Washington, la Alianza Atlántica y la UE están negociando un “nuevo concepto estratégico” para la OTAN: influir y pesar en tal proceso exige mucho dinero y determinación.

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Quienes estén en situación de aportar hombres, material o dinero al esfuerzo común podrán pesar, influir y exigir responsabilidades. Quienes no estén en situación de hacer aportaciones sustanciales deberán aceptar el estatuto de aliados sumisos y pasivos.

Washington marca el ritmo: más soldados y tecnología en Afganistán, pidiendo mayores aportaciones a los aliados europeos. La próxima cumbre del 3 y 4 de abril, en Estrasburgo y Kehl, celebrará el sexagésimo aniversario de la OTAN y la plena reincorporación anunciada de Francia a su estructura militar integrada.

Sarkozy espera conseguir para Francia lo que no consiguió Chirac: un puesto “a la altura de su rango” en el mando estratégico de la Alianza. El “rango” también es mensurable en partidas presupuestarias. Francia ha enviado más soldados a Afganistán. Sarkozy inaugurará el próximo mes de mayo una base militar en los Emiratos Árabes, con acceso a un puerto para submarinos nucleares armados con misiles y posicionamiento estratégico de aviones Rafael y Mirage 2000.

Alemania, por su parte, juega un papel decisivo en el doble proceso, en curso, del “nuevo diálogo” con Moscú y el posible ingreso en la OTAN de países como Ucrania y Georgia. El Reino Unido sigue siendo el más fiel de los aliados europeos de los EE.UU. Los pequeños Estados del Este son “peones” capitales: Obama no ha descartado el escudo antimisiles concebido durante la presidencia Bush…

El Magreb y el Mediterráneo occidental también son un frente inflamable e imprevisible en materia de seguridad, donde España debiera jugar un papel eminente. Al día de hoy, la voz española parece poco audible en capítulos sensibles de un “nuevo concepto estratégico” que Madrid deberá asumir, como actor o mero sujeto pasivo.