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Descubro por azar, con dos años largos de retraso, un texto que me emociona mucho y la discreción de Juan Ángel Juristo, el mal funcionamiento de los negocios postales, un traslado y otros desastres personales me impidieron leer en su momento, incomprensiblemente. Hoy lo rescato con una brizna de orgullo. “Vanitas vanitatis…”
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EL CABALLERO, LA MUÑECA Y EL TESORO
Juan Ángel Juristo
Toda fábula moral en el mundo moderno tiende a proyectar en la sociedad futura el arreglo de los males presentes, o bien, lo que en consecuencia es lo mismo, a empeorar aquello que se juzga ya como irremediable. Este género, utópico, donde la ciencia- ficción sería su consecuencia en lo tecnológico, ha conocido, con la quiebra de la concepción optimista de la Modernidad, un declive del que este libro, quizá sin proponérselo, puede ser tomado como ejemplo de la búsqueda de otras vías, otras sensibilidades en que esta literatura se debate hoy día.Juan Pedro Quiñonero ha vuelto en esta novela [El caballero, la muñeca y el tesoro, Ed. Áltera] el género del revés, buscando en Arcadia lo que parece no encontrarse ya en Utopía, es decir, construyendo una fábula moral con elementos tomados del pasado, ya sea éste mítico, de cariz religioso, literario o político, y ensamblándolos en una realidad donde el tiempo está suspendido y no posee referencias realistas, aun sea futuras. El resultado de todo ello es una inmersión en la intimidad más recóndita de aquello que anida en el ser humano.
Leyendo este libro nos sucede lo que habíamos aprendido ya en Dickens, que el hogar, por muy inhóspita que la vida se nos presente, existe, aun sea en la lejanía, y si bien es verdad que la cita que abre el libro es la afirmación de la irrealidad del personaje, ésta se toma de Il Cavaliere inesistente, de Italo Calvino, otro hermoso ejemplo de irónicos planteamientos arcádicos, no lo es menos que la prueba de su deuda está en la resolución que adopta un niño al final de la narración, cuando el tiempo parezca que ha vuelto a darse la vuelta y hablemos ahora de Ulises, de Eneas, de Cristo, de Sócrates, de la fundación de Roma como si aconteciesen en el momento.
Juguetes rotos. En realidad el autor nos ofrece en este libro una reflexión en torno a los frágiles, y duraderos, lazos con los que está hecha la literatura, aunque valdría decir todo arte. La historia parte de un desván con juguetes rotos, donde ya se sabe desde hace mucho tiempo que reside la magia, de un niño con sus muñecos de barro a los que insufla vida, de Rodrigo, nuestro caballero andante histórico y mítico, y de una muñeca que logra revelar, finalmente, al niño el lugar donde se halla la isla del tesoro. En medio se enlazan una serie de tramas donde reaparecen personajes que creíamos enterrados en las páginas de antiguos tesoros, esta vez en forma de libro, y que recuerdan oráculos tan certeros como los de Delfos o Cumas.La novela, así, se decanta, por un lado, por narrar las aventuras de un nuevo Cid, de un Rodrigo que rememora de otra manera antiguos amores con Urraca, su matrimonio con Jimena, su lealtad, traicionada al rey, y, por otro, la metamorfosis del niño que quiere insuflar vida a sus muñecos de barro y que, en realidad, es un trasunto del narrador.
La clave nos la ofrece, en uno de los pasajes más bellos e inquietantes del libro, la muñeca, cuando sonámbula describe los sucesivos estados en que el niño soñará y le enumera Ulises, el último poeta ibero, Ibn Arabí, el mismo Rodrigo, Juan de Austria, un marino catalán aliado a unos prófugos bizantinos, Alejandro de Gándara, un joven anarquista seguidor de Ferrer y Guardia, en fin, Eteocles y Polinices en el Alcázar de Toledo?
Pero con ser la historia, aquello que se cuenta, apasionante, destacaría quizá como elemento más valioso del libro el alto estilo de su prosa, de una intensidad poética poco común y con una economía en los diálogos, en unos tiempos en que éstos se desparraman en un lenguaje de andar por casa, que es de agradecer. Hay, además, una densidad de significados que hace que el lector avisado goce reconociendo signos, huellas dejadas de antiguas lecturas de novelas iniciáticas, de aventuras, con elementos que aparecen desde los comienzos de lo literario, como la serpiente. Y todo ello como último refugio, de ahí que me refiriera antes al vuelo arcádico del libro, en que guarecernos ante la sociedad desalmada que se nos avecina. La literatura, por tanto, como nuestro encontrado hogar, nuestra cueva del hallazgo, nuestra isla del tesoro. [ABCDe Las Artes y las Letras, 07 de mayo de 2005 – número: 692]
● Juan Ángel Juristo novela la necesidad humana de encontrar una salida.
● Juan Ángel Juristo, o el comentador en su atalaya.
Muy fino, este senyor Juristo, Mr. Q.
Marie,
Es cierto. Su referencia a La Isla del tesoro me sigue pareciendo bella…
Q.-
A esos fantasmas que cabalgan en el tiempo y que fantasean en el comienzo de los recuerdos infantiles, les añade el complejo de culpabilidad que adquieres por el adoctrinamiento, te vá marcando en los sentimientos un camino casi imposible de cercenar….
Y lo de mejorar la situación del mundo islámico es otra de las grandes hipocresías de Occidente…
J.Moreno,
En mi caso, ningún complejo de ningún tipo. Todo lo contrario: la alegría de embarcar rumbo a desconocidas tierras, enarbolando una bandera más o menos pirata,
Q.-
Hoy, uno de mis iconos periodísticos, -Gregorio Morán-, en sus sabatinas imtempestivas de «La Vanguardia»- hace un panegírico del recientemente fallecido Joaquín Ibarz.
En él, tras referirse a la coherencia e independencia de sus comentarios, relata porqué abandonó Espanya refugiándose en el continente americano para escribir sus crónicas.
Y lo termina así: » NO sé si quedan ya periodistas antiguos en ejercicio, de lo único que soy consciente es de que el periodismo, como voluntad de independencia, entró en barrena hacia 1982. Más o menos cuando Joaquín Ibarz tomó la sana decisión de hacerse corresponsal en el extranjero».
La afinidad con otro personaje del periodismo, es evidente.
Esto me hará acudir a Zaidín, pueblo donde nació, para visitar un museo sobre antigüedades populares de América Latina.
Desde la barriada de Sants un saludo sabatino…..
Intento de poner un enlace con la columna:
generacionales-joaquin-ibarz-de-gregorio-moran-en-la-vanguardia/26/03/2011/
J.Moreno,
Quizá sea sensato que busques otros iconos periodísticos menos sentenciosos y con menos hisopos pontificantes. En la frase que citas hay una mezcla de ignorancia, dogmatismo y petulancia que huele a basureja,
Q.-
PS. Quede constancia mi respeto por Ibarz, que era un personaje de otra condición.Perdóname, si puedes, mi propia sentencia con poca apelación.