Voluntarios de la División azul, ¿antes de la Batalla de Krasni Bor?
Apenas hemos tardado treinta años en rescatar a Dionisio Ridruejo para la historia de nuestra vida cívica.
[ .. ]
Quizá tardaremos otros veinte o treinta en comprender su puesto en la historia de la prosa castellana, que tiene uno de sus antecedentes más ilustres en la Crónica que el Canciller Pedro López de Ayala, muy admirado por Ridruejo, dedicó al reinado de Pedro I de Castilla, Pedro el Cruel.
Todavía recientes la antología Materiales para una biografía (edición de Jordi Gracia, 2005), el volumen Casi unas memorias (editado por Jordi Amat, 2007) y la reedición de Escrito en España (con prólogo de Jordi Gracia, en 2008), quizá estemos asistiendo, me digo, al inicio de la revisión definitiva del puesto de Ridruejo en la historia de la prosa castellana.
Cuando llegue ese día, sospecho que lejano, a pesar de las apariencias, la nueva edición de Xosé M. Nuñez Seixas de los Cuadernos de Rusia. Diario 1941 – 1943 de Ridruejo (Fórcola), con prólogo del mismo Jordi Gracia (uno de los grandes “reconstructores” de la biografía cívica de Ridruejo, con Jordi Amat, entre otros), será un monumento de indispensable referencia.
Jordi Gracia nos recuerda los jalones indispensables. Y Nuñez Seixas ha realizado un trabajo creo que único, indispensable para comprender la figura histórica de Ridruejo (falangista entusiasta, falangista escéptico, falangista proscrito; hombre entero en busca de sí mismo, que se se marcha a Rusia como quien toma el camino de la horca) y comprender su frondosa aventura intelectual, incluso poética.
La prosa política de Ridruejo, contando la melancólica aventura de los jóvenes militares y falangistas enrolados más o menos voluntariamente en la División Azul, al servicio de las ambiciones imperiales de Hitler, está limpia de impurezas ideológicas. Y posee el vigor, la tersura, de su desnudez lírica, sin ser una prosa poética.
Ridruejo pertenece a la tradición noble castellana, muy distinta de la poesía en prosa de Gabriel Miró, Juan Gil-Albert, Josep Pla o Baltasar Porcel. Azorín oscila entre ambas tradiciones, por momentos. La traducción de Ridruejo del Cuaderno gris de Pla “peca” precisamente de su enjuta desnudez castellana, que viene del prosaísmo implacable del Canciller López de Ayala.
Actor comprometido -él fue uno de los creadores de la División azul, en definitiva-, el Ridruejo prosista que cuenta la aventura de los jóvenes descarriados en el frente ruso, entre 1941 y 1943, no se deja engañar por el lirismo de opereta falangista que él mismo escribe en otras ocasiones menos afortunadas. Tampoco es un traidor que se cambia la chaqueta embarrada y ensangrentada huyendo de los campos regados con sangre humana. Asume con estoica serenidad una tragedia inmensa, en la que se precipita su vida, perdida entre la guerra civil española y la campaña de Rusia, redimida con luminosa tersura a través de una prosa que teje con grácil precisión el fresco de aquella juventud ida e inmortal en los arreboles de algunos rostros de mujer, algunas siluetas de amigos muertos, la fragancia de los campos que volverían a florecer, enterrados en sus parameras, sin sepulcro, los muertos caídos en vano.
[ .. ]
Voluntarios de la División azul, ¿después de la Batalla de Krasni Bor?
Deja una respuesta