París, 14 abril 08. Foto JPQ.
Anales de Caína
En, verdad, me digo, el hombre también es una especie zoológica amenazada. Y, en la historia de Caína, la desertización geográfica coincide con la desertización moral que se aceleró con el terrorismo, la lucha contra el terrorismo, la corrupción y la muerte de los justos abandonados sin tumba en las ciudades profanadas y los cementerios de automóviles.
[ .. ]
[ .. ] Jorque Manrique se creía inmortal, a su manera; y quizá lo fuese. En cualquier caso, nada ni nadie hubieran podido detenerlo a aquella altura de la vida, cuando el conductor de autobús semivacío que lo condujo más allá del barrio del Mirail anunció a todos los viajeros el fin imprevisto del trayecto, porque la policía había declarado un estado de emergencia. Manrique tenía cita a primera hora de la tarde con su joven patrono y editor. En aquella sombría ocasión, el cobro mensual de su trabajo era menos importante que la ayuda o el socorro inmediato que él podía prestar, si era cierta la urgencia que las sirenas y los altavoces intentaban transmitir a la población, dando noticia de una siniestra explosión en la planta petroquímica de AZF, en cuyo epicentro había florecido un espantoso hongo gigante, color amarillo mostaza, como los gases utilizados en las cámaras de la muerte de Auschwitz, pronto metamorfoseado en una tenebrosa nube tóxica que el viento dirigía hacia la ciudad.
Jorge Manrique creía haber esquivado a la policía en ocasiones mucho más arriesgadas para su vida que una alarma que provocaba reacciones de pánico entre los ancianos, mujeres y niños que huían atropelladamente de un peligro inminente. Aunque la nube de gases amarillo mostaza que se apercibía en lontananza amenazaba a todos los seres vivos, y dejaría caer muy pronto su lluvia ácida de culebras y veneno. Pero Manrique debía cumplir la palabra dada; y acudir a una cita que tenía algo de subida a los cielos: el verso italiano de Petrarca le devolvía su fe en la arquitectura espiritual de las cosas; y la figura de Laura, hacia el fin del pedregoso calvario de su vida, tenía la profética luminosidad celestial de la duquesa de Guermantes en la iglesia de Combray. ¿No había publicado su joven editor un opúsculo titulado Proust y la Revolución, predicando el mesianismo redentor del gran arte? → ALLEGRO SUICIDA. 1. Variaciones sobre La cruzada de los albigenses. Una primavera atroz.
Paris? Donde ocurrio esa histoire..?
Marie,
La historia comienza en París, pero termina en Tolouse, tierra de herejes y proscritos, condenados al destierro o perecer en la hoguera de numerosas inquisiciones,
Q.-