Raquel Revuelta, Manuel Corrales y Mariano Rodriguez saliendo de la Bodeguita del medio, plaza de la Catedral, La Habana, 1938. Foto JF.
Lo admiraba e influyó mucho en mi, mucho antes de saber que era él.
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Lo descubrí hace siglos, cuando leí por vez primera Tres Tristes Tigres, de Guillermo Cabrera Infante, uno de los libros esenciales de mi educación sentimental, como cuento en el Retrato del artista en el destierro.
La voz del fotógrafo narrador de una de las partes centrales de esa novela, Ella cantaba boleros (luego publicada como novela entera; pero esa es otra historia), Códac, el fotógrafo que cubría para Life la vida nocturna de una Habana difunta, ejerció en mí una fascinación muy profunda, de la que hay muchas huellas en Dark Lady: la fotografía considerada como una metáfora de la resistencia y lucha contra la historia, a través de la mirada; la “caza” sin fin de nuevas imágenes, la vida nocturna en un dédalo de lugares de perdición, Eros y Logos, etcétera.
Andando el tiempo, vagabundeando por el catálogo y la exposición De La Havane à Paris. Tours et détours, de Jesse A. Fernández (Maison de l’Amerique Latine), comisariada con su proverbial rigor por Juan Manuel Bonet y Gabriel Bauret, Georges Londeix me descubre que, en verdad, Jesse A. Fernández “era” el Códac que yo admiraba desde hacía tantos años.
El Códac de Cabrera Infante era un personaje mítico, una leyenda, un ser de ilusión y vidas nocturnas, cuyas huellas seguía a su manera el fotógrafo de mi Dark Lady, que también fue un legendario club nocturno, el último de otro rosario de antros nocturnos, en un París de otra época.
Ahora descubro que el Códac “real”, el fotógrafo y gran artista que Juan Manuel Bonet ya expuso hace años en el Reina Sofía, era un creador con muchos otros rostros, mal explorados. Él realizó algunos de los mejores retratos que se hicieron nunca de Marcel Duchamp, Borges, Onetti, Lezama, Octavio Paz, Buñuel, Max Aub, Miles Davis, Nestor Almendros, Zoran Music, Bergamín, Antonio López, Cioran, Cabrera Infante, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Alicia Alonso…
Él es el autor de una obra fotográfica cuyo puesto está entre la de los más grandes. Al mismo tiempo, como Cartier-Bresson, Jesse A. Fernández también fue un dibujante, un pintor, un artista plástico muy fuera de lo común.
“Lo jodido -diría JAF en algún lugar que yo debiera buscar, con precisión- es que yo lo amo todo de esta puta vida”. Para nuestra fortuna.
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MD, Nueva York, Nueva York, 1957.
- Fotografía, Dark Lady, Arte y Personajes en este Infierno.
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