NB,hacialos13años,antesdelaRevolución.
Imprescindibles para sobrevivir
Seix-Barral lanzó a Nina Berbérova, en España, utilizando como reclamo publicitario una frase de mi primer artículo sobre la novelista rusa, un año antes.
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Tantos años después, Alicia le envía a M* un artículo sobre la Berbérova publicado el 7 diciembre 08, en Buenos Aires, en Página 12, Confieso que he vivido, el mimo día que yo rescato, puro azar, mi necrológica de hace quince años. Como pasa el tiempo.
RECUERDO IMPROVISADO DE UNA GRAN DAMA
[27 septiembre 1993] Nina Berbérova murió la tarde del domingo, en Filadelfia, al mismo tiempo que comenzaba, en París, la distribución de su último libro, Où il n’est pas question d’amour et Autres récits (Actes Sud), a los noventa y dos años, víctima de un “accidente cerebral”, cuando su obra, al fin, había conseguido un reconocimiento universal que llega con medio siglo de retraso, culminando una vida condenada al destierro, el exilio.
Cuando Hubert Nysson publicó L’Accompagnatrice, en Arles, en el Mediodía francés, el mes de septiembre de 1985, en una por entonces modesta y desconocida colección de libros editados muy pulcramente, apenas media docena de lectores nos atrevimos a escribir, inmediatamente, que se trataba de una revelación internacional, el descubrimiento de una escritora excepcional, y de una obra maestra.
Apenas cinco años más tarde, Nina Berbérova podía regresar por vez primera a su San Petesburgo natal, adulada y admirada por la gran prensa francesa, inglesa, alemana, italiana y estadounidense, aureolada de una incipiente celebridad internacional, que le permitió comprarse un apartamento en Filadelfia, y abandonar su residencia de función en la universidad de Princenton.
Cuando, ayer, en Arles, siempre, Hubert Nyssen dio la noticia de la muerte de la escritora, en su todavía flamante apartamento, su último libro (una colección muy bella de relatos escritos en ruso, durante los años treinta, en París y su periferia inmediata) todavía estaba distribuyéndose en las grandes superficies, presentado como la gran novedad editorial de la temporada.
NB,adolescente,enSanPetesburgo.
Nina Berbérova había esperado la fama, la gloria, el reconocimiento, en vano, durante algo más de medio siglo. L’Accompagnatrice se publicó cuando ella tenía ochenta y cuatro años y arrastraba, consigo, una vida de exilio, divorcios, aventuras, y la más perfecta incomprensión; ella, que se inició al mundo y la literatura en los brazos y el lecho del más influyente de los poetas y críticos literarios de la Rusia de su tiempo; para hundirse muy pronto en la más extrema miseria de la emigración rusa, en Berlín y París, entre los años veinte y 1950, el año de su segundo exilio, voluntario, a los EE.UU., con setenta dólares en el bolsillo y una miserable maleta de cartón por todo equipaje.
Nina Berbérova nació en San Petesburgo el 8 de agosto de 1901, en el seno de una familia relativamente acomodada. Como Nabokov, aprendió francés muy pronto, gracias a una gobernanta que le inculcó una pronunciación que ella consideraba exquisita. Su padre fue un alto funcionario, armenio, personaje de cierta influencia en el último ministerio de finanzas anterior al putsch bolchevique. Su madre era rusa, ortodoxa, conservadora y patriarcal. Ella se educó muy libremente, y su adolescencia se confunde con el fin del Antiguo Régimen y una persecución apasionada de la nueva literatura rusa que ilumina las esperanzas de una juventud dorada, condenada al suicidio, el destierro, el exilio, el pelotón de ejecución y los campos de concentración, en Siberia.
Con su marido, Jodasievich, en la casa de Gorki en Sorrento, 1925.
Adolescente, Berbérova corría por los salones literarios de San Petesburgo y Moscú, para escuchar admirada a Block, Ajmatova, Kuzmin. Derrocado por la fuerza el gobierno legítimo de la época, Berbérova supo muy pronto que su patria se hundía en un pozo negro y desconocido. En 1922, ella y Vladislav Jodasevich deciden escapar, juntos (con “pasaporte rojo”), iniciando un interminable periplo que solo acabaría con la muerte. Nabokov, tan parco en elogios, estimaba que Jodasevich fue “el crítico y poeta más grande de la literatura rusa del siglo XX”. En sus memorias, Berbérova cuenta con mucha ternura y cierta distancia su historia de amor, su viaje por Europa, su estancia en Sorrento (junto a Gorki), su definitiva instalación en París, tras una accidentada estancia en Berlín (donde fue asesinado a tiros, por aquellos años, el padre del autor de Lolita).
En París, la pareja Berbérova – Jodasevich escribe, publica y oficia en las revistas del exilio ruso, víctimas del ostracismo y la agresividad de la intelligentsia francesa de la época. Alexander Block había muerto hacía años. Nabokov era el escritor más prometedor de su tiempo, autor de varias obras maestras, ya, perfectamente desconocidas e ignoradas más allá de los círculos de la emigración rusa. Jodasevich publicaba obras maestras para siempre enterradas en el olvido. Berbérova escribía textos que permanecieron desconocidos durante treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta años.
En Longchêne , la campaña francesa donde vivió los años de la ocupación nazi.
Jodasevich murió finalmente solo, pocos años después de una difícil separación. Berbérova contrajo matrimonio para volver a divorciarse y huir a la Costa este americana, pobre y desconocida, como una rata, tras haber realizado demasiados oficios, cuando fueron muriendo, faltas de lectores y recursos, todas las publicaciones del exilio ruso, en París y su periferia.
En Princenton, Berbérova trabajó veintitantos años como lectora de ruso. Hasta que Hubert Nyssen la redescubre y compra a bajo precio los derechos de toda su obra, desconocida, proscrita, enterrada en el olvido, que comienza a rescatarse apenas ocho años más tarde.
Desde entonces, a paso de carga, se han publicado veinte libros de relatos, novelas, biografías y memorias, entre los que es posible citar dos o tres obras maestras, dos o tres libros capitales.
En Princeton, 1964.
Sus memorias, C’est moi qui souligne, son un documento excepcional para el estudio y rastreo de las pistas perdidas de la gran prosa rusa de nuestro siglo. Su biografía de la baronesa Boudberg (mitad Lou-Andreas Salome, mitad Mata hari) es un libro de “espionaje” que ilumina páginas muy oscuras de la vida, milagros y miserias de grandes personajes de la literatura y la política universal (comenzando por Gorki y Well, evidentemente). Sus ensayos sobre Chaikovski, Block, Kratvchenko, Mozart, aportan visiones muy personales, siempre fascinantes, de procesos mal conocidos, con frecuencia.
Sus grandes relatos, comenzando por L’Accompagnatrice, llevada al cine, no sé si con buena fortuna, a ciencia cierta, nos hablan de una tradición de la prosa rusa que, con ella y Nabokov, instala su lengua en el infierno del exilio contemporáneo. Los relatos más recientemente traducidos recuerdan, siempre, las páginas más melancólicas y terribles del Nabokov de Una belleza rusa, escritas entre Berlín y París, durante los años veinte y treinta del siglo XX. Tardamos mucho más de medio siglo en descubrir esas joyas perdidas en la tumba de la historia. Quizá estemos lejos de conocer el país de nostalgia y maravillas, perdidas, que ellas iluminan con su luz purísima.
EnPrinceton,1982,pocoantesdeserdescubiertaporsufuturoeditor.
Vida y obra mmmuy atractivas, Mr Q.
gracias, querido, por descubrirme a otra gran dama rusa. Gracias a usted conocí Marina T., ahora, tampoco me perderé a Nina B.
saluditos con escarcha
Mme Marie, Emma b.,
… Mme Marie,
SIIIIIIIIIIIIII…
… Emma b.,
TE ENCANTARÁ…
Q.-
PS. Qué ilusión me hace incitarte a la lectura…
Espero me permita la entrada a ésta su morada; pero quería decirle que me ha parecido muy interesante la vida de esta escritora rusa a la que desconocía, ahora que termino con Tolstoi creo que será oportuno adentrarme en el mundo femenino ruso de la mano de Nina.
Muchas gracias por el descubrimiento,
Saludos desde Barcelona
Ufffff vaya un mundo y una sociedad del que ya no están quedando testigos de vidas tan rocambolescas.
Gracias por traerlas al presente.
J.Moreno, Lèa,
… J.Moreno,
Siempre quedan historias por contar, si.
… Lèa,
Oye, deja el usted, anda. Algunas mujeres de NB algo tienen de Natasha y Ana Kareina, creo, si, si.
Q.-
¡Eres una mina!
Abrazo
À.-
A mí lo que me llama la atención es el estilo periodístico de JPQ, además de sus conocimientos.
Hoy en día es muy difícil leer artículos tan bien escritos, tal es la podredumbre intelectual de los nuevos periodistas, tan poco leídos.
Con el paso de los años, me resulta más insoportable leer textos largos o libros que no estén bien redactados, que sobresalgan del lenguaje habitual.
Sobre la escritora, «ni flowers», una vez más. Maldito seas Quiño, por acrecentar mi sentimiento de total ignorancia en estos temas.
Àngel, Maty,
… Àngel,
Mina abandonada… qué quieres.
… Maty,
Cuando yo era adolescente, mi madre me decía: “Nene, donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor…”.
… NO lo tengo yo tan claro; pero, pero… en esta ocasión, creo que algo queda intacto de mi amor y mi pasión por… Nina, Nina Bervérova, en este caso… y ese algo es lo que queda y tú aprecias: el espectáculo del amor y la pasión siempre tiene algo de “transitivo”, que algo comunica al que lo contempla, con una brizna de respeto, amistad, simpatía o cariño. De ahí que me emocione un poco que te / os guste esta vieja necrológica, que habla, a su manera, de ese amor intacto…
Q.-
El miércoles se le puso la placa en la acera y el viernes ya estaba destruída.
Las huestes cainitas no esperan mucho para firmar sus azañas.
Unos en Gracia y otros en la Diagonal.
Me parece que en Berberova hay algo de Yourcenar. En « C’est moi qui souligne » ella propone una analisis muy inteligente de la vida intelectual de su epoca. Y el hecho que no encontraba a un editor se puede explicar muy facilamente : era Rusa «blanca» que se habia escapada de su patria pero a los intelectuales franceses les gustaban sobre todo los comunistas (lo que se podia entender despues de la guerra y con el papel de la Resistencia…)
Feuilly,
Creo que llevas razón en ese paralelismo Berbérova / Yourcenar… hay otro, Muy Importante, con Zoé Oldenbourg… que es una grandísima escritora, sobre la que lamento haber escrito poco, cuando la Admiro Muchísimo, tanto como a Berbérova, con la que tiene un común cosas biográficas e intelectuales de muy primera importancia, si,
Q.-