Frédéric Mitterrand ya era famoso y recibido como tal, en las más secretas fiestas, en París, Cannes y Monte Carlo, cuando Nicolas Sarkozy apenas era alcalde de una acomodada ciudad de la periferia parisina.
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SARA Y ETA
Sobrino díscolo del primer presidente socialista de Francia, desde Léon Blum, Frédéric Mitterrand se ganó el patronímico (su tío fue siempre Mitterrand, él siempre ha sido Frédéric) a golpe de insomnio, soledad, erudición y trabajo, como profesor, animador de tv, periodista, guionista, productor, realizador, empresario.
Cuando su tío fue elegido presidente (1981), Frédéric ya triunfaba como biógrafo audiovisual de todas las reinas y reyes depuestos desde 1789, si no mucho antes. Son leyenda sus reconstrucciones biográficas de las más grandes estrellas de Hollywood. Las locuras, amores, amoríos y borracheras de Marlene Dietrich, Ava Gardner, Grace Kelly, o Verónica Lage, no tenían secretos para él, grandísimo admirador de Sara Montiel.
En su día, Frédéric montó un gran homenaje parisino a Sara Montiel, cuya presentación se hizo en una famosa brasserie próxima de la plaza de la Bastille, donde, por aquellos años, se reunían hombres próximos a ETA que sostenían un diálogo apenas subterráneo con hombres próximos a su tío, cuya doble presidencia no modificó en nada su carrera personal.
HOMO Y RADICAL CHIC
Frédéric comenzó siendo profesor de economía e historia. Pero se aburría horrorosamente. Con el dinero de unos ahorros ganados dirigiendo programas de tv, muy glamour, consagrados a dinastías reales depuestas con violencia en toda Europa, montó una cadena de cines y una productora, que fueron su ruina, consagrado a salvar viejas joyas del cine egipcio de los años cincuenta, o promover cineastas alemanes, tan chic como radicales.
Frédéric nunca ocultó su homosexualidad, que, durante unos años, también fue su calvario. Él mismo ha contado, en un libro memorable sobre el Festival de Cannes, su tentación por los amores nocturnos, caminando por el filo de la navaja de la perdición. Los años (nació en 1947) solo han hecho más gloriosa su libertad incandescente. El nuevo ministro de cultura de Nicolas Sarkozy escribe una sulfurosa crónica en una revista homosexual militante.
Mientras su tío fue presidente (1981 – 1995), Frédéric ejerció como “saltimbanqui” oficial en todo tipo de cadenas de radio y tv, para presentar emisiones glamour, mientras cantaba por escrito las glorias difuntas de los Romanof o se dejaba tentar por las sirenas del esplendor de un Monte Carlo de opereta, una Viena de inolvidables valses o genios descarriados, como Joseph von Sternberg, caído en la acera de una calle perdida, en Westwood, Los Ángeles, California.
CARLA Y OTRAS NOBLES ESCANDALOSAS
Elegido presidente Nicolas Sarkozy, Frédéric ya era amigo íntimo de Carla Bruni cuando el jefe del Estado todavía estaba casado con Cecilia Ciganer. Y esa amistad íntima con las hermanas Bruni-Tedeschi, venía de muy lejos: la pasión de Frédéric por una cierta nobleza italiana, inmortalizada por Luchino Visconti. Fue Carla Bruni, justamente, quién sugirió a su esposo el nombramiento de Frédéric como director de la Villa Medicis, la legendaria institución francesa, en Roma.
Pretoriano, húsar, general de cuerpos de ejército, Sarkozy siempre ha sentido una cierta debilidad por el glamour de las aristocracias de la sangre y el dinero. Más allá de su tedioso cargo de flamante ministro de cultura, Frédéric Mitterrand ofrece al presidente y su gobierno algo que no se compra en los mercados políticos de la traición: un arte y una gracia de vivir en la frontera de los mundos más escandalosos.
- Mitterrand, ministro de Sarkozy.
- Personajes y Francia en este Infierno.
Y hay que reconocer que Sarkozy no para, entre otras cosas, de arriesgarse, incluso diría de provocar con sus nombramientos…