Cabrera de Mar, 13 agosto 2008. Foto JPQ.
Ante la desertización en curso de las tierras y la vida cívica, nada más urgente que la reconquista, refundación y siembra de la patria íntima.
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HEROÍSMO ESPIRITUAL
Escritas en el exilio francés de Roissy-en-Brie, Boissé-la-Rivière, L’Isle Adam, Burdeos y Montpellier, entre el 6 de abril de 1939 y el 5 de agosto de 1941, las Elegies de Bierville de Carles Riba se proponen consumar la reconquista y siembra de la tierra perdida para los desterrados y proscritos, a través de la palabra y el espíritu.
Proyecto épico y estético. La lengua catalana estaba condenada a un doble exilio, cuando el destino mismo de Europa parecía estar hundiéndose en el abismo de la crisis más grave de su historia. En su conferencia de Viena del 7 de mayo de 1935, Edmund Husserl había afirmado que la civilización europea oscilaba entre dos formas de angustiosa incertidumbre: perecer, víctima de la crisis que estaba destruyendo su espíritu; o renacer, a través del heroísmo de la razón, ya que, a su modo de ver, sólo las obras y el trabajo del espíritu podrían reconstruir una casa común para los pueblos europeos, que todavía desconocían el calvario donde estaban llamados a ser crucificados, sembrados de cruces y tumbas sus viejos campos de viñas.
UNA HERENCIA GLORIOSA
Lejos de su patria, perdido en una pequeña localidad de la Creuse, cuando el destino de Cataluña, España y Europa no había sido nunca tan incierto, Riba entona una invocación olímpica:
Súnion! T’evocaré de lluny amb un crit d’alegria
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per l’exiliat que entre arbredes fosques t’albira
súbitament, oh precís, oh fantasmal! i coneix
per ta força la força que el salva als cops de fortuna.
ric del que ha donat, i en sa ruïna tan pur.
Caído en una ruina tan inmediata, pura y palmaria, el desterrado atisba en su conciencia la luminosa arquitectura de un promontorio y un templo griego, la morada inmortal de algo que los griegos de la época clásica llamaron Poseidón. Riba no podía creer en aquellos seres de ficción que fueron los dioses griegos, condenados al exilio, también ellos, mucho tiempo atrás, pero se sabe rico y afortunado por ser dueño de esas imágenes que embargan su alma con cuanto dio, recibió y sostiene toda la arquitectura de su ser, cuando su vida y su espíritu están amenazados. El recuerdo de ese templo le devuelve intacta, inmaculada y enriquecida la conciencia de ser heredero, portador y paladín de los gloriosos penates de Atenas.
CONTRA EL OLVIDO Y EL DESARRAIGO
No solo Eneas está condenado al destierro tras la destrucción de Troya. El hombre europeo nace con esa condena al exilio y la emigración forzada, arrastrando consigo los estandartes y la palabra de la antigua ciudad perdida. Virgilio nos enseña que Roma se fundó con ese patrimonio de memoria y respeto por los antiguos lares familiares. En sus notas personales a su segunda Elegía, Riba, helenista eminente, comenta: “Súnion!…” El “sagrat promontori d’Atenes”, d’un itinerari homèric, el “sublime promontoire” de Moréas, el promontori penjat sobre el mar, batut per les onades, on els mariners d’Aiax, en la tragèdia de Sòfocles, enyoren de trobar-se “per saludar-hi la sagrada Atenes” [ .. ] Pèricles hi construí un temple de Posidó, del qual avui encara es drecen, sostenint l’arquitrau, dotze columnes; alguna de les caigudes blanqueja i verdeja, baix, sota l’aigua densa i neta. És aquest lloc únic, síntesi i símbol de moltes coses pures, que en el meu exili se’m representava a la memòria.
SEMILLAS Y RAÍCES DE LOS MUERTOS
Riba fue muy creyente. Pero, lejos de su tierra, solo, en el exilio, mira hacia Grecia en busca de una piedra, un promontorio, un templo, una arquitectura, donde afirmar sólidamente su conciencia. Afirmación física y moral. Riba encuentra en un lejano templo, concebido y construido en la Grecia del siglo V, las sólidas columnas donde asentar su inconmovible fe en la palabra y la memoria.
El profesor de griego bien conocía la melancólica suerte de la Grecia histórica e imperial. Son sus frutos espirituales los que perduran y lo atraen. Sus ideas, su arte, su arquitectura espiritual, sus ideales. Comenzando por la idea de libertad, que nosotros podemos imaginar y anhelar a través de la victoria de Samotracia y la batalla de Salamina.
Riba glosa esa construcción del espíritu en su novena Elegía, dedicada a Pompeu Fabra, el artífice del Diccionario y la Gramática que habían consumado la restauración definitiva de una norma lingüística:
Glòria a Salamina…
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crit d’arribada o foc sota la cendra d’un nom
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la furiosa llavor per al meu ésser civil.
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simplement, subtilment, sabessin com no hi ha inútil
cap esperit, si creix lliure en la seva virtut;
que per podè’ esdevení’ el que volien llurs déus, en la forma
viva del que eren ja des de l’arrel de llurs morts
LA REVUELTA DE ANTÍGONA
Para poder llegar a ser lo que el destino decida, el hombre comienza por crecer en la tierra umbría de la memoria, donde perduran las semillas y las raíces de los muertos. Esa fidelidad a la raíz que conocemos a través de la palabra también es una condena: para continuar siendo y escapar al desarraigo, deberemos conquistar y afirmar cada día la libertad del árbol de nuestra conciencia. Y ese combate cívico y espiritual confiere a Salamina un puesto único en la historia de nuestra conciencia: solo la palabra nos hará libres, afirmando nuestra identidad, solidarios, en el seno de una comunidad de hombres libres.
Riba también creía que el sentit de la llibertat, fonamental en la cultura europea, s’afirmà per a sempre a Salamina. En su caso, se trata de un sentido profundamente espiritual, cuya expresión definitiva es el ser civil e histórico del poeta. El espíritu encuentra su más alta expresión en la virtud cívica, cuya primera manifestación es la honra de la memoria, la tierra y las raíces de los antepasados, nuestros padres y hermanos muertos, como nos recuerda, siempre, la revuelta de Antígona.
DE LA MANO DE ORFEO
Esas honras fúnebres convierten al poeta en un intermediario entre quienes aseguran el servicio del recuerdo de los muertos y antepasados y los arquitectos consagrados a la imaginación y la posible construcción de la polis de mañana. En el prólogo de 1949 a sus Elegies, en la Barcelona de esos años oscuros, Riba insiste en su aspiración íntima a construir la Ciutat a través de la meva encarnació personal, laboriosamente fraguada en el uso de la lengua, consagradas todas sus horas al vasto empeño de la construcción de una conciencia. La polis y la conciencia se confunden en la arquitectura del alma y el espíritu de la persona: se es hombre en el seno de una familia, de una ciudad, donde se honra a los mismos muertos a través del mismo oficio de la misma palabra.
En su décima Elegía, el poeta sueña con Orfeo, el hombre que baja al Infierno en busca de su esposa, Eurídice, para rescatarla y devolverla al mundo de los vivos. Y a través de Orfeo, Riba reconstruye una variante personal de las artes de la música, la palabra y los misterios órficos:
He somiat amb Orfeu a la porta oberta de l’Ombra.
Una absència d’espill ha devorat el meus ulls
ebris encar de mirar-se en el maig turbulent de les coses,
plens d’abocar sobre el cel tantes aurores del cor.
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Com et vaig reconèixer, memòria, perdut arxipèlag
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… tot quant, velada Eurídice, és únic
dins el teu nom amb tu entre la mort i el meu cant,
feia un reialme immens que tornava a la veu del seu príncep
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una pàtria expectant…
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… i em veig
arbe arrelat en el crit de la meravella passada,
miro i em sento cant que obre la tofa en l’espai
SEMILLAS Y FRUTOS DE UN ÁRBOL POR NACER
El mito de Orfeo atraviesa y fecunda toda la historia del espíritu de nuestra civilización, desde Grecia, si no mucho más atrás, hasta nosotros. Misterios órficos. Misterios cristianos. Platon. Evangelios. Plotino. Alejandría. Dante. Ramon Llull. Goethe. Novalis. Nietzsche. Rilke. Orfeo renace cada vez que alguien abre las puertas del reino de las Sombras y se dispone a emprender el camino que conduce a la oscuridad última, allí donde mora y él rescatará, según sus fuerzas y atribuladas convicciones, el recuerdo, la memoria o el alma de sus antepasados y seres queridos.
Riba decía creer en la inmortalidad cristiana del alma. Pero en las Elegies de Bierville solo hay un rastro tangible de la inmortalidad griega. Salamina, Sunión, Orfeo, Eurídice. Y esa realidad espiritual que es la Grecia olímpica sirve a Riba para reconstruir un reialme immens, una pàtria expectant con un arbre arrelat en el canto de la meravella passada. Esas maravillas no son sueños, espejismos ni ilusión óptica: son los frutos contemporáneos de una gran civilización mediterránea. Riba mira, contempla y escribe, creyendo que el destino de ese árbol cuyas raíces él rescata, en el exilio, está llamado a crecer y proyectarse en el tiempo y en el espacio.
LA PALABRA SE HACE TIERRA VIRGEN PARA LA SIEMBRA
Son muy inciertos los caminos del destierro. Riba se sabe caído en el piélago del oscuro mar de la historia. Pero nunca olvida, sin citar, el nombre de su tierra, porque está muy presente en el uso más íntimo de la lengua de los proscritos. Quizás sea muy largo el periplo y la aventura de un regreso sembrado de peligros. He navegat com Ulisses pel noble mar que separa, comienza diciendo la séptima Elegía. Pero el destino del héroe de la Odisea culmina con el retorno a la patria, la restauración del orden antiguo: Ítaca, regne petit, conec la cova profunda!
En este caso, la cueva profunda quizá pueda aludir, al mismo tiempo, a la oscuridad del hoyo profundo de la historia o a la cueva del mito platónico. Esa oscura e insondable profundidad ilumina con estrellados misterios la incierta suerte de Ítaca, regne petit, que bien recordarán y tendràn presente quienes hayan escuchado o recuerden algunas canciones populares de Lluís Llach.
Hacia el final del viaje y la alegoría, la Elegía XI consuma el más profundo de los misterios. La tradición órfica y la tradición evangélica nos proponen contemplar la metamorfosis de la palabra en vino, invitándonos a comulgar en el oficio religioso y laico de la embriaguez compartida con las iluminaciones de la lengua y el ágape, el reparto del pan y los frutos de la viña con las personas queridas. Riba nos invita a contemplar y participar de la metamorfosis de la palabra en tierra:
Era en la llibertad i en el cel de la meva paraula,
transfigurat pel déu que en el meus anys ha sofert;
sota els meus ulls, la terra vivia per mi
ROTURAR LA TIERRA RECOBRADA
La tierra vivía en mi y para mi. El retorno a Ítaca coincidirá con la restauración de la palabra y la reapropiación, reconquista, refundación y siembra del hogar íntimo y la tierra patria, que se consuma en la Elegía quinta:
Dins la meva ànima en pau sóc el nàufrag que en l’illa profunda
on reneix de la mar, súbitament reconeix
una pàtria d’antany
La patria espiritual y la patria terrenal se confunden ahora en el espacio común de la lengua. Riba encuentra en Novalis y Ludwig Tieck el recurso estético, literario y filosófico donde se funda esa metamorfosis.
La novela inacabada Heinrich von Ofterdingen, un Minnesinger de quien solo ha sobrevivido el nombre y la leyenda, presunto autor del Nibelungenlied, para Novalis y algunos de sus amigos, cuenta la historia de un viaje iniciático muy semejante: la aventura del héroe en busca de una patria y un reino perdidos, que él acabará descubriendo allí donde volverá a crecer algún día.
Metamorfosis que comienza en el espacio inmaterial del espíritu y la conciencia. Gracias a los recursos de quienes roturan y trabajan con dolor en esas tierras de duda e incertidumbre, teniendo por solo pertrecho el arado de su lengua.
LOS FRUTOS MADUROS CON LA VUELTA Y RECONSTRUCCIÓN DEL HOGAR
Riba traduce casi textualmente, se apropia y modifica, ahondando, como suyo, desde otra perspectiva, un comentario personal de Tieck a la obra inconclusa de su amigo: Kehrt er wie in eine alte Heimat in sein Gemüt zurück. Heinrich von Ofterdingen, el héroe del relato alegórico, retorna a su alma como a una patria antigua. Dins la meva ànima, escribe Riba, reconeix una pàtria d’antany.
El viaje y el exilio concluyen con el retorno a la patria, que es el alma del hombre, su lengua y su tierra. Preservando la intacta llama de su arquitectura espiritual, el hombre encuentra cobijo en la morada donde creció y se forjó su conciencia, trabajando la lengua, la traducción y el comercio con la Grecia olímpica. Allí nacen unos ideales (Salamina, Sunión, Orfeo, etc.) que dan forma histórica y social a sus construcciones de mármol, palabras y espíritu. Afirmada en el tiempo y el espacio esa jubilosa arquitectura del espíritu, el hombre condenado al destierro y el exilio proyecta e inicia el retorno a la patria, dispuesto a emprender el único combate que en verdad justifica su vida, proclamando, como Ulises, el inquebrantable deseo de la reconquista y siembra de la tierra perdida, al fin recuperada, a través de las metamorfosis y el oficio civil y espiritual de la lengua.
Josep Pla, la redención de la tierra y la construcción de un hogar.
Carlota says
Gracias por este precioso comentario. Espero que me sirva de puerta de entrada para abordar Las elegías de Bierville, algún día.
Como lectora silenciosa y contante de su blog, aprovecho fara felicitarle las Pascuas.
JP Quiñonero says
Carlota,
Me hace muuucha ilusión que no te disguste mi papela sobre Riba. Gracias, si, con mis saludos pascuales… espero que se diga así, está dicho con amistosa simpatía,
Q.-
Ramón Machón says
Llego aquí por tu enlace desde twitter y, al ver la fecha del post, me ha dado por pensar que en estos blogs tan caudalosos como el tuyo hay que sumergirse de vez en cuando con paciencia y amor arqueológicos, para sacar a la luz cosas que pasaron desapercibidas en su momento. En este caso te agradezco haberme ahorrado el trabajo.
JP Quiñonero says
Ramón,
Ahhh… qué sorpresa: qué generosidad la tuya… Yo mismo me maravillo de estas locuras compartidas.
Avanti..!!
Q.-
Pablo Eugenio Fernández Jiménez says
¡Vaya regalo, Quiño, que nos haces!
¿Avanti? Nos pones una marcha tremenda, pero se sube con gusto.
Ese afán por enseñar, por despertarnos del letargo, no te digo de la anestesia, que yo como de eso, se agradece
JP Quiñonero says
Ay, Pablo, qué generoso eres…
Además de generoso, que no es poco, te veo vivo, dando guerra por todas partes, como debe ser… Avanti..!
Q.-
Pablo Eugenio Fernández Jiménez says
Jajajajaja Juan Pedro, no se trata de halagos, sino de justicia. Es grandísimo tú trabajo, y tú generosidad, de hacernos partícipe del mismo.
No se trata de estar a favor o encontra tuya, sino que creas una necesidad en el lector de no tirar la toalla, de ser activo, levantarse del sillón, de la poltrona, arriesgar.
Y luego el ejemplo, el magisterio, el respeto que te debo. Mira, ya te lo he dejado caer, cuando te tomas los cursos de Joan Boluda con tanto afán, como un principiante, haces, igualmente que uno se examine, y me diga en mi labor cotidiana: Quiño no se rendiría.
Y como tengo tan buen maestro también me gusta «espolear»
En fín ¿Qué sabía yo de Josep Plá, de Sinera, del uso adecuado de la palabra, de Quevedo, de Rosa Chacel….de Carles Riba?
¡Gracias maestro!
JP Quiñonero says
Pablo,
En el fondo, todo es una cuestión de amor…
Me encanta leer, escribir, fotografiar. Escribir este blog no es un «trabajo»: es mi manera de hablar y mostrar lo que me gusta… incluso lo que me gusta menos. Que un murciano (yo) hable de cosas catalanas es algo que no siempre sienta bien, ni para muchos catalanes, ni para muchos madrileños; dejémoslo así. Que un sevillano mire con simpatía mis locuras sobre Sinera ya me parece un «triunfo»… de ahí mi alegría, ante tu generosidad, oye, que es cierta y real.
Gracias,
Q.-
Irene says
Cuentas también con lectores catalanes, Quiño, que agradecemos tus análisis y puntos de vista, tus libros y tus fotos.
Pablo, llevas toda la razón!
JP Quiñonero says
Irene,
Ayayayay… venga, encantado, oye,
Q.-