Temo ser un poco más pesimista.
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Pero creo que el Wall Street Journal lleva razón en un punto: Si España consigue salir de su crisis de la deuda (España tiene muchas crisis, hélas: ese es el punto que se le escapa al WSJ), su “modelo” (alemán) podrá ser “útil” (¿?) para el resto de los países que viven el mismo tipo de crisis de la deuda (Francia, Italia).
Estos son los argumentos del Wall Street Journal:
¿Tendrá éxito el experimento español?
Simon Nixon
¿Está realmente España a punto de una notable recuperación? Se trata de una pregunta de una importancia que va bastante más allá del apurado país del sur de Europa.
Durante los cinco últimos años, el mundo ha mirado nervioso mientras Madrid trataba de bregar con las consecuencias de un espectacular estallido de una burbuja inmobiliaria que destruyó gran parte de su sistema bancario y que suscitó dudas sobre la misma solvencia de un Estado español privado de los tradicionales instrumentos con los que los gobiernos intentan aliviar la carga de los fallos económicos: la devaluación, el gasto deficitario y la impresión de dinero. Y el mundo observaba alarmado la subida del desempleo hasta el 26% –y del paro juvenil hasta más del 50%– , preguntándose cuánto sufrimiento podía aguantar el pueblo español.
España se ha convertido en un gigante laboratorio para un experimento nunca intentado con anterioridad en las democracias modernas. ¿Puede un programa de austeridad y reformas estructurales a fondo sacar a una economía de una crisis de la deuda? ¿Es posible que un país logre realmente la llamada devaluación interna para recuperar su competitividad reduciendo salarios e incrementando la productividad en lugar de reducir su tipo de cambio externo? ¿Son las democracias europeas capaces de enfrentarse a los intereses creados y al estallido social resultante?
Hasta ahora, los creyentes –en Berlín, sobre todo– eran tildados de maniáticos y sádicos. La opinión asentada era que la única vía de escape para países como España era una mutualización a gran escala de la deuda soberana de la Eurozona o abandonar la moneda única.El Gobierno de Mariano Rajoy, sin embargo, se dispuso a demostrar que erraban tanto por necesidad como por convencimiento.
Desde que fue elegido en diciembre de 2011, ha llevado a cabo reformas de gran alcance del sistema financiero español, la legislación laboral y el gasto social. Y en las últimas semanas han aparecido evidencias que cada día sugieren más que la política está funcionando. El Banco de España ha calculado hace poco que la economía española se contrajo justo el 0,1% en el segundo trimestre, bajando del 0,5% del anterior, lo que ha dado esperanzas de un inminente regreso al crecimiento, quizá tan pronto como en el actual trimestre. A la vez, el paro ha comenzado a descender, con 77.000 parados menos en los últimos cuatro meses. Los precios de la vivienda y las ventas de automóviles se han estabilizado. Las exportaciones aumentaron el 8% en 2012 igualando a Alemania. El déficit de la cuenta corriente, en su día del 10% del PIB mientras el país atraía dinero a bajos tipos de interés para financiar el boom inmobiliario, ahora registra superávit.
No ha sido suficiente para convencer a los profetas del apocalipsis, que señalan que ya se pronosticaron recuperaciones con anterioridad que luego no se materializaron. Muchos argumentan que, si bien España ha pasado lo peor, lo mejor que puede esperar es un largo periodo de estancamiento durante el cual la tasa de paro seguirá siendo dolorosamente elevada.El FMI, cuyos análisis sigue teniendo peso a pesar de su pobre récord de pronósticos y recetas económicas cambiantes, predijo la semana pasada que el crecimiento del PIB español sólo alcanzará el 1,2% en 2018, con las exportaciones compensando la continua contracción interna en una economía aún lastrada por un sistema bancario dañado. Tan débil recuperación garantizaría que las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda española persistirían, dado que se espera un déficit presupuestario del 6,5% para este año.
Aun así, cuadros tan pesimistas están lejos de la verdad. Es cierto que el sector público seguirá siendo un lastre para el crecimiento –aunque a un ritmo menor los últimos años– por la continua consolidación fiscal. Y nadie espera una recuperación inminente del consumo.
Pero el colapso del sector de la construcción parece haberse detenido y apenas podrá ya hundir más la economía. Y lo que es más importante: el resto del sector empresarial se ha reequilibrado sustancialmente y ha recuperado su competitividad.
La parte positiva de la alta tasa de paro es que los costes laborales unitarios han caído y la productividad ha aumentado sobremanera en relación con Alemania y otros competidores.
Ahora se dan las condiciones para una recuperación dirigida por las inversiones empresariales: las inversiones externas directas están en alza mientras que las empresas nacionales se están pudiendo autofinanciar. Después de todo, la impresionante actuación de las exportaciones españolas se está logrando a pesar de la gran contracción crediticia interna.Un giro en los sentimientos podría impulsar aún más la recuperación. El sector bancario sigue golpeado por los créditos dudosos, pero hay un creciente consenso entre los inversores en torno a que el ejercicio de recapitalización bancaria del pasado año y los continuos esfuerzos del Banco de España de este año para mejorar la calidad de los activos y los recursos de capital han sido creíbles. También disminuyen los temores de que el sistema esté sobre unas importantes pérdidas ocultas. Una vez que el mercado esté convencido de que el ciclo de provisiones se ha completado y que se están recuperando los beneficios, las condiciones de financiación podrían mejorar notablemente para los bancos, el Estado y la economía en general.
Despojado del impacto de la consolidación fiscal, el potencial del crecimiento del PIB es de más o menos el 2,5% y, hacia finales de 2014, la economía podría crecer a una tasa interanual cercana al 2%, reconoce Holger Schmiedig, economista jefe del Berenberg Bank. Llegado ese momento, las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda española desaparecerían.
Por supuesto, hay que aplicar las cautelas usuales. La política, tanto en España como en el resto de la Eurozona, sigue siendo un riesgo siempre presente. Un escándalo de financiación del partido ha dañado la autoridad de Rajoy, aunque su posición parece segura ahora gracias a la mayoría parlamentaria.
Más preocupantes es el riesgo de que la persistente alta tasa de paro –que incluso en los escenarios más optimistas, sólo se reducirá lentamente dado el reto de reemplear al 15% de los trabajadores que solían estar en la construcción en sectores más productivos– pueda minar la cohesión social.
Ahora bien: no está sucediendo y más pruebas de que el paro ha tocado fondo podrían quitar hierro al asunto, sobre todo si vienen acompañadas de unos muy necesitados esfuerzos gubernamentales para alentar la creación de empleo.Algunos inversores temen también que es posible que agencias de calificación crediticia rebajen la deuda del Estado español a estatus «basura», lo que podría tener repercusiones sobre los costes y disponibilidad de financiación en los mercados de bonos, aunque sería perverso que España fuese rebajada justo cuando la economía parece dar un giro positivo. De modo similar, Madrid puede reducir tal riesgo asegurándose de que la futura consolidación presupuestaria se base en reformas favorables al crecimiento del sector público en lugar de subidas de impuestos.
Lo que sí es cierto es que las apuestas no pueden estar más altas tanto para España como para la Eurozona: una recuperación autosostenible acabaría con una de las mayores amenazas a la supervivencia de la moneda única. Y lo que no es menos importante: vindicaría el enfoque de Berlín para la gestión de la crisis y enviaría una poderosa señal a los otros gobiernos que ven en la mutalización de la deuda una alternativa a la dura tarea de reformarse… Wall Street Journal, 4 agosto 2013. Simon Nixon, Is Spain’s Experiment About to Succeed?
Las negritas son mías.
Mi opinión es un poco más cruda:
- El FMI confirma las previsiones de Quiñonero sobre España.
- Españoles, más pobres que ayer, pero menos que mañana, 4.
Temas de trabajo de mi serie España, una temporada en el Infierno.
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