Nobody’s perfect.
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Louis Aragon murió en “olor de santidad” comunista, antiguo patriarca surrealista, novelista excepcional, gran poeta traductor de San Juan de la Cruz, amante y esposo de una señora célebre, Elsa Triolet, cuñada de Vladimir Maïakovski. Treinta años después de su muerte se descubre que vivió sus últimos años convertido en temible drag queen sedienta (o) de jóvenes efebos más o menos proletarios.
Aragon lo fue todo, en vida. Junto a Breton, Éluard y Soupault, fue uno de los primeros animadores de las versiones parisinas del dadaismo y el surrealismo, los movimientos fundacionales de las vanguardias europeas.
Tras las vanguardias, fue un dandi legendario, en el París de entreguerras, con amigos de extrema derecha (Drieu la Rochelle) y de extrema izquierda (Pierre Naville). Dandismo que le permitía correr de chica en chica, preferiblemente millonarias, como Nancy Cunard.
Hundido el surrealismo en las trincheras de los nuevos órdenes totalitarios, Aragon se embarcó en la gran aventura política de su vida, ingresando en el PCF en 1927. Con un celo inquietante. Siempre fiel a los incontables meandros de un PCF en primera línea de fidelidad a Stalin.
Siguieron incontables polémicas artísticas, políticas, incluso eróticas, carnales. El compromiso comunista se acentuó con el descubrimiento de Elsa Triolet, cuñada de Maïakovski, el gran poeta revolucionario ruso. La pareja Aragon – Triolet estuvo unida hasta la muerte. Ellos encarnaron la pareja canónica del comunismo francés. Son célebres los poemas Aragon a Elsa Triolet.
Así las cosas, treinta años después de la muerte del gran poeta, el mejor conocedor de su obra, editor de sus novelas en La Pléiade, Daniel Bougnoux, ha hecho públicas unas revelaciones escandalosas. Bourgnoux acaba de publicar una biografía de su héroe, El uno y el otro (Gallimard). Y se ha apresurado a afirmar que su editor, Gallimard, le obligó a cortar un capítulo íntegro, consagrado a contar por lo menudo varias historias de seducción homosexual.
Gallimard no ha deseado publicar esas revelaciones. Pero Bourgnoux las ha revelado en una reunión literaria. El Nouvel Observateur ha decidido publicar el capítulo íntegro censurado por Gallimard, Affaire Aragon: le chapitre censuré. Aragon es Castille.
El biógrafo cuenta que a Aragon, pasados los sesenta años, le gustaba ir a la playa, en Toulon, rodeado de jóvenes efebos, proletarios y menos proletarios, a los que consagraba carantoñas y caricias. Bourgnoux formaba parte de los jóvenes admiradores del gran maestro. Y cuenta una escena muy íntima, protagonizada por él mismo.
En una ocasión, Aragon lo invitó a subir a su piso “para leer poemas”. Confortablemente instalado en un sofá, el gran poeta se retiró en la sala de baño… de la que salió, minutos más tarde, disfrazado de drag queen. El slip había sido sustituido por un “taparabos” rojo pasión, con plumitas. El viejo maestro estaba muy maquillado, con bellísimas pestañas postizas recién retocadas con mucho rímel. Aragon se dirigió sonriendo hacia su joven admirador, entregándole un tubo de vaselina: el gran maestro deseaba ser poseído “con mucha virilidad” por el futuro editor de sus novelas en La Pléiade.
- Personajes en este Infierno.
Siempre lo digo y lo repito: no hay que fiarse de las apariencias. Y mucho menos de tanta declaración de amor. Mira que dio la lata con los poemas a su mujer. Sabía de su homosexualidad, pero esto de drag queen es más divertido todavía. Debe de ser cosa del comunismo que, al pobre, lo reprimió tanto que decidió soltarse la melena, al viento.
Un abrazo
Carmen
Carmen,
La vida, qué quieres, siempre pródiga en revelaciones y misterios, por descubrir, digamoslo finamente, oye, qué quieres…
Q.-
¿Qué le parece? ¿Desdén olímpico? Tiene usted varias medallas en esta modalidad.
http://www.libertaddigital.com/chic/arte-cultura/2012-10-29/la-verdadera-y-novelesca-historia-de-johnny-halliday-1276472719/
Luis,
Dicho sea todo respeto… me pregunto porqué debo dar mi opinión sobre algo que no me interesa, de lo que no he hablado jamás, que no viene a cuento y nada tiene que ver con lo que yo escribo y me interesa,
Q.-
Perdone usted, buen hombre.
Luis,
No hay nada que perdonar,
Q.-
Sí, Q.-, sí, tú lo acabas de decir «La vie, toujours recommencée…» y es que si no fuera así, qué aburrimiento… Por fin, Aragon me resulta interesante. Hay que ser valiente para asumir las contradicciones incluso las que parezcan ridículas. Quizás por eso dice la Iglesia que hasta el último segundo el hombre se puede arrepentir y salvarse.
Carmen
(ya, ya sé, metafísica estoy pero es que no…)
Carmen,
No, no te leo metafísica. Te leo muy apegada a la realidad del personaje, que siempre asustaba un poco con su tufillo comunista de partido. En verdad, el traductor del Cántico es muy buen traductor. Y el poeta y el novelista también son muy buenos, ocultos tras las incontables máscaras, claro…
Q.-