El niño, la madre y sus amigas.
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Mi respeto y gratitud, jóvenes.
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- París. Ella y sus amigas, en un barrio judío.
- Chicas, una tarde de sábado en Chinatown-sur-Seine.
- Chica en un bar, tras el trabajo.
- Trío mestizo, en Saint-Lazare.
- Elegante musulmana, acompañada.
- Joven artista etíope.
- Joven admiradora de Kery James.
- Chicas, chicos, rue du Havre.
- Fotografía y París en este Infierno.
¡Tenemos que ponernos guapos J.P! claro que si¡ es importante sentirse atractivos por dentro y por fuera…nos refuerza nuestro «yo».
Saludos.
Antonio,
Si… yo diría que «debemos cuidarnos», intentar ponernos guapos, en efecto, cada cual a su manera, a su aire, en definitiva, el rostro es el espejo del alma,
Q.-
Si no lo leo, no lo creo ¿Os encontráis bien? Por fin me he reído un poco. Gracias.
Carmen,
Mujer… tu eres el ejemplo mismo del ángel de la guarda, que siempre pone algo «guapo» en todo lo que toca,
Q.-
Cuando puedo, poco, pongo la risa que es una de las mejores cosas del mundo. Es que Antonio parece un autor de manuales de autoayuda y tú te vuelves decimonónico con la pseudociencia de la fisiognomía. Os imagino perfectamente en alguna recepción aburrida, esperando la llegada de los canapés y charlando para pasar el tiempo y no abordar temas comprometidos. Espero no ofenderos. Me ha parecido una conversación muy graciosa. Siento tener tanta imaginación. Me juega malas pasadas a veces. Otras, no.
Carmen,
Siempre miras y lees con limpieza y honradez, intentando comprender: eso es algo milagroso y puro, si,
Q.-
PS. Por mi parte, huyo casi a diario de la vida social, que no me aburre en absoluto. Recuerdo a Cocteau comentándole a Proust su trabajo de entomólogo.