Desde hace semanas, cuando las nubes de cenizas y palabras muertas precipitaban lluvias y tormentas de agua sucia, iluminadas con fluorescente caligrafía publicitaria, he vuelto en muchas ocasiones a El misterio de la felicidad…
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… es una antología de la obra poética de Miguel D’Ors, seleccionada y prologada por Ana Eire, editada por Renacimiento. Las razones de esa vuelta a la palabra y la obra de un poeta, entre los más importantes de su generación, son para mí muy simples:
-En nuestro tiempo de multitudes lectoricidas (Ramón dixit), la poesía limpia y salva lo esencial: la palabra mancillada por la lluvia ácida, que a toda hora precipitan los medios de incomunicación de masas.
-Cuando la palabra misma está amenazada de muerte [Poetas, novelistas, ensayistas, críticos literarios… especies zoológicas amenazadas], los libros de poesía son el refugio último de los conjurados y creyentes en la palabra, el Verbo.
Desde tales perspectivas, la obra de Miguel d’Ors, antologada en El misterio de la felicidad, aporta cosas sustanciales: modernidad de las formas clásicas, convicciones sólidas, inalterable fe en la retórica más noble, tocada a la luz de nuestras íntimas tribulaciones históricas, sin olvidar implacables ajustes de cuentas con estas o aquellas escuelas, no siempre difuntas.
Un poema que me gusta, en particular:
BIRD
(Cuestiones de Poética)Le escucho en Night and Day.
Su música de oro
llega a esta tarde desde el otro lado
del mundo, el tiempo y
el muro de la muerte (Recorded in New York,
March 25, 1952)
y con alas de ensueño me transporta
a una extraña alegría, serena sin embargo,
de la que todas las palabras quedan
demasiado lejos. (Fray Luis
tuvo que conformarse con llamarla
“mar de dulzura”).
Ahora,
mientras van apagándose los últimos aplausos
-el disco ha conservado un difuso rumor
de copas, movimiento de abrigos y sombreros
de gentes que ya salen, impregnadas de humo-,
pienso en todas las cosas
que esa Belleza tiene tras el telón de fondo:
pienso en aquellas noches despedazadas, pienso
en aquel hombre póstumo –solo treinta y un años-,
en sus dientes de perra rabiosa en Caramillo
State Hospital, pienso
en las albas podridas de alcoholes y heroína
en que regresaría del Infierno
al Infierno por torvos callejones de gatos
-la lluvia gris desafinando sobre
los cubos de basura-.
Y me pregunto
por el enigma que une esos extremos
–Night and Day-, su existencia, que escruto con los ojos
de la memoria: tallo que enlaza el indecible
esplendor de la rosa
y el estiércol.13-XI-91
[LA IMAGEN DE SU CARA]
PS. He buscado en YouTube esa versión de Night & Day. No la encontré. Propongo, a cambio, este memorable Summertime. Al saxo, el mismo Bird. Un respeto.
- Escritores, Crítica literaria, Libros y Literaturas en este Infierno.
Armando says
Con permiso,
Night & Day
Desde que me lo presentó Cifu una noche estudiando para algún examen de CTMA (uno fue conejillo de indias de la ESO, qué le vamos a hacer), esa guitarra sincopada me atrapó para siempre. Había otros mundos… pero estaban en este!
JP Quiñonero says
Armado,
Inmensa gozada… ya en Django, se imponen las no menos legendarias Nuages,
Q.-
maty says
Ahora que nadie nos lee… Os aviso, es extremadamente adictiva la sección de música en formatos de máxima calidad, sobre todo si las incorporáis al lector de sumarios RSS!!!
AvaxHome: search Django Reinhardt
jDownloader se convierte en un soft imprescindible!
Enrique MF says
Q:
No abundan los buenos poemas centrados en la música y los músicos de jazz. Particularmente, este poema de Miguel D´ors dedicado a Ch.Parker me ha parecido de lo mejorcito que he leído en mucho tiempo.
Y qué decir del tema de Cole Porter, suena igual de bien tanto en el saxo de Bird como en la guitarra y el violín de Django y Stephane Grappelly.
JP Quiñonero says
Enrique,
Si… Miguel d’Ors es un poeta de notable envergadura.
Q.-