiendo varios libros autobiográficos, donde cuenta con relativa minucia sus obsesiones sado masoquistas, compartidas con su esposa, autora, también ella, de varios relatos muy porno soft, en la mejor tradición de la literatura que se vende en la trastienda de las librerías “solo para adultos”. Las historias sado masoquistas de la pareja no encontraron un eco particular, a pesar de los esfuerzos de marketing de sus editores, esperando que las historias auto biográficas y “tórridas” de dos ancianos terminaran encontrando un “gran público” finalmente esquivo.
Abandonada la estética de la “nueva novela” a su incierta suerte, los libros parcialmente autobiográficos de Robbe-Grillet descubrieron otras facetas más oscuras.
El teórico y agitador de la nueva novela militó durante los años 60 del siglo XX en casi todas las causas de la extrema izquierda francesa. Sin embargo, el autor terminaría confesando que, en verdad, durante la ocupación nazi y la inmediata pos guerra, sintió cierta “comprensión” y “simpatía” por las extremas derechas más tradicionales.
Elegido miembro de la Academia francesa el 2004, Robbe Grillet no llegó a leer nunca su discurso de ingreso.
¡Qué poco ha quedado de toda esa literatura, y nada de AR-G! Pero lo triste para nosotros es que aquí, como sigue ocurriendo hoy, bailamos al son que nos tocaban fuera… Fue otra de las graves equivocaciones de Carlos Barral como editor. Por fortuna, las grandes narradores hispanoamericanos barrieron todos esos ladrillos…
Fernando,
Cuanto me consuela tu complicidad… por momentos, la cosa actual tiene tintes algo más negros.
En definitiva… entre Claude Simon y Frédéric Beigbeder, o el 99 % de las novedades parisinas (que son las que yo conozco), hay distancias impresionantes, que siempre se venden con la misma etiqueta, año tras año, desde …
Q.-