“El que avisa no es traidor…”
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El PP ha comenzado a prometer o poner en práctica, en las trece comunidades autónomas donde gobierna, unas políticas económicas que son un “anticipo” de lo que pudiera ser su política económica de Estado, si gana las próximas elecciones generales.
En cierta medida, a falta de muchas matizaciones prácticas, el “programa” conservador contra la crisis pudiera resumirse de este modo:
-Supresión de consejerías autonómicas.
-Reducción de los altos cargos y puestos de libre designación.
-Reducción de gastos de protocolo, publicidad institucional y comunicaciones telefónicas.
-Reducción del parque móvil.
-Reducción del número de empresas públicas locales o regionales.
-Aumentar el número de auditorías de gestión.
-Impulsar la creación de centrales de compras.
-Revisión generalizada de todos los sistemas de subvenciones públicas.
-Promesas de reducción del gasto y control y reducción del déficit.
-Lanzamiento de planes estratégicos de racionalización del gasto corriente.
-Verificación de la tesorería tras cada cambio de gobierno.
-Promesa de creación de un portal de la transparencia que permita a los contribuyentes controlar la remuneración de los cargos públicos.
-Promesa de no subir impuestos.
¿Serás útiles esas medidas contra la crisis?
¿Permitirán crear riqueza y empleo?
¿Habrá muchas reacciones públicas, políticas y sindicales contra ese programa de recortes más o menos masivos?
¿Servirán tales medidas -si son realmente aplicadas- a restaurar el puesto de España en la Europa de la zona euro?
Veremos… en cualquier caso, quizá fuese razonable que los ciudadanos reflexionasen sobre el alcance práctico de tales proposiciones: para aprobarlas, censurarlas o abstenerse. La reflexión más prosaica sobre los ingresos, gastos y servicios del Estado está en el corazón de todos los problemas de fondo.
En el terreno del gasto y los ingresos públicos -que benefician y pagan los contribuyentes- lo de “izquierda” y “derecha” me parecen palabras basura: el patrimonio, el gasto, la riqueza y su distribución, son cosas materiales que pueden juzgarse por la eficacia de su gestión. El resto son palabras muertas, pudriendo la conciencia y la realidad.
Seguir recurriendo a los calificativos de “izquierda” y “derecha” para “comprender” la realidad económica, a estas alturas del siglo XXI, me parece el grado cero de la insignificancia nociva.
–La bancarrota se me antoja poco “progresista”.
–Prometer y gastar con dinero ajeno me parece un atropello.
–La “providencia” (comenzando por la del Estado) solo funciona si se gasta lo que se puede, sin “pagar” facturas con cheques falsos.
Algo de crear empleo y estimular al emprendedor?
El NáuGrafo,
Eso habrá que preguntárselo al personal que se ocupa de ese negociado, donde corresponda,
Q.-
PS. Eso de «crear empleo» con «inversiones públicas» está muuuuy manido: y ha sido un muy mal recurso, con resultados perversos, en muchas ocasiones. El mejor «estímulo» que puede recibir inmediatamente cualquier pequeño empersario es recibir el Iva devuelto rápidamente. Cuando el Estado tarde seis meses en pagar sus deudas amenaza con la ruina a las víctimas de su comportamiento. Los otros «estímulos» suelen ser subvenciones (peligrosas) o menos impuestos (temo que no esté el horno para esas gollerías).
NO hay más cera que la que arde, decía Cicerón.
Pero seguiremos colgados de la deuda. Viviendo de la deuda. Muriendo por la deuda. Es decir, viviendo sin vivir en nosotros. O sea, pasándolas moradas. Moradas, adjetivo, nada que ver con el término teresiano. Un asco. Ya digo.
Mertxe,
Uauuuuuuuuuu… me quedo con lo de «viviendo sin vivir en nosotros..» qué maravilla de realidad metafísica sobre el sonambulismo colectivo..!!
Q.-