Barcelona, El Velódromo, 30 marzo 2013. Foto JPQ. Retrato de grupo en casa de Mercè Ibarz.
“… libros indispensables cuando se habla de literatura catalana…”
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“… libro muy valiente, con páginas memorables…” Julià Guillamon, Nací hace cien años, Culturas / La Vanguardia, 30 enero 2013.
Si entiendo bien, esa crítica de Guillamon, otras críticas y algunas declaraciones de la autora [Ibarz encore, Mercè Ibarz: “La indisciplina és necessària”] abundan y confirman, a su manera, mi primera visión de hace años, Mercè Ibarz, Cataluña, sus vivos y sus muertos.
Vine com estàs (Proa), de la que se han publicado dos ediciones en apenas dos meses, sigue explorando la misma tierra prometida, la misma e insondable alfaguara: a través de las artes de la palabra y la memoria, sin cesar, la piel, el sistema nervioso, los tejidos, tumores, jugos nutricios y seminales de los seres humanos, transmiten de generación en generación sus heridas y semillas. “Nacerse” es la tarea primera y esencial del escritor, decía mi maestro, Luis Rosales. El escritor se nace alumbrando sus entrañas.
Así, escuchando las voces que brotan de sus entrañas -el agua virginal del poema de Maragall-, la escritora -la escritora genuina, Mercè Ibarz, en este caso- nos permite reconstruir la genealogía de nuestras familias y catástrofes, dichas y desdichas, íntimamente entrelazadas.
De ahí que la guerra civil observada desde el mas, la casa, el hogar de la familia, nos hable de los orígenes de aquel conflicto atroz, que era la consecuencia lógica de un conflicto que se prolongaba desde mucho tiempo atrás. Conflicto -como la dictadura que vendría- que quizá perdura en nuestro tiempo, con otros rostros -no siempre-, haciéndonos sufrir, sin duda, recordándonos las ilusiones y esperanzas que permanecen intactas, a través de la revelación de nuestro parentesco, nuestra relación, con otras gentes, hombres y mujeres del pasado, que desconocemos y, sin embargo, forman parte de nuestras familias más íntimas.
Explorando las tierras siempre vírgenes de su memoria, la autora descubre las huellas de la historia colectiva en los más recónditos rincones de la piel, el sistema nervioso y los tejidos carnales de unos protagonistas (familiares, amigos, conocidos y algo más), con quienes se interroga, a lo largo del río de su vida, por el origen último de sus incertidumbres y esperanzas.
Así, las aguas de un canal viejo de cien años, o una enfermedad mal diagnosticada, iluminan vastos paisajes íntimos: el infierno y la tierra prometida de la autora, cuyos ángeles y demonios son los nuestros, los de sus contemporáneos.
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- Imprescindibles para sobrevivir, Crítica literaria, Libros, Escritores en este Infierno.
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