¿Cuánta sangre derramada por las calles y cuantos cadáveres sin sepultura, profanados, son necesarios para provocar una “reacción firme” de España y Europa..?
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El millón o millón y medio de “personas afectadas”, en Birmania, solo ha dejado al descubierto la “extrema frustración” de la ONU y la pasividad sonámbula de la UE.
En el Líbano, el pavoroso incendio de la guerra civil atizada por Hizbolá ilumina con una luz sepulcral la impotencia palmaria de la UE, cuando los soldados españoles, franceses, italianos, sin mandato militarmente preciso, pueden ser víctimas de todo tipo de provocaciones, a unos kilómetros de distancia.
En Washington, la campaña electoral, el fin de la presidencia Bush y las llamaradas irakíes no aconsejan acciones forzosamente provisionales, cuando Israel celebra el sexagésimo aniversario de su independencia con un presidente envuelto en oscuros escándalos.
La forzosa pasividad estadounidense ofrecía una oportunidad simbólica a la inexistente diplomacia común europea, para avanzar algún tímido intento de presencia siquiera verbal en la escena internacional, cuando solo las organizaciones humanitarias no gubernamentales se perciben presentes y activas en todos los escenarios donde la voz de Europa, en general, y la voz de España, en particular, hubiesen podido aportar alguna forma de presencia moral.
Por el contrario, el pago de un rescate a una banda de piratas ha sido un madrileño mensaje de Estado bien recibido por las bandas de asesinos que amenazan los intereses españoles en el Líbano y el Magreb, con o sin bandera islamista. Y la liliputiense gesticulación, ante la pavorosa tragedia birmana, es un estímulo elocuente allí donde la tiranía de militares valle-inclanescos (Cuba) siempre se beneficia de la complicidad del silencio de Estado.
Ni España ni la UE tienen los recursos económicos, militares y diplomáticos indispensables para pesar de manera determinante en el Líbano o Birmania. Pero el ruidoso silencio, ante tales tragedias, hace más audible la insignificancia.
De acuerdo,
pero sobre el pago del rescate… Qué hacer?!
Ferrancab,
Hombre… lo de unos piratas muertos de hambre extorsionando a un Estado es de Groucho Marx en Casablanca.
¿Qué hicieron los franceses, ante los mismos piratas, hace unas semanas?
1. Engañar a los piratas.
2. Detenerlos y liberar a los secuestrados… juzgar a los piratas
La historia, contada por la BBC: Juicio o piratas somalíes.
Q.-
Qué grande es Groucho!
Si, la verdad es que es un tanto ridículo…
Ferrancab,
¡Viva Groucho..!
Q.-