Cuestión de salubridad pública.
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Don Juan Carlos reconoció el 24 de diciembre de 2011 la “enorme preocupación” que sentía ante el daño que el caso Urdangarin hace a la imagen de la Monarquía española, afirmando: “La justicia es igual para todos. Las conductas censurables deben ser sancionadas”.
Marió Rajoy ha dado la cara personalmente denunciando la “falsedad” de los ¿papeles? ¿fotocopias? del caso “Bárcenas”. Y ha hecho pública sus declaraciones sobre la renta.
La justicia sigue su curso. Los ciudadanos tienen libre acceso a mucha información sobre los delitos o presuntos delitos atribuídos al yerno del Rey y la cúpula del PP.
Quizá sea honrado pedir que Jordi Pujol y Rubalcaba den la cara en la misma media.
La cúpula del PSOE no está exenta de sospechas. Las denuncias, críticas y propuestas de Rubalcaba no tienen crédito si no se aplica y aplica a su partido la misma transparencia limitada que ofrece el presidente del Gobierno.
El patriarca del nacionalismo catalán tiene varios hijos envueltos en turbios escándalos. La palabra pública del ex presidente de la Generalitat perderá mucho crédito si prefiere adoptar la táctica del avestruz ante la podredumbre que parece amontonarse a la puerta de su casa, o la casa de varios de sus hijos.
El respetuoso silencio de Artur Mas sobre las sospechas que pesan sobre varios de los hermanos Pujol y el embargo judicial de la sede de CDC también sugieren una autoridad moral muy modesta.
- El caso Bárcenas y la corrupción de España.
- Bárcenas, Urdangarín y algo peor que la corrupción.
- Alternativas a Mariano Rajoy.
- Rajoy, al pie de los caballos de la corrupción.
- La corrupción, fruto maduro del modelo electoral y la oligarquía ideológica.
Temas de trabajo de España, una temporada en el Infierno, 1.
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