Lección de ajedrez, BS. Ó/t, 24×19 cm. 2013. Foto JPQ, 30 octubre 2013.
-¿Por qué?
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Porque, decía, hablando de Juan Antonio Mañas, también ella nos ayuda a preservar, restaurar y reconstruir el fundamento último de nuestra identidad moral.
En la identidad de los individuos y los pueblos, algunos seres imaginarios -de Dios a Alicia, de Ulises a las adolescentes en flor proustianas, pasando por Ana Karenina o la Magdalena- permiten a los mortales conocer lo divino que hay en ellos, si ellos son capaces de descubrirlo.
Lo divino, si: aquello que perdura después de la muerte y permanece intacto por los siglos de los siglos, una luz, una llama, un fuego que no cesa. La Magdalena ama a un mortal que ha decidido inmolarse en sacrificio, presto a morir por su ideas: la pasión carnal ilumina un fuego que prendió en un lecho de amor y perdura después de la muerte.
Ese fuego, esa luz, esa estrella, iluminan el lugar por donde los vivos se comunican con los muertos, el espacio material e inmaterial por donde los mortales se comunican con los inmortales, semejantes a los psicopompeia griegos, los desfiladeros por donde se comunicaban las almas de los vivos y los muertos para fraguar una concepción del alma y la inmortalidad, en Atenas.
En la obra última de Brigitte Szenczi, Ragul orto edsed, que se presenta en el Espaciovalverde, esa estrella, esa luz, ese fuego, tan semejantes al espejo de la Alicia de Lewis Carroll, ilumina el diálogo entre el niño o la niña con los seres inmortales que intentan enseñarle y enseñarnos el ajedrez de la bóveda celeste y la geometría áurea: vivimos en un laberinto, pero los inmortales que nos precedieron -Ulises, Perséfone, los caballeros del ciclo artúrico, la infinita saga de los seres inmateriales del gran arte clásico, etcétera- nos ayudan a comprender que hay otros mundos, invitándonos a descubrirlos, ya que moran en el fondo de nuestros corazones atribulados. Esas estrellas errantes, esa luz, ese fuego que no cesa, dan un sentido a nuestras vidas, en cuarentena.
- Arte en este Infierno.
Fina says
Quiño,
Leer estos escritos y escuchar el Danubio Azul desde Viena…es para mí acercarse a lo divino… a la salvación.
«Esas estrellas errantes, esa luz, ese fuego que no cesa, dan un sentido a nuestras vidas, en cuarentena».
¡Qué fortuna empezar así el Nuevo Año!
Hasta he bailado un vals… 😃
Gracias…!!!!
JP Quiñonero says
Fina,
Uauuuuuu…
Viena, el Danubio, el vals… qué envidia…
Por París, frío, crisis, vieiras con puerros, champagne, chocolates…
Cada cual se apaña como puede…
A vivir..!
Q.-
Fina says
¡Ay, Quiño!
¡Qué deshoras! Es que cuando me pongo a pintar pierdo la noción del tiempo…
Oye, no tienes nada que envidiar…
Creo que no me he explicado bien. Lo que escuché y vi hoy es el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, retransmitido por television, y el Vals lo he bailado sola en casa…
Pero muy bien… he hecho todo el día cosas que me gustan.
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
Bueno… he seguido muchos años ese concierto, a través de la tele, también yo. Este año… estaba por otros mundos, bueno…
Qué bien, hacer cosas que te gustan… ¡eso me ocurre a mi! Creo que es una magnífica fuente de salud…
…
A seguir, claro, sí,
Q.-
José says
Junger cuando se pregunta si las fuerzas del espiritu podrian con las fuerzas de la tecnica despues de las dos GG encuentra refugio en la literatura y con su amigo el inventor del LSD en las drogas. A sus cien años se reunian en Suiza con sus amigos para abrir sus puertas de la percepcion a nuevos caminos del espiritu
Hoy el espiritu en este invierno artistico y cultural esta maniatado por la tecnica
Ella mas compleja y nosotros mas simples. El señor se vuelve siervo. El consuelo de hombre actual es que su señor es su propia obra. Como un dios desconoce las consecuencias que se derivaran de la libertad que adquieren sus propias creaciones. Rimbaud decia yo soy el otro. Baudelaire en su relato hay que matar al pobre reconoce que es igual al pobre. Hoy el otro el pobre es mi ordenador. No puedo exigirle que me reconozca no puedo llegar a acuerdos yo soy mi ordenador. No solo desaparece el otro sino mi propio yo. Mis identidades se reducen a cosas. Es el mundo de las interrelaciones de las Cosas.
JP Quiñonero says
José,
Vaya usted a saber…
…
En este terreno, confieso ser un creyente, en el Logos, las palabras, las fuerzas del espíritu, el arte, la escritura… y creo que esos trabajos del espíritu hacen más habitable nuestra tierra, nuestros pueblos, nuestras vidas…
Efectivamente, quizá los Titanes jüngerianos, la Técnica… han ganado y sigan ganando muchas batallas… pero yo creo que los Inmortales, los seres animados con la vida del espíritu, la palabra, el arte, el Logos, sí… siguen resistiendo y triunfando, en cierta medida…
Q.-
Fina says
Josep,
Creo que tú, como Junger, sabes encontrar refugio en la Literatura. A ver si eres capaz de resistir y llegar como él a los cien… 🙂
Me gusta mucho eso que dices: «Como un dios desconoce las consecuencias que se derivaran de la libertad que adquieren sus propias creaciones».
Quizás una manera de resistir sea a través de nuestros descendientes. Veremos si puede sobrevir el género humano o si acabará robotizado, como «cosas», como «máquinas», según dices.
¿Pervivirán los sentimientos?, ¿se podrán enamorar los robots?…
¡Quién sabe!…