Vanity Fair. George W. Bush y su equipo, diciembre 2001. Foto AL.
La fotografía publicitaria tiene muchos rostros…
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ANNIE LEIBOVITZ Y EL COMBATE DE LA LUZ CONTRA LAS TINIEBLAS
A Photographer’s Life, 1990 – 2005 (Maison Européenne de la Photographie), la primera gran retrospectiva europea de toda la obra íntima y profesional de Annie Leibovitz, incluye más de 200 copias de muy distinto formato, acompañadas de varios centenares de fotografías, retratos, anotaciones gráficas, negativos desechados, cuadernos íntimos (familiares y amorosos), que componen un fresco excepcional e indispensable para poder comprender la evolución y metamorfosis de la técnica y el arte de una gran artista y de todas las disciplinas fotográficas.
Photographs 1970 – 1990 recogía la primera parte de la carrera de Leibovitz, cuando su obra y las técnicas de la fotografías se encontraban en una encrucijada. Se trata de un prólogo indispensable para entender la fabulosa evolución del arte fotográfico y el arte personal de la fotógrafa, indisociables.
La primera Annie Leibovitz, tras una breve pero intensa experiencia en un kibbuz israelí, se inicia a la fotografía, como Cartier-Bresson, tras abandonar su primera tentación de artista plástica. A treinta y tantos años de distancia, el uno y el otra comienzan a tirar con una Leica apenas diferente, aunque la película Tri X que utiliza Leibovitz se beneficia ya de una prodigiosa evolución técnica. En ambos casos, el reportaje comienza por ser la mejor escuela fotográfica, tratado con el punto de vista de un fotógrafo ya curtido en el arte de mirar aprendido en una escuela de artes plásticas.
REVOLUCIÓN TÉCNICA
En el caso de Leibovitz, su carrera excepcional en Rolling Stone estuvo enriquecida con el estudio y asimilación de muy experiencias anteriores, de Robert Adams (el arte de mirar la intimidad más cruda y solitaria, al desnudo), Cecil Beaton (tratando a Marlene con el rigor debido a las divinidades caídas en el mundanal ruido), Irving Penn (asociando a su arte a la mujer de su vida, Lisa Fonssagrives; como el arte último de Leibovitz es indisociable de su relación sentimental con Susan Sontag) y Richard Avedon (a quien Leibovitz sucederá en la maestría del retrato, íntimo y de encargo: ambos fotografían a los seres queridos, acompañándolos y redimiéndolos de la muerte, a través de las imágenes).
Sin embargo, Adams, Beaton, Penn, Avedon, conocieron y trabajaron al ritmo de unas evoluciones técnicas de la fotografía relativamente limitadas. Los prototipos Leica o Rolleiflex evolucionaron significatiamente entre la Segunda guerra mundial y la Guerra de Vietnam. Entre Vietnam (apogeo de Nikon) y las dos guerras de Irak (irrupción de Canon y la fotografía digital), la técnica fotográfica sufre una o varias revoluciones tecnológicas, que permiten la floración de nuevos talentos. Annie Leibovitz ocupa un puesto excepcional en esa historia en curso de las metamorfosis del arte de la fotografía.
La primera Leibovitz aprendía a retratar a la manera “clásica”: tirando de cerca, con luz natural, de preferencia, a la caza y captura del instante mortal y rosa. Los retratos de la Reina de Inglaterra de la última Leibovitz, por el contrario, llevan semanas y meses de preparación, se realizan con el auxilio de una veintena de colaboradores técnicos y artísticos, y utilizan cámaras de grandísimos formatos, indisociables de la técnica cinematográfica de la puesta en escena, como ilustra de manera bella, irónica y sentimental la serie sobre el mundo de Disney y Hollywood.
SUSAN SONTAG FOTOGRAFIÓ SU INTIMIDAD CON ANNIE LEIBOVITZ, EN VENECIA
Desde el trabajo clásico del reportaje, a la manera de Adams o Capa (siguiendo una gira de los Rollings, contando la historia de la metamorfosis social de los EE.UU. durante los años 70 y 80 del siglo pasado, muy “nuevo periodismo”), Leibovitz evoluciona a una rapidez vertiginosa hacia el arte del glamour artificial, al servicio de la publicidad, el retrato de encargo, el retrato psicológico, el seguimiento de una campaña electoral, el montaje de estudio.
La primera Leibovitz, retratando a Patty Smith o John Lennon, todavía era fiel a la magna herencia de Adams y Capa. La Leibovitz mucho más personal que comienza revelarse en Vanity Fair se sirve del color, la iluminación y la puesta en escena con la pericia de los grandes maestros del cine negro, los retratistas de las estrellas de la alta costura y los magos del cine fantástico.
Leibovitz alcanza una maestría excepcional en cada una de esas facetas, técnicas y modos de expresión. Sin embargo, A Photographer’s Life, 1990 – 2005, prolongación, como olvidarlo, de Photographs 1970 – 1990, nos dice algo mucho más esencial, que Leibovitz ha repetido una y otra vez, incluso ante una cámara familiar, rodando para la BBC, y que viene de Nietzsche: su vida es indisociable de su arte; y su arte es indisociable del tratamiento artístico de su vida, que comienza en el vientre materno, en el seno de la familia (madre judía, alumna de Martha Graham; padre oficial del arma aérea norteamericana, en Vietnam), en el lecho amoroso.
ARQUITECTURA DE LAS ALMAS
De ahí la importancia capital de las fotos de familia, las fotos íntimas (asociadas a viajes de amor, con Susan Sontag), los retratos de personajes amados, su padre, su amante, ella misma embarazada.
Weegee hablaba de la “luz Rembrandt” para evocar la luz de sus retratos, tirados de improvisto, con flash, a muy corta distancia. Avedon fotografió la enfermedad de su padre, durante varios años, con la misma luz cenital y el mismo fondo blanco. En la misma mayoría de sus fotografías íntimas, familiares, también Leibovitz tira casi siempre en blanco y negro, en formatos pequeños o medianos. Aunque tales “lecciones de anatomía” le sirven para mejor trabajar otros tipos de retratos, como el de William Burroughs, donde se cruzan la experiencia del reportaje en vivo, tirando a corta distancia, y el retrato de estudio, rayano en la melancolía entomológica.
A juicio de Leibovitz, una de sus fotos más bellas es el retrato de su padre muerto, yaciente. Muchas de sus imágenes más puras, contando la historia del fin de Susan Sontag, en blanco y negro, siempre, caminando junto al Sena, en una habitación de hotel, en Venecia, poseen el aura fantasmal del diálogo entre los vivos y los muertos. La fotografía no es un “testimonio” ni un “recuerdo”: a través del arte, a través del tratamiento de la luz y las sombras, las imágenes confieren a nuestra realidad fugaz una arquitectura estética, moral y espiritual, por los siglos de los siglos. Amen. ABC, Primera gran retrrospectiva en Europa 1 y 2.
Susan y Sarah. Harbor Island, Bahamas. Diciembre 2002.
● Annie Leibovitz y el desigual combate de los seres de ilusión.
● Iluminaciones.
● Fotografía en este Infierno.
Mercè says
Bien!
JP Quiñonero says
Mercè,
Avanti..!
Q.-