Panteón de la Obra Pía Española del cementerio romano de Campo Verano.
Foto JPQ, 8 abril 05, 8.11.
Imprescindibles para sobrevivir
“¿Cómo un muchacho, nacido en España, de padres españoles, llegó a ser educado de Boston y a escribir en inglés..?”
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Así comienza Santayana su Confesión general, traducida por vez primera por Antonio Marichalar (1933), recogida ahora en sus imprescindibles Ejercicios de autobiografía intelectual (Ediciones Espuela de Planta), que prologa con mucha sabiduría y rigor Manuel Ruiz Zamora.
Santayana responderá él mismo a esa pregunta, en ese mismo libro, excelente introducción a su vida y su obra:
“No tengo sangre norteamericana ni inglesa: no nací en los Estados Unidos; nunca llegué a ser ciudadano norteamericano; en cuanto llegué a ser dueño de mí mismo, pasé en Europa todos los inviernos libres y casi todos los veranos; nunca me casé ni creé un hogar ni esperé terminar mis días en los Estados Unidos” [ .. ] “De esta suerte, mi desvinculación deliberada de los Estados Unidos se equilibra con otra desvinculación igual con respecto a cualquier otro lugar. En cuanto a España, mi patria, nunca pasó por mi mente la idea de renunciar a mi fidelidad formal hacia ella…”.
El subrayado es mío.
Así, Santayana se encuentra en la misma situación del morisco cervantino: extraño y extranjero en su patria, ignorado y proscrito, enterrado en el destierro, como Antonio Machado.
Uno de los más grandes escritores españoles de todos los tiempos, de expresión inglesa, jamás ha sido “integrado” en la historia de las culturas españolas, víctimas de su ignorancia, su desinterés y sus mafias.
Consagrado en los EE.UU. -a pesar de su “rechazo”- como uno de los grandes pensadores del siglo XX, Santayana nunca fue un desconocido en su patria. Octavio Paz, Marichalar o Ferrater lo defendieron con mucho respeto, Y, generación tras generación, siempre hubo aquí o allá, lectores apasionados. En vano.
Las mafias intelectuales, las mafias editoriales y las mafias periodísticas, siempre han sepultado a Santayana en el limbo de lo invisible y proscrito.
Vuelvo a sus Ejercicios de autobiografía intelectual. Y de nuevo me asalta la brisa salvífica de sus prosa, sus ideas, su ironía, su idealismo materialista, su materialismo espiritual, tan alejado de todas las escuelas, tan olímpico en su soledad magistral. Marichalar decía que Santayana es un místico castellano que escribe en inglés. Quizá sea eso. Su condición de proscrito y desterrado, en su patria, le permite escapar a las nubes tóxicas donde las mafias cainitas se devoran las unas a las otras, a mayor gloria de la tierra baldía del solar patrio.
- Imprescindibles para sobrevivir en este Infierno.
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Olga Duarte says
Amigo Q.,
¿sabes quién no habló por primera vez de Santayana que desconocíamos? Un húngaro-rumano profesor de filosofía jubilado en Bucovina. Te dejo un enlace a Carmina con un poema que L le dedicó a este profesor.
http://carmina.ekiry.com/?p=25071
Besos
JP Quiñonero says
Olga,
Es que en Carmina siempre se aprende algo, o mucho…
Huelga general, con estrambote,
Q.-
Vicente Carreño Carlos says
Precisamente hace unos días, acudí a una conferencia en la Universidad de Murcia, sobre Santayana y su obra Walden, pronunciada por el filósofo D. Antonio Lastra, de la Universidad de Valencia. Precisamente Lastra tiene una edición de Walden publicada en la editorial Cátedra. Él me recomendó la lectura de “los sentidos de Walden” de Stanley Cavell que también ha traducido el profesor Lastra en la editorial Pre-Textos.
Mi gran amigo, y maestro, Antonio García-Trevijano, dice de Santayana lo mejor. Lo admira y lo pone en lo más alto.
Hoy hemos caminado desde las playas de Terreros hasta la Bahia de Aguilas, bordeando la costa… precioso.
La primavera empieza pronto.
Saludos.
Javier says
Me enciendes con tu declaración de amor sin contemplaciones por Santayana y su obra. La comparto, sí, la comparto. Cuando viví en Roma visité un día en Consulado de España, sigue siendo el mismo, para reconocer el sitio al que fue a renovar su pasaporte un día Santayana, donde se cayó, donde cualquiera todavía puede caerse, porque hay (o había hace unos siete u ocho años) piedras irregulares en el patio, suelo de cantos rodados, y donde se causó las heridas que le llevaron a la muerte. Y he pensado a veces que tal vez entre los papeles y expedientes de ese consulado pudieran encontrarse escritos de santayana que narren algo de su sobria vida cotidiana en Roma.
Jesús says
¡Qué espléndida noticia! Gracias: por la advertencia de la edición, no por todo lo demás de los desaires continuados a Santayana.
Vicente Carreño Carlos says
Me apresuro a pedir disculpas por la confusión que he tenido. Como habréis advertido no hablo de Jorge Santayana, sino de David E. Thoreau.
En lo referente a las preferencias de mi maestro y amigo AGT, sí debo decir que tanto Santayana con Thoreau son citas continuas en sus escritos, conversaciones y libros.
Gracias por vuestra comprensión.
Un abrazo.
JP Quiñonero says
Vicente, Jesús, Javier…
Vicente,
Águilas, ayayay; la primavera… quizá esté por llegar, si…
Jesús,
Si. Se trata de una excelente introducción.
Querido Javier,
Qué sorpresa… los lectores del viejo maestro te estamos siempre agradecidos por tu edición de su correspondencia con Lowell, una joya preciosa. Dejas incontables frutos en todas las escalas de todas tus peregrinaciones y vagabundeos, o así,
Q.-
nacho says
Savater le dedica, en Apóstatas razonables, una semblanza muy cariñosa (y merecida). Es de los pocos, contigo.
JP Quiñonero says
Nacho,
Hombre… a título personal, hay bastantes profesores, ensayistas y gente así que ha dicho cosas muy potables sobre Santayana. Nadie ha conseguido salvar el muro de las mafias, que son Muy Poderosas y cuentan con mucho apoyo institucional,
Q.-
Paco Corraliza says
Santayana es una inteligencia descomunal. Sus aproximaciones a la comprensión del reino natural son deslumbrantes. Su sincera sencillez es exquisita. Su sensibilidad brillante y humilde.
Su forma de describir el universo del espíritu, pintándolo de bellos colores sabiamente escogidos sólo por él, sobrecoge e impresiona.
Su actualidad es eterna.
JP Quiñonero says
Paco,
Amén,
Q.-