Los pavorosos baños de sangre de Bombay quizá nos estén hablando de la ferocidad de las guerras de religión que nos esperan.
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Estábamos habituados a las amenazas de los distintos rostros de la misma o distintas amenazas de la Yihad Islámica, en el Magreb, en el Mediterráneo oriental, en Irak, en Afganistán, con recurrentes aldabonazos ensangrentados en Europa
Las matanzas de Bombay iluminan pavorosamente nuevos rostros de otras guerras de religión: islamistas musulmanes contra hindúes, integristas hindúes contra musulmanes, unos y otros contra las minorías cristianas -indefensas, víctimas de unos y otros, ante la indiferencia de los agnósticos occidentales- en el subcontinente indio, extremo oriente y oriente medio.
Hay quienes piensan que el siglo XXI estará dominado por las ensangrentadas guerras de religión islámicas, hindúes.
En ese marco, las matanzas de Bombay quizá “solo” sean el prólogo a matanzas y guerras irregulares de nuevo cuño. Los lectores de Kipling recordarán hasta que punto Afganistán, el norte de la India, Pakistán, son inmensos territorios de difícil pacificación militar. Los nuevos medios de comunicación confieren al fanatismo religioso una inquietante capacidad incendiaria.
Parece plausible pensar que los atentados y matanzas de Bombay obedecen a una “lógica” estrictamente local. Sin embargo, las distintas familias musulmanas partidarias de la yihand tienen algo muy profundo en común: están convencidas de la razón suprema del derramamiento de sangre, confiriendo el paraíso islámico a los mártires de esa guerra. Entre las muy diversas familias religiosas hindúes la fe mesiánica en el derramamiento de sangre también nos predice inquietantes conflictos.
La desmesura demográfica del subcontinente indio confiere a tales conflictos inquietantes proporciones. Bombay queda muy lejos de Afganistán. Pero todos esos hilos ensangrentados se cruzan en las montañas del norte de Pakistán, que el candidato Obama se dijo presto a bombardear, si llegaba a ser presidente de los EE.UU.
Lluís says
Qui hagi llegit a Robert D. Kaplan i els seus llibres de viatges i d’anàlisi sòcio-històrico-política ja tindrà ben present la importància de poder controlar la pau social en aquella zona, especialment al Pakistan.
náufrago digital says
Qué sentimiento más trágico y cruel el sentir cierto alivio al leer tu post-visionario sobre esas guerras de religión. Todo recuerda más al clásico «si se matan entre ellos…» y no tanto a la terrible amenaza fundamentalista islámica contra Occidente. Maldito alivio.
JP Quiñonero says
Lluís, Náufrago,
… Lluís,
Bueno…
… Náufrago,
Vaya usted a saber cuando comienzan a salpicar a Europa esos ríos de sangre corriendo por las calles,
Q.-
Angel Duarte says
Ya nos salpican.Y siempre hay quien procede con buenas maneras. Ha sido el caso de un fotógrafo.
¿Será casualidad?
Abrazo
À.-
JP Quiñonero says
Àngel,
Sospecho que esperan sorpresas mucho más graves.
Q.-
Robert says
Otra vez, el Pakistan… esos terroristas vinieron desde la ciudad de Karatchi en Pakistan. 183 muertos. Los terroristas vinieron desde el Pakistan. No me da sorpresas.
Lluís says
Robert Kaplan explica a http://www.theatlantic.com/doc/200811u/mumbai una mica més dels intríngulis de la situació a la Índia, per si algú té interès en aprofondir en el tema.
Salutacions i enhorabona pel bloc, que no ho havia dit fins ara – per pur oblit.
Robert says
Aqui hay un video de los Talibanes en la provincia de Swat en Pakistan. Ahí tienen ahora la ley muy islamica, Sharia. En el video torturan a una niña de 17 años. Ella ha salido de su casa sin el permiso de un hombre. 37 latigazos. Es dificil a mirar.
http://tinyurl.com/cwhfod