La palabra “espionaje” maquilla con su eufemismo el rostro hampesco de los jiferos, mamporreros, policías y guardiaciviles atraídos por el dinero fácil que protagonizan las sórdidas revelaciones que caen como una tormenta de agua de letrinas sobre Madrid y sus aledaños.
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ABC, Gallardón pregunta quién dio la orden de espiar y quién lo pagó.
El País, El Gobierno de Aguirre también espió a un consejero afín a Rajoy.
La Vanguardia, Rodarán cabezas en el PP de Madrid si se demuestra el espionaje político.
El Confidencial, El PP señala a Interior en la trama de espionaje de la Comunidad de Madrid.
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Revelaciones -sin duda interesadas: como dudarlo- que bien ilustran la enfermedad del espíritu en cuyas pústulas podridas abreva desde hace siglos el más castizo de los lenguajes políticos cainitas: Orwell, PP, PSOE y el lenguaje político en Caína.
“Alguaciles endemoniados” es una evidente alusión a un texto de Quevedo, El alguacil endemoniado (1607), que forma parte de los Sueños (1605 – 1622), obra capital para entender la enfermedad del espíritu que devora las entrañas de España, desde hace siglos, De la inexistencia de España / De la inexistencia d’Espanya. Cada tema con su loco, en efecto.
- Madrid en este Infierno.
Temo que terminarè leyendo su libro Mr Q.
Mme Marie,
Qué ilusión me haría conocer su opinión..!
Q.-