Todas las preguntas y respuestas sobre la crisis tienen más de una larga década de historia.
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-¿Cómo ganar más dinero para llegar más fácilmente a fin de mes?
-¿Cómo pagar sin tantos problemas las deudas pendientes?
-¿Cómo ayudar a nuestros hijos en el paro?
-¿Cómo ayudar a quienes más sufren la crisis?
-¿Cómo encontrar trabajo?
-En definitiva, ¿cómo repartir mejor la riqueza y las deudas que tenemos? ¿como intentar preservar el precario bienestar amenazado?
… Dar respuestas ideológicas a esas preguntas básicas es empañarlas con la podredumbre de palabras muertas o vacías, hipotecando la vida de hombres y mujeres al yugo de los ideólogos y los comisarios políticos.
Sin intentar comprender, con vaga claridad, el origen de la crisis, quizá sea imposible combatirla y proponer soluciones, alternativas.
En nuestro caso -mucho antes que en el caso griego, o europeo-, se trata de la crisis global de un modelo económico de producción, basado en estos principios cancerosos, “sol, ladrillo, corrupción, dinero barato…”
Esa crisis ya la denunciaban los economistas independientes, las instituciones internacionales y alguna ministra socialista, a mediados de los años 90 del siglo pasado:
-“España ya tenía una imperiosa necesidad de cambiar de modelo productivo hace más de diez años… pero, cuando dije esas mismas palabras, denunciando nuestra excesiva dependencia del modelo especulación – suelo y ladrillo, estuvieron a punto de dimitirme con motorista, en 199*… “Estuvieron a punto de dimitirme, por denunciar…”.
Hubo muchas otras advertencias, de la OCDE, de la Comisión europea, de incontables economistas y periódicos europeos, mientras España caminaba hacia el precipicio, conducida por sucesivos Flautistas de Hamelín.
Tantos años después, seguimos pagando las consecuencias de aquella “burbuja inmobiliaria” -que comenzó durante los años de la corrupción que pusieron fin al último gobierno de Felipe González- convertida ahora en una bomba política y financiera.
Toda la producción y distribución de riqueza y pobreza, en España, ha quedado hipotecada a las deudas morales, políticas y económicas que comenzaron a contraerse en ese pozo negro de agua podrida.
Se trata de una realidad histórica que es imprescindible conocer y comprender, para intentar ofrecer respuestas concretas a la crisis que devora nuestras entrañas:
–España / OCDE: diez años de estado de crisis, 2.
–España / OCDE: diez años de estado de crisis.
Supongo, Quiñonero, que el hecho de que los alumnos aprueben la secundaria sin apenas saber leer ni escribir en español (ahora, con los colegios bilingües, menos); que luego en la selectividad se copie y no pase nada (son, a menudo, los profesores los que «ayudan»); que en la universidad (más ahora con Bolonia) no se aprenda casi nada, se copie sistemáticamente en los exámenes (por no hablar de los trabajos fusilados…), que el año de erasmus sea un coma etílico permanente donde no se sepa ni la ciudad donde se está, y que se pasen los meses de vacaciones sin hacer nada, sin leer la mayoría un libro en toda la carrera; que se crean al terminarla con «derecho» a trabajar de lo que han estudiado (con subvención pública, claro), y a estar mejor remunerados que los trabajadores manuales a los que creen «inferiores», mientras ellos, los universitarios, ni leen un periódico… Supongo que todo esto tendrá algo que ver con la crisis…
Un saludo
El gasto público de tres administraciones paralelas, las barreras de 17 mercados interiores, la falta de producción energética propia, la ausencia de una firme política exterior, los bancos públicos (es increíble que tras el desastre de las cajas, los del 15M pidan prioritariamente la nacionalización de la banca), el «todos funcionarios» (que, por cierto, son «indespedibles»), la falta de espíritu emprendedor… todo esto, junto a la corrupción y la especulación, que son gran verdad, no puede desconocerse y dejar de ponerse al mismo nivel.
Lo mejor que nos ha pasado, hay que dejar constancia, ha sido la inmigración.
Y esto no es ideología. Lo lleva mucho tiempo diciendo todo el mundo sensato (pero son pocos y la gente no los quiere oír)