Berlín y París, hace años, Roma, ayer, Londres, mañana, también son gigantescos “altavoces” de las metamorfosis políticas de Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido.
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Siendo lo que son los modelos electorales, las identidades regionales, la influencia capital de los problemas locales inmediatos, ninguna capital de ningún Estado refleja en su totalidad la diversidad de las sociedades posindustriales. Sin embargo, si es en las grandes capitales (Nueva York, Los Ángeles, Frankfurt, Marsella, Milán, Madrid, Barcelona) donde los movimientos de fondo comienzan por estallar, reflejando las metamorfosis sociales que exigen respuestas políticas inmediatas.
Véase los problemas comunes que tienen todas las metrópolis europeas: inmigración, urbanismo, transportes, enseñanza, cohesión familiar, asistencia social, mestizaje cultural, desertización industrial, etc.
Los problemas políticos de la Francia o la Italia rural quizá sean muy particulares y locales. ¿Qué no decir de Escocia, Cataluña o Andalucía? Pero, incluso las más minúsculas localidades extremeñas o prusianas están agitadas por esas mismas tensiones. De ahí que los microcosmos políticos nacionales o estatales descubran con cierto retraso que las experiencias de política urbana en las grandes metrópolis son algo más que un “laboratorio” y un “altavoz”.
Berlín y París “dijeron” a Francia y Alemania, en su día, cosas muy profundas sobre el estado real de su evolución social. Roma ha confirmado a Italia, en bastante medida, la importancia de las cuestiones de inmigración y seguridad que ya habían descubierto, hace años, París y Liverpool, con históricos estallidos de violencia suburbana.
Quizá los problemas de mestizaje cultural no sean los mismos en la periferia del gran Londres, Leipzig, Alcorcón o Bruselas. Si es común la angustia, la soledad, el desarraigo, la miseria sexual, la criminalidad. Que no son problemas metafísicos, si no cuestiones bien materiales y necesitadas de terapéuticas ciudadanas muy semejantes, ya que su tratamiento pasa por la gestión de las políticas y presupuestos urbanos.
Estimado J.P.
De la intersección de este post y del relativo a la derechización se deduce, entre otras muchas cosas, que los europeos están haciendo frente a la angustia de la edad provecta y a los miedos de ese caballo desbocado que atiende al nombre de progreso buscando seguridades. El sentido de la aventura y el gusto por la irresponsabilidad se pierden con los años. Menos aquí, en Cataluña y en España. Tengo para mí que eso tiene demasiado que ver, todavía, con la losa de una segunda mitad del Novecientos vivida bajo el franquismo. Quizás sean manías mías… pero, en caso contrario, no acierto a comprender el porqué de la estigmatización de conceptos y prácticas de control democrático (del orden público, de la inmigración,…)
Un saludo
Estimado Ángel,
Pues vaya usted a saber.
Personalmente NO tengo claro nada de eso. Los electores tienen sensibilidades que van y que vienen… NO me parece sensato sacar «conclusiones»… y mucho menos «definitivas»… en el caso carpetovetónico, el caso ZP es -para mi; nobody’s perfect- también es un caso de arcaismo, apoyado en otros arcaismos de distinta especie… una suerte de Coalición de Miedos… pero nada más escrita esa frase siento pánico al efecto que puede tener en algunos lectores.
En el caso europeo, es una evidencia que el envejecimiento demográfico no favorece ningún tipo de aventurerismo… que por otra parte ¡nadie propone..!
Q.-