Palais de justice / Palais de la Cité, 4 junio 2011. Foto JPQ. París… Museos y monumentos históricos, convertidos en vallas publicitarias.
… de Estado.
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Vendiendo las más diversas “joyas” del patrimonio inmobiliario estatal, Hollande intenta “tapar” los “huecos” de un campo de minas inflamables, sin disminución visible del déficit, con un crecimiento llamativo de la deuda y las subidas de impuestos.
Elegido presidente el mes de mayo de 2012, Hollande “cerró” el año pasado con 22.000 millones de euros de subidas de impuestos, prólogo a las subidas de este año, que terminará con otros 33.000 millones de incremento de la presión fiscal. Están en cartera nuevos impuestos, que han alarmando a la Comisión europea.
El incremento de la presión fiscal no reduce la deuda ni el déficit. La deuda será pronto superior al 96 % del PIB. El viejo proyecto de reducir el déficit al 2.9 % del PIB ha sido piadosamente abandonado. Y Francia “estanca” con un déficit del 3.6 %.
Muy lejano el hipotético “crecimiento” esperado, el presidente Hollande busca nuevas fórmulas impositivas (un impuesto ecológico, una alza de varios impuestos). A corto plazo, el presidente Hollande acelera la venta de las más diversas joyas del patrimonio inmobiliario del Estado, evaluado en unos 110.000 millones de euros.
Venerables inmuebles no “realizables” se alquilan a quien puede pagarse las más “patrióticos” salones. Es el caso del antiguo palacio de Versalles, que presta sus salas a los grandes productores hollywodienses que desean filmar escenas de capa y espada. Otro tanto ocurre con edificios anexos al Louvre y varios palacios nacionales.
Alquilando Versalles se obtiene “calderilla”, cuando el Estado francés necesita seguir pidiendo prestado en el mercado internacional de deuda soberana, donde Hollande pedirá este año en torno a los 200.000 millones de euros, destinados a pagar la “providencia” de Estado, a crédito.
La venta de “joyas” e inmuebles de la más diversa naturaleza permitirá conseguir, este año, unos 530 millones de euros, destinados a “aliviar” las necesidades de tesorería de un Estado aparentemente incapaz de recortar el gasto público.
La venta de venerables edificios estatales no siempre se realiza con la eficacia deseada. La venta apresurada de viejos inmuebles comenzó mucho antes de la llegada de Hollande al Elíseo. En tiempos de Sarkozy se vendió el legendario edificio de la Imprenta Nacional, a un precio que las agencias inmobiliarias consideraron irrisorio: 85 millones de euros. Hace unos meses, en tiempos de Hollande, se vendió por 52 millones el antiguo cuartel de Lourcine, en el parisino bulevar de Port-Royal, a dos pasos de la célebre institución donde nació uno de los grandes movimientos filosóficos nacionales. “No somos nadie”, decía Pascal, discípulo de Port Royal.
- Francia, más pobre que ayer; pero menos que mañana.
- Las deudas están asfixiando a la Francia de Hollande.
- Francia en este Infierno.
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