BulevarSt.Michel,primavera 2010. Foto JPQ.
“… una voz genuina, siempre…”
[ .. ]
COSMOPOLITA
Ramón Jiménez Madrid
Tal vez debiera, para refrescar las memorias, recordar que el totanero Juan Pedro Quiñonero es corresponsal de ABC en París, ciudad en la que ha pasado más de la mitad de su intensa dedicada al periodismo, pero también, con inusitado afán, a la literatura, en la que ha prestado magníficos servicios en el campo del pensamiento y del ensayo literario -no hay sino recordar su dedicación al mundo barojiano, o la preocupación por el destierro y el sentido de la madre España- y en el de la narrativa, ya que ha escrito numerosas obras que pertenecen por entero al campo narrativo.
A la novela especialmente, como esta que aparece en sello sevillano, con un tinte de cadencia cosmopolita, con un ritmo frenético, impetuoso, porque siempre ha que decir que Quiñonero es uno de esos novelistas que da más de lo que se le pide, que sus cómputos e historias rebasan con creces el marco sencillo y recoleto para acogerse a un espacio siempre grande y abierto, tal como ocurre en esta novela en donde los personajes se mueven por ciudades europeas, atraviesan el océano y viven con intensidad París, ciudad cosmopolita por excelencia.
Juan Pedro Quiñonero siempre ha tenido especial contacto con las vanguardias, a las que ha seguido y estudiado, y en toda obra suya existe ese componente especial que lo ata a la preocupación por lo nuevo, en este caso, y puestos a mencionar, destacaría la importancia que adquiere la fotografía en esta ocasión, en la que se narra el personaje de Marc desde sus primeros albores en el arte de captar las primeras imágenes hasta el momento de su celebridad en el campo de la moda, del papel cuché, de los reportajes de aliento rosa y de alta costura. Situada en los años cuarenta, pero sin marcar los mojones cronológicos con puntualidad realista, Juan Pedro Quiñonero se entrega a la causa de contar y cantar la vida de dos seres -Marc y Elodie- que se reencuentran tras haber estado en un internado -el primero incluso pudo haber sido hijo de Ramón Gómez de la Serna- y emprenden una carrera que comienza por los bajos fondos hasta ir ascendiendo en una espiral que los coloca junto o al lado del abismo.
Hay resonancias continuas a la invasión alemana como hay rescoldos de la guerra civil española, porque haga lo que haga el totanero, siempre andará a la zaga o a la cruz de los descarriados, de los desposeídos de esa felicidad que parece que no ha de existir. En medio de una melée -hay que saber mucho francés y algo de inglés para leer a Quiñonero- de personajes que rozan a los dos protagonistas; en medio de una jungla de personajes reales , modistos o representantes del mundo artístico, que se entregan con pasión a los negocios eróticos o que frecuentan círculos ajenos a la normalidad del ciudadano corriente y moliente.
Aparece en la novela el París ocupado y el de los salones principales, el de los lugares turísticos y el de los bajos fondos. El visitado por los pintores y el contado por la bohemia. Una ciudad que conoce en sus calles, en los personajes que la han habitado, en los que han dejado recuerdo de su paso con apuntes sobre algún edificio concreto o que han desaparecido, cronista Quiñonero de una ciudad que ha hecho suya.
Aunque conoce a los escritores del 98, a Baroja con especial dedicación, su estilo se acerca más al proustiano, con grandes incisos y excursos que hacen de su prosa, muy trabajada, una especie de laberinto formal. Una prosa rica y jugosa que precisa del amplio período, también del conocimiento de un lector cómplice. Culto siempre. Quiñonero siempre nos regala con obras que no se parecen a nadie, con preocupaciones que le son originales. Una voz genuina siempre, como nueva, con sus historias que pueden relatar verdades antiguas escritas desde una óptica muy personal… Cosmopolita, RJM, La Opinión, 3 febrero 2012.
- JPQ. Dark Lady. Ediciones Espuela de Plata. Sevilla. 2011. 288 páginas.
[ .. ]
Deja una respuesta