QuaideGesvres, 12 septiembre 2013.
Franceses más pobres que ayer, pero menos que mañana.
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FRANCESES MÁS POBRES QUE AYER, PERO MENOS QUE MAÑANA
A los quince meses de elegir presidente de la República a François Hollande, Francia se encuentra en una encrucijada dramática: más paro, más deuda pública, más impuestos, bajo crecimiento, caída del poder adquisitivo de las familias y perspectivas de empobrecimiento para jóvenes y jubilados, durante los próximos años. El candidato Hollande había prometido “más crecimiento y menos impuestos”, gracias, esencialmente, a la “concertación europea”.
El candidato Hollande insistió en muchas ocasiones en que Francia no firmaría el Pacto fiscal europeo, formalmente Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, negociado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, firmado oficialmente por 25 miembros de la UE el 2 de marzo 2012.
El candidato Hollande prometía que “negociaría” o “renegociaría” un “nuevo” Pacto, que debía incluir “importantes medidas” en materia de crecimiento económico. Elegido presidente, Hollande intentó “renegociar” con la canciller de Alemania, pero no consiguió gran cosa, salvo tímidas concesiones verbales. Y Francia se vio forzada a aceptar el Pacto negociado por la pareja Merkel / Sarkozy, a los pocos meses de la elección de Hollande como jefe del Estado.
Forzosamente incumplida su primera gran promesa “estratégica”, Hollande comenzó a subir los impuestos: 7.000 millones de impuestos, el mes de julio del 2012, a los dos meses de ser elegido presidente. Otros 20.000 millones de nuevos impuestos el otoño del 2012. Subidas que coincidían con el incremento de la deuda y el incumplimiento de las promesas europeas de control del déficit. Ante las “reservas” de la Comisión europea, el Gobierno Hollande respondió anunciando 14.000 millones de recortes y 6.000 millones de impuestos.
El montante provisional del choque fiscal de la presidencia Hollande oscila hoy entre los 47.000 y los 60.000 millones de euros, según las estimaciones, con un resultado económico y social catastrófico. En 2012, el paro afectaba al 10.2 % de la población activa. Año y medio más tarde, el paro afecta al 11 por ciento de la población activa, cuando el Instituto Nacional de Estadísticas Económicas (INSEE) anunció hace semanas una caída del poder adquisitivo de las familias del 0.2 o el 0.5 %.
CAÍDA EN PICADO DE LA COMPETITIVIDAD
El incremento inexorable del paro es la consecuencia más visible de varios procesos paralelos: ausencia de crecimiento económico, caída de la competitividad internacional. En ambos casos, Hollande hereda, continúa y amplía un proceso histórico que ya era muy grave durante la presidencia de Nicolas Sarkozy (2007–2012), cuya política tuvo algunos puntos comunes con la de Hollande: subir impuestos, intervenciones de Estado para “salvar” la industria francesa, caída de hinojos en una crisis grave.
Sarkozy, sin embargo, redujo el número de funcionarios y reformó tímidamente el sistema nacional de protección social. Hollande ha continuado las subidas de impuestos y ha vuelto a reformar el sistema nacional de pensiones, alargando hasta los 43 años de cotización para poder cobrar una pensión «plena», forzosamente recortada.
Tanto Sarkozy como Hollande utilizaron la emisión de deuda pública para intentar asegurar a crédito el “bienestar” social. Buen año, mal año, Sarkozy endeudó a Francia al ritmo de unos 150.000 o 200.000 millones de euros anuales. Hollande sigue y amplía esa tendencia. A finales de la presidencia Sarkozy, la deuda francesa era ligeramente inferior al 90 % del PIB. Año y medio más tarde, la deuda es ya superior al 90.2 % del PIB y ascendía a los 1.834 milliardos a finales del 2012.
El incremento de la deuda y el paro coinciden con el incumplimiento de los compromisos europeos en materia de déficit. Hollande había prometido recortar el déficit al 3 % a finales del 2013. En verdad, será previsiblemente superior al 4 %. La promesa incumplida del 3 % vuelve a aplazarse al 2015. Pero nadie cree en la nueva promesa, por una razón muy simple: la economía francesa continúa empantanada.
ESTADO / LEVIATÁN, AMENAZANTE
Hollande fue elegido presidente cuando la Francia de Sarkozy se encontraba en ligera recesión (-0.1 % crecimiento). 2012 se terminó sin alcanzar un crecimiento positivo digno de ese nombre. Y las perspectivas oficiales apenas prevén un 0.8 o un 0.9 % el año que viene, harto insuficiente para crear empleo de manera significativa.
Algunos analistas, como el historiador Nicolas Baverez, estiman que Hollande prolonga sino acelera un “ocaso”, un “declive” que había comenzado mucho antes, durante las presidencias de Mitterrand y Chirac. Sarkozy no “rompió” -como había prometido- con un “declive” que Hollande pudiera estar acelerando. Baverez comenta: “El choque fiscal ha encerrado a Francia en el crecimiento cero y el paro de masas, cuya primera consecuencia es la vertiginoso aumento del costo del trabajo y la ruina de la competitividad: Francia retrocede hasta el vigésimo tercer puesto mundial, cuando Alemania progreso hasta el cuarto puesto”.
El filósofo Michel Onfray agrega: “En Francia, los impuestos alimentan a un Estado / Leviatán inútil, cuando el Estado debiera funcionar mejor con menos gasto, para asegurar un mejor reparto del fruto de los impuestos, que se han transformado en una plaga nacional”.
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