En la gran ciudad, con frecuencia, los árboles y plantas de interior, acorralados, torturados, en cuarentena, amenazada su existencia misma, hablan del misterio de invisibles pero bien reales pasiones, historias de amor, indisociables de la tierra, la fecundación, las semillas, en cuarentena y sin embargo intactas.
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Ruedel’Eperon, 22 y 23 noviembre 08. Fotos JPQ.
- Fotografía en este Infierno.
- Dark Lady.
Ana Vera says
Los árboles eran para celtas y nórdicos fuentes de sabiduría. Algo de eso podemos conocer si abrazamos un árbol y vaciamos la mente… Es una experiencia muy recomendable, seguro que alguna vez lo has probado.
JP Quiñonero says
Ana,
… hummmmm… te confesaré que me siento poco campestre… lo de abrazarme a un árbol… no lo tengo muy claro… las hormigas, los bichos de todo tipo… incluso abrazar a alguien al pie de un árbol tiene -para mí- algo incómodo… me encantan los genii loci, pero mis experiencias íntimas son poco campestres, mucho más urbanas… nobody’s perfect,
Q.-
Ana Vera says
¡Ay, qué risa, de verdad!, los bichos de todo tipo, dice…, pero vamos a ver, ¿cómo le van a encantar los genii loci a alguien a quien le incomodan las hormigas?, ¡ni me imagino si ves un gnomo!
JP Quiñonero says
Ana,
Te pido perdón: tu historia del árbol merecía una respuesta menos cínica. Esa experiencia del árbol es la experiencia íntima de un grandísimo poema de Rilke… que habla de la comunión de las cosas del espíritu y las cosas de la naturaleza, al pie de un árbol, en Ronda, Granada, justamente,
Q.-
PS. Efectivamente… mi incapacidad para ver gnomos y espíritus es muy alta; de ahí mi respeto y cariño para quienes son capaces de ver esas cosas, que tanta ilusión me hacen.
Ana Vera says
Yo tampoco he visto nunca un gnomo, esa es la verdad. No sé si Rilke…, al pie de un árbol, en Ronda, Granada, puede que sí, ahí podría pasar lo imposible, es más posible que ocurriera en Ronda, Málaga.
Tu comentario me pareció tronchante, nada de perdones.
Troncharse, echar raíces, tocar madera, anidar, estar maduro, estar verde, estar seco, podrido, tener tronco, seguro que hay muchos más ejemplos, tenemos mucho en común con los árboles.
Machado, contemplando aquel olmo seco al que milagrosamente le habían salido algunas hojillas verdes, anheló otro milagro de la primavera.
Para que veas que no hay que perder la esperanza, hasta los olmos secos lo saben.
JP Quiñonero says
Ana,
Hummmm… cosa fina, lo tuyo y don Antonio: en su caso, el milagro se produjo… aunque fue un poco melancólico… la Señora no estaba a la altura del hombre, me temo. Pero bueno, el Milagro queda: un mucho tenía que ver con el amor…
Q.-