–“¡Sarkozy, libéranos de estas bandas de golfos y granujas!”
–“¡Yo limpiaré este barrio de gentuza, recurriendo a los medios que sea necesario!”
–“El día que me entere quien intenta destruir mi matrimonio, colgaré al culpable en un garfio de carnicería”.
–“Si los periódicos se interesan por mí es porque pueden ganar dinero vendiendo lo que yo digo”.
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LAS PALABRAS, NERVIOS DE LA GUERRA, LIMPIA Y SUCIA
El presidente Nicolas Sarkozy ha introducido en el arte de la comunicación y la acción política francesa un lenguaje y unas tácticas que causan estragos: giros y palabras de taberna y barriadas inmigrantes, tuteo barriobajero, confidencias “secretas” destinadas a difundir verdades atroces, confesiones personales sin precedentes, difusión interesada de intimidades utilizadas como armas asesinas.
Con la perspectiva de un largo quinquenio de ocupación permanente de la escena pública, convertida en campo de batalla sin cuartel, ya es posible fechar ese giro culturalmente mayor de la acción política en el corazón del Estado.
El 20 de junio del 2005, Nicolas Sarkozy, ministro del interior, realizaba una visita oficial a un barrio pobre, La Courneuve, en la periferia norte de París, acompañado de una guardia pretoriana de fotógrafos y equipos de radio y tv, tras el homicidio de un niño de once años, víctima de balas perdidas, quizá cruzadas por dos bandas de maleantes.
Ante las cámaras, Sarkozy, rodeado de inmigrantes pobres declaraba: “¡Yo limpiaré este barrio de gentuza, recurriendo a los medios que sea necesario!”. Era el comienzo de una inflamable escalada verbal.
“FUMIGADORAS CONTRA GENTUZA…”
El 26 de octubre de aquel año, cuando visitaba otro barrio pobre, en Argenteuil, el entonces ministro fue recibido a pedradas e insultos por bandas de adolescentes. Desde la ventana de un edificio de inmigrantes sin recursos, una madre rompió a gritar: “¡Sarkozy, libéranos de estas bandas de golfos y granujas!”. A paso de carga verbal, ante las cámaras que filmaban, Sarkozy respondió a gritos: “¡Señora, está usted harta de estos golfos, eh… pues bien, yo me ocuparé de limpiar este barrio de granujas!”.
La palabra “racaille” (golfo, granuja, gamberro) fue un detonante explosivo. Días más tarde, el mismo Sarkozy insistía: “Si es necesario, recurriré a las fugimadoras para limpiar esos barrios de golfos y granujas”. La Francia profunda reaccionó automáticamente, apoyando a través de los sondeos el uso público de un lenguaje “viril”, “popular”. Semanas más tarde estallaron las violencias más graves desde la guerra de la liberación de Argelia.
PSIQUIATRAS, PUBLICITARIOS Y COMUNICACIÓN POLÍTICA
Ministro del interior, Sarkozy tardó varios semanas en cerrar la crisis. Pero no hubo muertos. Se consumaron centenares de detenciones. Y la introducción del lenguaje barriobajero en la acción política irrumpía de manera espectacular en la acción política de Nicolas Sarkozy.
Durante un viaje de trabajo a Alsacia, Sarkozy coincidió con otro ministro de Jacques Chirac, Azouz Bégag, ministro delegado de la integración, de origen norteafricano, que se atrevió a ironizar públicamente contra Sarkozy. De vuelta a París, ante un grupo de periodistas, Sarkozy lo ajusticiaba con brutalidad: “Cuando yo hablo, tu cierras tu bocaza, jilipollas”.
Semanas más tarde, durante una visita oficial al Salón de la agricultura, un visitante se apartó aparatosamente de Sarkozy, diciéndole ante un micrófono. “No me de la mano, que me ensucia”. Ante el mismo micrófono, Sarkozy respondía: “Largo de aquí, cabroncete”.
Con el tiempo, los mejores analistas, psiquiatras, publicitarios y especialistas en comunicación política, interrogados por semanarios, radio y tv, intentando “comprender” el “caso Sarkozy”, han llegado a la misma conclusión: Sarkozy comprendió hace años que había una “demanda” de “lenguaje directo” en la opinión pública. Los excesos verbales caen mal entre las elites. Pero pasan o caen más o menos bien entre otras capas sociales. Y, por su parte, Sarkozy había comenzado a utilizar los excesos verbales, en privado, primero, y en público, desde antes del 2005, como armas arrojadizas de acción política brutal.
“COLGARÉ DE UN GARFIO AL CULPABLE…”
La primera gran confidencia destilada en varios salones, con el fin de que su opinión llegase rápido al interesado, para provocar una reacción, data de la primera gran crisis del matrimonio de Sarkozy y Cecilia Ciganer. Se sospechaba que la crisis había comenzado con unas filtraciones del ministro del interior (Dominique de Villepin) a Cecilia, haciéndole llegar gravaciones sentimentales comprometedoras. Sarkozy dejó decir que se dijese y publicase: “El día que me entere quien intenta destruir mi matrimonio, colgaré al culpable en un garfio de carnicería”.
La frase tuvo el efecto político esperado. Desde entonces, quizá desde mucho antes, Sarkozy ha utilizado y sigue utilizando los desayunos de trabajo y briefings off para filtrar frases asesinas, con el fin de hacer circular sus pensamientos íntimos, con rapidez y eficacia.
Las filtraciones de Sarkozy siempre se realizan en un lenguaje coloquial, en un tono que oscila entre la brutalidad, la taberna, las copas entre amigos y la daga o la puntilla con la que se ejecuta a un adversario. Sarkozy relata de este modo una manera de destruir a un rival: “Cuando quieres asesinar a un tipo, no se lo adviertes son seis meses de anticipo. Te haces su amigo, simpático. Así, el tipo se confía. Y su carne ablanda, esperando su hora”.
“LOS PERIÓDICOS GANAN DINERO CONMIGO…”
Cuando la prensa de izquierda le reprocha su gusto por los relojes de oro, el lujo, la ostentación y las pasiones de un nuevo rico, Sarkozy deja caer durante un desayuno: “Me importa un carajo lo que diga o piense esa banda de jilipollas. Fijaros como brilla mi reloj”. Cuando alguien sospecha filtraciones indeseables en el Elíseo, Sarkozy deja caer a un visitante: “Estoy rodeado de payasos. En esta casa, no tengo confianza en nadie. Son todos una banda de nulos. Los buenos consejos me vienen de fuera”.
Nadie como Sarkozy, en la historia política de Francia, se ha servido antes de un lenguaje tan vulgar y tan eficaz como instrumento de ocupación pública del terreno político, de manera permanente. Y el jefe del Estado es muy consciente de la temible eficacia de su sabiduría en el arte del manejo de la esgrima verbal, dejando caer en una comida con publicitarios amigos de su esposa, Carla Bruni: “Mirad donde queráis, en la historia política internacional: nadie ha interesado tanto como yo, durante tanto tiempo. Y ojo, el interés de la prensa no es gratuito ni para hacerme ninguna gracia. Si los periódicos se interesan por mí es porque pueden ganar dinero conmigo, vendiendo lo que yo digo”.
PRIMERO PRESIDENTE. LUEGO, GANAR PASTA
Cuando Le Point pidió a un grupo de psiquiatras y psicólogos que diesen su opinión sobre el “caso” Sarkozy, el presidente dejó caer a la corresponsal política del semanario, en el Elíseo: “Qué decir, cuando un periódico se embarca en ese tipo de operaciones… la próxima vez reuniréis a un grupo de sexólogos, ¿no?”.
En el estilo verbal de Sarkozy se confunden el cuerpo a cuerpo de la acción política, la esgrima de la intoxicación, el placer del ataque a paso de carga, la alquimia del envenenamiento del adversario y la maestría en el manejo de vulgarismos, coloquialismos y giros tabernarios, ocupando a todo instante la escena pública. Excelente analista de los medios de comunicación e incomunicación, Sarkozy lanza a una banda de buitres periodísticos: “Como os lo pasáis conmigo. Cuando ya no esté aquí, os diréis, ya veréis: “¡Con él si que teníamos cosas qué contar!”.
Actor de su propia comedia dramática, Sarkozy también gusta confundir a propios y extraños sobre su futuro político, lanzando falsas confidencias: “Con esto de presidente no se gana un euro. Mirad los segundos mandatos de mis predecesores. Nada glorioso. El 2012, cuando acabe mi presidencia, tendré 57 años. No me volveré a presentar. Cuando veo los miles de millones que gana Clinton. Eso si que es vida. Yo haré de presidente cinco años. Luego me consagraré a ganar pasta, como Clinton. A 150.000 dólares la conferencia. Un dinero, oigan”.
Esteban says
Sarkozy… la cara virulenta de la LQR, la Lengua de la Quinta República, la lengua del capitalismo moderno, esa misma lengua que ahora intenta despertar nuestras mejores emociones con esa Ingrid Betancourt que hemos salvado «entre todos», «gracias a nuestra movilización colectiva»…
El palo y la zanahoria de un burro con orejeras.
Cf, LQR, la propaganda de cada día, de Eric Hazan. La Oveja Roja, Madrid, 2007.
JP Quiñonero says
Esteban
En verdad, los lenguajes de Sarkozy son sencillamente «subversivos» y NO tienen literalmente nada que ver con los lenguajes tradicionales de la V República, ni en el fondo ni en las formas, en absoluto.
Q.-