Fernando* me escribía el sábado: “¿Conociste a José Comas?” Casi a la misma hora, Jaime nos anunciaba en este Infierno: “Ha muerto Alejo…”
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Sería presuntuoso por mi parte escribir sobre dos colegas que merecen gran respeto. Coincidí con Pepe Comas en Estrasburgo, hace siglos. Con Alejo y con su hijo coincidí en alguna de mis desventuras radiofónicas.
Pensaba decirle a Fernando: “Los periódicos son monstruos fríos y sin memoria”. Pero, de vuelta de un viaje muy feliz, leo con tristeza y emoción los recuerdos de Herman Tertsch y Manuel Martín Ferrand.
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