GrandPalais,8febrero2011.FotoJPQ.
La destrucción de cánones y valores, víctimas de las industrias de la incultura y los best-sellers, las multitudes lectoricidas y los pequeños profesores que medran en esa tierra baldía, condena a la tumba del ostracismo páginas, capítulos y encrucijadas mayores de nuestra historia moral, de la que tenemos noticia -cuando tenemos- a través del gran arte, la literatura.
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De ahí mi rescate de la obra de Camilo José Cela, que data de la presentación de la primera edición de mi De la inexistencia de España, en la Biblioteca Nacional:
CELA Y LA AGONÍA DE ESPAÑA CRUCIFICADA EN EL GÓLGOTA DE ESPAÑA
Para quienes la lengua, la novela, el poema, pudieran expresar el estado de la conciencia de un pueblo en un instante preciso de su historia moral, quizá no sea difícil intentar comprender que la columna vertebral de España, en nuestro caso, a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, bien pudiera tener su más honda y reveladora expresión alegórica en el relato de una ejecución sumaria y la iluminación visionaria de un campo de ataúdes.
El garrote vil con que la justicia castiga el comportamiento asocial de Pascual Duarte (1.942) ¿es un apólogo o una alegoría? ¿De que habla la imagen liminar de los Hijos de la ira (1.944), descubriéndonos con pavor que Madrid se ha convertido en una ciudad de más de un millón de muertos? ¿Hasta donde nos llevan las raíces de esos árboles de palabras plantados en la tierra baldía de España?
PASCUAL DUARTE Y LAS DANZAS DE LA MUERTE
Nadie parece dudar que esas dos parábolas de nuestros naufragios más dramáticos son, al mismo tiempo, un jalón histórico y el embrión de una posible restauración moral. En ese instante, el poema, la novela y la prosa narrativa irrumpen en la conciencia pública con un aldabonazo de purísima e insondable amargura. Que también es una lejana herencia, una labor y una obra de las más gloriosas y ancestrales tradiciones populares. La lengua purga su corazón bebiendo el amargo jugo de viejas, retorcidas y ácidas raíces, hablándonos de muchas otras formas de expresión del tormento de los españoles perdidos en España. Las Danzas de la Muerte, los pliegos de cordel, el Romancero, la Picaresca.
Los crímenes y la muerte de Pascual Duarte quizás no sean un “ejercicio literario”, sino una erupción volcánica, ocurrida en una geología espiritual de la que solo tenemos noticia cuando llega a manifestarse a través de las palabras. La lengua irrumpe a borbotones espantados, desguazando el hospital de sangre donde la existencia moral de España agonizaba, asfixiada y mutilada. La voz sombría de Pascual Duarte irrumpe en los salones vacíos del manicomio y el depósito de cadáveres de la conciencia pública para librarnos del sudario de una ciega y lisiada hipocresía. Allí está, desnuda, la expresión más pura y feroz que conocemos de una herencia que nos interpela, desvelando el nudo de víboras que continúan devorando las entrañas de algunas de las formas más angustiosas de ser hombre en España. Hay muchas otras. Sin duda. Pero es en la historia de Pascual Duarte donde afloran las corrientes más profundas del rio más hondo de la lengua castellana.
SANGRAR PALABRAS
Los Santos de Gonzalo de Berceo admirados con fanatismo y muy pronto apedreados sin piedad por la chusma acanallada reconocerían sin falta ni duda alguna la lengua y la prosa de quienes fueron testigos de la ejecución de Pascual Duarte. Celestina tuvo muchos clientes semejantes a ese idiota y pobre de misericordia educado por lástima y compasión en el parricidio. Los pliegos de cordel han contado infinitas veces la misma historia, con distintos hombres.
Camilo no “inventa” nada. Camilo deja que hable el manantial de la lengua castellana, a través de sus gavillas de palabras. Cierra sus ojos. Se tapa con esparadrapo y algodón hidrófilo la nariz, la boca y los oídos. Y deja que las palabras lo lleven hasta la alfaguara madre, el pozo sin fondo de la lengua. Con infinito cariño y asombrado respeto, abre el diccionario. Y lee. Se empapa. Hasta sangrar palabras. Y deja que la lengua vuelva a manar libremente, siguiendo su propio y caudaloso curso. Esa corriente que nace por su boca viene de muy lejos. Cada palabra, cada imagen, cada alegoría, tienen una historia. Y esa historia de las palabras es el espacio inmaterial, el cimiento y la arquitectura espiritual más íntima de quienes utilizamos la misma lengua de todos los españoles.
CONCIENCIA INFELIZ DEL HOMBRE ESPAÑOL
La ejecución de Pascual Duarte tenía muchísimos y bien conocidos antecedentes, y tuvo una frondosa descendencia. más que la genealogía o dramaturgia de unos personajes, Pascual Duarte inaugura una forma de hablar y escribir. Con ese libro comienza una nueva relación entre las palabras y el hombre que las sirve. Camilo vive de y para las palabras; ejerciendo todos los oficios, artes, servicios y disciplinas de las palabras, comenzando por la lexicografía, que es la dura tarea de compilar, rescatar, nombrar, definir, comparar, ordenar, incluso reconstruir la historia de las palabras. Que es tanto como reconstruir la arqueología de las volátiles relaciones del hombre con su espíritu y con su alma.
La pasión de Camilo por los diccionarios y la lexicografía es un ejercicio profundamente ético y espiritual: el oficio solitario y tenaz del hombre escardando, cogiendo, limpiando, trillando y aventando el grano y la paja de la lengua, en busca de las prometedoras pepitas de la semilla. Cada nuevo grano es una piedra preciosa, un talismán. Y quienes conozcan su historia y su misterio podrán abrir nuevas puertas a la antigua mansión de la conciencia infeliz del hombre español.
CONCIENCIA ENDEMONIADA
No se equivocaban censores y profesores de literatura: ni La familia de Pascual Duarte (1.942), ni Mrs. Caldwel habla con su hijo (1.953), ni Oficio de tinieblas 5 (1.973) son “novelas”. Son gigantescos exorcismos shakesperianos: a través de Camilo, la lengua castellana convoca a sus más espantosos fantasmas y demonios, esperando, en vano, que el hombre español reconozca la evidente arquitectura endemoniada de su conciencia. Con la sabiduría inquietante de quién ha perseguido, castigado y condenado al infierno de una existencia desalmada todos los frutos conocidos del espíritu, nuestra cultura evita contemplar su propio rostro en ese espejo implacable, instalando la obra de Camilo en el estante ornamental de las mercaderías usadas, la “literatura”, la pasamanería más fina, fingiendo hipócrita respeto para mejor condenarla al ominoso olvido de las más ilustres ficciones.
Precisamente porque Camilo es, él solo, una rama muy frondosa del árbol de las literaturas españolas, su lengua, sus libros, su prosa, su escritura, son minuciosas e inquietantes expresiones anatómicas del estado de nuestra conciencia pública durante toda la segunda mitad del siglo XX.
LA SANGRE ENVENENADA DE ESPAÑA
Y esa expresión del estado profundo de la columna vertebral de un pueblo deja aflorar el miedo más hondo y grave, a través de una de las voces que hablan y salmodian su inconsolable pena en Vísperas, Festividad y Octava de San Camilo del año 1.936 en Madrid (1.969): «España se nos puede morir entre las manos cualquier día, España tiene la sangre envenenada y es preciso hacerle respirar aire puro, lo que no sé es por donde empezar, ¿lo sabes tú?«. Sangre envenenada. ¿No es la lengua la sangre y la savia del alma, como quería Unamuno? ¿No habría comenzado el temprano envenenamiento de España con el envenenamiento de su lengua que ya es muy perceptible con el triunfo de la lengua hampesca de la Germanía? La sangre envenenada de España habla de una enfermedad del espíritu que ha desangrado a España durante siglos. Esas Vísperas.. del año 1.936 en Madrid se abren con una cita célebre de César Vallejo: «¡Cuídate, España, de tu propia España!«.
Pascual Duarte lo dice con una precisión rigurosa y luminosamente bìblica: «Habrá que huir; que huir lejos del pueblo, donde nadie nos conozca, donde podamos empezar a odiar con odios nuevos. El odio tarda años en incubar; uno ya no es un niño y cuando el odio crezca y nos ahogue los pulsos, nuestra vida se irá. El corazón no albergará más hiel y ya estos brazos, sin fuerza, caerán…»
VIAJE A LA TIERRA DE CAÍN
El odio, alfaguara y cimiento del alma de un hombre endemoniado, que es la alegoría de otros muchos hombres caídos en los campos de cruces de su tierra. El odio, argamasa de la vida y la historia de un hombre con el que están floreciendo los bulbos, los rizomas, los tubérculos, los brezos, los cálamos y las raíces de un bosque encantado. En esa tierra del odio se pierden los hombres y los pueblos, arrastrados por el flautista del odio. Y en esa escuela se forman los recién nacidos bebiendo la leche negra del odio. Creyendo que hablar es odiar. Pascual Duarte transita por esa tierra de Caín, como una aparición sonámbula que se arrastra con su hoz por todos los caminos y senderos del bosque de la lengua.
Esa tierra comunal está habitada por infinitas figuras, innumerables seres de amor y pesadilla. Pascual Duarte es un espectro nacido en la cuna y el fondo más oscuro de las palabras. Lazarillo que tiende su mano y su voz a Camilo, invitándolo a recorrer todas las tierras vírgenes o esquilmadas de la lengua, ofreciéndole un cuenco para beber y saciar su sed en todas las fuentes del verbo. Las raíces de ese árbol de palabras con figura de hombre acabarán convirtiéndose en un caudaloso río que corre para perderse y confundirse con los últimos confines de las tierras y del alma. El viaje es un género entero y mayor de la prosa de Camilo.
AGONÍA DE ESPAÑA EN SU ATAÚD
Por el sistema circulatorio del caudal de esa prosa cristalina corren millares de palabras que fueron expresiones y espejos trashumantes de varios siglos de crímenes cainitas. Arrastrados por el torrente vertiginoso de la historia, cada espectro y cada concha vacía forman parte de una antigua comunidad de cosas y seres humanos que perecieron antes de llegar a construir una casa común para sus infelices moradores. Pascual Duarte es el fantasma y el fósil humano de un lejano conflicto bíblico que ha vuelto a nacer, para su desdicha, antes que su pueblo sepa como escapar al inconcluso sacrificio de una maldición. El sistema nervioso de las criaturas de ilusión que pueblan los caminos y lugares de esa tierra, cuyo nombre nada nos cuesta reconocer, conserva la huella y la memoria de infinitas ejecuciones cainitas, persiguiendo con su odio la memoria de unos despavoridos descendientes no siempre exentos de culpa.
Camilo no compila “testimonios”, ni hace, ni mucho menos, “literatura”. Camilo reconstruye una geografía completa de la pasión, crucifixión y muerte de España. España se nos puede morir entre las manos cualquier día, España tiene la sangre envenenada. La inconclusa agonìa de España nos habla de un calvario histórico.
CRUCIFIXIÓN DEL HOMBRE ESPAÑOL
Pasión del hombre español desarraigado, arrancadas de cuajo sus raíces, agonizante y sin agua, sin fe, convertida su tierra en un calvario cainita.
Crucifixión del hombre español en su casa convertida en hospicio, manicomio y cárcel donde se aplica el garrote vil para cumplir una promesa cainita.
Agonía de España a manos del odio de España corriendo por las calles de España, poseídas por un odio cainita, sin fe, sin gracia, sin esperanza, sin otra recompensa que el desencanto sin gloria.
La minuciosa reconstrucción de esa geografía de la pasión, crucifixión y muerte de España es una vastísima tarea de anatomía de las pasiones intimas e inciviles de los españoles, a la lívida luz de su lengua más pura y cristalina.
GÓLGOTA, ÚNICA PATRIA
Camilo ha cultivado, renovado, destruido y reinventado todos los géneros literarios. Cada forma estética comporta una geometría del espíritu. Camilo se sirve de todas y cada una de las más nobles formas y géneros para confirmar con profunda amargura el desencuentro del hombre español con todas las más distintas especies y creaciones del espíritu, que en otro tiempo fueron su gloria, su orgullo y su razón de ser. Las majestuosas arquitecturas clásicas han sido despobladas y vaciadas de toda alma viviente. La ausencia de “trama” y “personajes” que la censura y la crítica descubrían con espanto nombran y describen la oceánica desaparición del hombre que arrastra la cruz de existir camino del Gólgota que es su única patria.
Cada palabra tiene su historia. Cada libro su estilo. La obra crece cultivando las muy diversas artes de la memoria.
INTEMPERIE CARCELARIA
Camilo puede servirse de la trama de las Danzas de la Muerte para vestir amorosamente a sus personajes con los trajes de sus contemporáneos, contemplando el comportamiento clínico de esos hombres sin alma ni fé embarcados con el mismo destino en la misma Nave de los Locos. La hiel y el tósigo de las lenguas tienen los mismos efectos a lo largo de la lluviosa noche del paso de los siglos.
Camilo reescribe las infinitas historias de crímenes y leyendas compiladas por los amanuenses de los pliegos de cordel, y descubre una norma y continuidad ancestral en esos relatos de furia y ruidos contados por ciegos e idiotas pidiendo limosna al pié de los soportales de antiguas iglesias vacías.
Camilo recoge en la calle y el arrabal tabernario de su tiempo a los seres desalmados y prófugos de la Picaresca. Y debe continuar condenándolos a la intemperie carcelaria, porque nadie ni él saben donde podrían encontrar cobijo menos menesteroso.
MADRE CIEGA HABLANDO AL ATAÚD DE SU HIJO
Camilo pesca en el proceloso y átono mar de la prosa periodística y leguleya los nombres e historias de infinitos seres humanos perdidos sin posible salvación en el río de la vida. Pero todos se desconocen entre ellos. Todos agonizan interminablemente en una ciudad donde cada vecino consigue vender su cuerpo a un precio que nunca le permite comprarse un alma.
Camilo rescata los nombres y apellidos de innumerables esquelas mortuorias. Pero la redacción bien inspirada del más severo conceptismo nos recuerda que las inscripciones catastrales o los informes forenses quizá no sean suficientes para restaurar las relaciones entre padres e hijos que se odian en la vida y en la tumba.
Camilo rescata el folletín y la literatura procesal para intentar comprender como razonan los mismos corazones de hiel y piedra contemplando el garrote vil de sus contemporáneos. O recurre a toda la piedad de una madre ciega hablándole a su hijo, con unos recursos oratorios que pudieran recordar el dolor sin destino ni socorro del Heráclito Cristiano, para anunciarle la soledad sin fin que antecede al desencanto.
Cela se sirve de la poesía popular del Romancero para mejor contemplar el espectàculo de las antiguas e infinitas ninfas caídas en el prostíbulo, incapaces de soñar o de ahorrar para comprarse unas miserables medias de cristal.
ALMAS ARDIENDO EN EL INFIERNO
Cela lee y relee las crónicas de sucesos, la poesía culta, la sabia prosa garbancera de los Episodios Nacionales, el perfume embriagador de las princesas valleinclanescas, el tufo a suburbio y humana taberna de La lucha por la vida, la gracia inmaculada de los alhelíes juanramonianos. Camilo es un pozo sin fondo donde podemos buscar y encontrar todas las perlas y piedras preciosas ocultas en el fondo del mar de la lengua. Erguido y solo, cariátide del templo de su propia máscara, Camilo contempla el espectáculo sombrío de la historia y no parece encontrar muchas razones de esperanza ni consuelo. ¿Que nos pasarà si nadie ruega por nosotros? se pregunta con sorda ironía la voz que habla a través del Cristus versus Arizona (1.988). La Mazurca para dos muertos (1.983) concluye de este modo:
«Aquella noche el ciego Gaudencio, acordeonista de casa de putas con el alma tan limpia como la azucena de San José, interpretó la mazurca Ma petite Marianne con muy especial deleite, la estuvo tocando hasta la madrugada.
–¿No sabes otra cosa?
–No.
Don Càndido Velilla Sànchez, viajante de comercio, le preguntó al acordeonista ciego,
–Dìgame una cosa, ¿usted se alegra de que hayan matado a ése?
–Sí, yo sí, ¡qué quiere!
–¿Y se alegraría de que además Dios Nuestro Señor lo hubiera mandado a arder en el infierno?
–Sí.
…
CARNAVAL Y HOSPITAL DE FANTOCHES Y LISIADOS
El aterido y solo corazón del hombre lucha contra el frío invernal de la historia calentando con odio la oscuridad de sus gélidas noches sin mañana.
Esa aridez pedregosa y desértica del alma seca también describe un calvario histórico. A través de esa geografía de la pasión, crucifixión y muerte de España, Camilo nos cuenta como vive y agoniza el hombre español sin fe, sin historia, sin cobijo, sin hermanos, sin familia, sin amor, sin esperanza, sin consuelo.
La fe es un artículo de mofa, irrisorio u horrible, descarriado en un carnaval de fantoches grotescos y figurillas sin ojos, muñecos de estopa sin gracia ni corazón, ayunos de misericordia. Un lujo estéril para esos seres de pesadilla privados de la luz y las luces, deambulando, perdidos, por un gigantesco hospital de figuras lisiadas.
CRUCIFICADOS POR CHIRIGOTA
La historia es un rosario de crímenes cainitas, perpetrados en la oscuridad de un manicomio. La prosa médico legal reconstruye con precisión entomológica un infinito rosario de bajezas homicidas. El calendario es un campo de cruces sin nombre que un ciego recuerda mintiendo porque allí perdió sus ojos y la memoria.
No hay cobijo ni morada para quienes son los hijos y los padres del odio, arrastrando un ataúd que es su cuna y una cruz que es su único reposo, porque no conocen otro destino que crucificar o ser crucificados, por chirigota y sin gracia.
ANTIBIÓTICOS CONTAMINADOS
Ese hombre condenado a garrote vil porque estranguló a su madre descubre en un prostíbulo que alguien le dio un grotesco apellido falso, para vender a un precio tabernario una partida de bautismo que su presunta hermana consiguió traficando los libros apócrifos de una iglesia blasfema y sin Dios.
Quienes pudieron ser los antepasados de ese hombre errante en una noche sin fin huyeron abandonándolo en una pensión sin dueño, donde solo se interesan por él algunos comerciantes en dentaduras postizas y tráfico de vísceras humanas, que tienen muy mala venta saldadas de contrabando o en el mercado negro de los antibióticos contaminados.
HOMBRE PERDIDO EN UN DESIERTO DE CRUCES
Los cuerpos copulan sin placer en oscuras madrigueras urbanas, y se compran y se venden sin cesar y sin gusto para ninguna de las partes, que solo gozan sin satisfacción en los brazos de máscaras de ceniza y muñecos pintarrajeados, contemplando ávidos el dolor, la miseria y el sufrimiento del prójimo.
Solo cabe esperar que con el fìn concluya la agonía y el dolor. Pero cada día amanece invitándonos a beber el mismo cáliz. Cada hombre arrastra una cruz por el camino del mismo Calvario, sin reconocerse ni reconocer a nadie, perdido en un desierto de cruces.
ESPAÑA AGONIZANDO EN EL GÓLGOTA QUE ES ESPAÑA
Cada cual agoniza en silencio, abandonado y solo, sin consuelo, sin gracia ni compañía. Apurando las heces de una patria que es ese océano de amargura, soledad, desengaño y muerte. La burla de unos niños en un campo de calaveras. La chanza del verdugo ante la bilis y los alaridos impíos del tonto del pueblo, intentando zafarse de la soga que le sangra el cuello, camino del garrote vil, para regocijo de la chusma y un público miserable, abyecto y ruin. Los graznidos de las putas acicalándose con un hisopo de flor de muérdago y aceite de colza. La lívida luz que ilumina la máscara y el espejo de España sin España. España agonizando crucificada en el Gólgota que es España.
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Madrid, 19 noviembre 1998. CJC & JPQ, presentación de De la inexistencia de España.
José Julio Perlado says
Un abrazo, Juan Pedro, aplaudiendo un texto tan magnífico.
JP Quiñonero says
José Julio,
Ayayay.. a veces me pregunto si no seremos los últimos en recordar a Camilo, la Colina de los chopos, o a Gerardo Diego,
Q.-
PS. Gratitudes, muchas.
Enrique MF says
Q: Excelente fresco carpetovetónico.
JP Quiñonero says
Enrique,
Me agrada que te agrade, oye, si,
Q.-
J. Moreno says
El día 5 de Abril escribí esto en un blog.
He intantado entrar para ver la respuesta que el anfitrión tiene sobre él, y no he podido entrar por que me pide una contraseña. Ni que decir que su dueño es un conocido liberal, -por usar un eufemismo-, de este blog:
«Me trasladan a Melilla a principio de los 60 para efectuar el servicio militar.
Hacemos la instrucción de recluta en el campamento de Viator, en Almería.
Regulares 5. Teniamos al teniente Ybarra Lechuga en la 6ª compañía.
Éramos unos 100 reclutas, entre ellos varios vascos. Se pierde una manta en la compañía y el teniente nos formó a todos, nos puso firmes y nos dijo que estaríamos así hasta la aparición de la dichosa manta.
Se marchó el teniente y todos seguimos firmes y en absoluto silencio. Al rato aparece el teniente y nos dice que si hay alguien que se hace responsable. Tras un silencio de sepulcral, da un paso hacia adelante un vasco y dice: “¿Mi teniente, Ud. cree que somos ladrones?
Se dirije hacia él y comienza a darle patadas, se tira al suelo cogiéndose la cabeza con las manos y aguanta un aluvión de patadas bestiales en todo el cuerpo. Toda la compañía seguimos en un silencio absoluto, personalmente maldecí al bestia que lo hacía, siendo una de las cosas más humillantes que he presenciado en mi vida.
Disolvió la formación y se marchó a su oficina.
Años después, siendo coronel en Galicia, tras una arenga en una misa de campaña hizo un panegírico del general Franco y su régimen. Fué destituido y sancionado por, creo que por el gobierno de Felipe González.
Pocos años después hago un viaje al País Vasc0, a mediados de los 70,-concretamente a Vitoria- a visitar un amigo y en la comida de llegada, un joven de unos 18-20 años ante mi pregunta de como era la represión en el País Vasco con la democracia, me relató una experiencia vivida por el joven:
Sale del cine de madrugada y camina por una acera con los amigos, de pronto un coche de la policía se detiene y les gritan “´¡policía!, ¡a la pared y quietos con los brazos en alto!.
Uno de ellos se vuelve y les dice: ” ¡ agentes!¿ ha pasado algo?
Le dan tal golpe con la metralleta, que lo tumban en el suelo y lo patean.
El comentarista nos dice que desde entonces ODIA a las fuerzas de seguridad del Estado.
Ahora creo que la violencia ha bajado mucho, no obstante el ODIO está instalado en la memoria y no OLVIDA.
En el presente hay una oportunidad histórica para congelar todo el ODIO acumulado en decenios, la libertad para consultar al pueblo sobre su futuro y su modelo de sociedad
Y hay un viejo refrán castellano que dice: “Quién siembra vientos, recoge tempestades”
En la actualidad a la izquieda nacionalista debiera ser libre para presentarse al juego democrático y desechar la VIOLENCIA como método para conquistar la voluntad de un pueblo».
JP Quiñonero says
J.Moreno,
Tendrías que escribir tus memorias, o algo así,
Q.-