Jueves de pasión. Dolor, sufrimiento, agonía, sacrificio. Una tragedia de nuestro tiempo.
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“QUIERO MORIR ACOMPAÑADA DE LOS MÍOS…”
Chantal Sébire (52 años), aquejada de esthesioneuroblastoma, un tumor degenerativo, en la cavidad nasal, que desfiguraba su rostro, atormentándola con atroces sufrimientos, fue encontrada muerta ayer noche en su domiclio, en Plombières-les-Dijon (Côte d’Or).
Su médico de cabecera, Emmanuel Debost, acompañado de varios especialistas de renombre, había sido recibido horas antes por el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, cuyos portavoces insistían ayer tarde en que el jefe del Estado no podía modificar la legislación nacional, que prohíbe la eutanasia, aunque permite la sedación terminal, un estado de coma sin comida, sin agua, hasta la muerte.
Chantal Sébire, profesora, madre de tres hijos, asistida por la Asociación para la defensa del derecho a morir con dignidad, había presentado varias demandas, ante el ministerio de justicia, ante el jefe del Estado, pidiendo la libertad para poner fin a unos “atroces sufrimientos” que “han convertido mi vida en un infierno, haciendo sufrir, igualmente, a toda mi familia y amigos”.
El presidente Sarkozy le propuso aplicar la legislación vigente, que autoriza la muerte lenta, por sedación terminal. Pero ella rechazó tal alternativa, considerada como “una muerte indigna”. Por su parte, el tribunal de Dijon rechazó otra demanda estrictamente judicial, que la fiscalía consideró “sin fundamento”.
Las imágenes de Chantal Sébire, la lucidez atormentada de sus declaraciones, han dado a su caso unas proporciones nacionales muy dramáticas. Prensa escrita, radio y tv, hace días que alimentan un debate muy vivo, con testimonios de distinto dramatismo.
Prohibida la eutanasia por la Ley, el caso terminó provocando un debate interno dentro del gobierno. La ministra de sanidad, Roselyne Bachelot, y la ministra de la justicia, Rachida Dati, se manifestaron contra la eutanasia. Por el contrario, Bertrand Kouchner, ministro de asuntos exteriores, pero médico, terminó “estallando”, ayer tarde, cuando muchas fuentes comenzaron a afirmar que Chantal Sébire estaba llegando a “una situación límite”.
Nicolas Sarkozy, presidente, y François Fillon, primer ministro, adoptaron desde el principio una posición “flexible”, proponiendo la “alternativa” de la sedación terminal, pero negándose a aceptar una solución contraria a la Ley en vigor.
Desde hace días, varios médicos, en Bélgica, Suiza y el sur de Francia habían ofrecido a Chantal Sébire sus “servicios”, para precipitar su muerte en el momento que ella lo deseara. Sin embargo, su médico de cabecera hizo saber que, en verdad, la sufriente se encontraba en una situación de “extrema fragilidad física”, lo que también hubiese complicado un “viaje de urgencia” mucho más allá de su pueblo.
Horas antes de recibir al médico de cabecera de Chantal Sébire, el presidente Sarkozy había ordenado una “misión de evaluación” de la Ley de 2005, que sigue prohibiendo la eutanasia, pero permite la sedación terminal, en circunstancias excepcionales.
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