Tras cuarenta minutos de espera, rue de Rivoli, a la salida del BHV, él todavía estaba de humor para sonreír, convencido que el autobús debía llegar “en un instante”. Lo abandoné a su suerte.
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Gratitudes mil, Señor.
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RuedeRivoli, 2 octubre 2009. Foto JPQ.
- Fotografía y París en este Infierno.
José Julio Perlado says
Has captado el asombro ante la felicidad de la vida, la gozosa perplejidad que proporcionan los inconvenientes cotidianos…, las esperas interminables…, los autobuses retrasados…Esos ojos ( que me recuerdan a algún actor desconocido) rueda sin director una expresión de humor que tu buen humor, Juan Pedro, en el texto y en la fotografía recogen bien.
JJP
JP Quiñonero says
JJ,
Me alegra que no te disguste… si: las cosas instantáneas siempre tienen una brizna de vida que no siempre tiene la cosa muy preparada, estudiada, etc.
Avanti…!!!
Q.-
PS. Por mi parte, estaba cabreado como un mono.
Joaquín says
En los expresivos ojos de este singular personaje, adivino millones de horas de espera de autobuses urbanos. Sigue admirándome, Juan Pedro, cómo logras sonsacar a los paseantes para que se presten a un disparo de tu cámara…
J.
JP Quiñonero says
Joaquín,
A uno o varios disparos… en verdad, como repito desde hace unos días, se trata de una simpleza absoluta. Miras al señor, señora o señorita. Le preguntas: «¿Le importaría que le haga una foto?». Y él o ellas dicen «si» o «no». Tan contentos. Aquí paz y después gloria.
Graciasssssssssssssss
Q.-
Carmen says
Q,-, cuando esperas 40 minutos el autobús, tiene forzosamente que llegar en un instante. Y si es necesario, se espera ese instante todo el dia. No se puede dejar ganar al autobús, llegados a ese punto, a esos 40 minutos. Es, digamos, una cuestión personal. Un tipo encantador, no sólo optimista, sino orgulloso, en su sitio… ¿Acaso no esperamos en la vida cosas mucho más absurdas durante mucho más tiempo?
Una usuaria del autobús.
JP Quiñonero says
Carmen,
Qué elegancia y finura de análisis… Cómo me gustaría alcanzar el nirvana, la beatitud, el estoicismo, o algo así, para no cabrearme como un mono, esperando el autobús,
Q.-
Carmen says
Q.-, no, la espera aceptada no elimina el cabreo. No hay beatitud. Habiendo perdido batallas mayores, es retar en duelo, inocentemente, al autobús, como a un falso enemigo, como a un representante de todo aquello por lo que tuviste que esperar en la vida. Pero el cabreo está, aunque soterrado. Le dices «A nous deux!»,sabiendo que tienes todas las de perder, que nunca serás Rastignac,pero te quedas, para que no se salga con la suya. Probablemente todo esto no sea más que una forma encubierta de derrota y lo sano, la vida, es «cabrearse como un mono» porque hay cosas más importantes que hacer que retar a un autobús, salvo quizás para los neuróticos.
Carmen
JP Quiñonero says
Carmen,
Quizá… recuerdo al viejo Pla y su moral estoica, diciendo ¿donde? ¿cuando?… si cabreándose se consiguiera hacer mal a quien te hace mal… pero, hélas, solo te haces daño a tí mismo con tu cabreo: lo razonable quizá sea una cierta distancia estoica… ¡si se es capaz de conseguirla…!!!
Q.-